La investigación biomédica y la ideología del nuevo ministro de Sanidad

Sociedad · Nicolás Jouve de la Barreda
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11 abril 2008
Si me preguntan por las razones que pueden haber impulsado al presidente de Gobierno, D. José Luis Rodríguez Zapatero, a nombrar ministro de Sanidad al Dr. Bernat Soria, no queda más remedio que relacionarlo con sus antecedentes ideológicos, por encima de los científicos. Al menos, por lo que ha saltado desde hace varios años a las medios de comunicación y las columnas de los diarios, los argumentos efectivos de su trabajo se ven más en su intensa campaña en pro de la investigación con embriones que por sus publicaciones en la línea de la búsqueda de remedios a las enfermedades degenerativas, o los propios resultados de éstas.

Lo que debemos aclarar antes de nada es que sus investigaciones suponen la utilización y destrucción de los embriones, congelados u obtenidos en fresco, y que cada embrión representa una vida humana. Baste aquí recordar la definición de embrión de cualquier texto de Biología no contaminado por las posturas utilitaristas de los últimos años. Así, en la edición de 1985 del tratado de biología de Eldra Pearl Solomon y otros autores se precisaba que el embrión es "el animal en proceso de desarrollo a partir del huevo fecundado", o "el organismo multicelular en la fase inicial de la vida, antes de que salga del huevo, semilla o cuerpo materno", definición que aplicada a la especie humana "…se extiende hasta el término del segundo mes del desarrollo, después de lo cual se denomina feto". Y, por citar otra obra importante, Rigomar Rieger y otros autores en el "Glosario de Genética y Citogenética", de 1976, definían a los embriones de los animales como "los organismos jóvenes a partir de la fertilización del ovocito". Ningún biólogo, alejado de las investigaciones que pretenden utilizar los embriones humanos, duda de la auténtica naturaleza de vida humana del embrión desde que en la fase unicelular, el cigoto, se reúne la información genética a la que debe el impulso de su desarrollo.

Sin embargo, para el ex-director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante), los embriones son mero "material biológico", "conglomerados celulares" u otras fórmulas parecidas, que son las que aparecen en el texto de la actual Ley de Reproducción Asistida, reclamada vehementemente entre o tros por el propio Soria, materializada por el PSOE y aprobada en la actual legislatura (Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida, por la que se modificaba la anterior Ley 45/2003, que aprobó el PP y con la que se trataba de poner freno a la escandalosa acumulación de embriones congelados que había venido produciéndose desde la Ley 35/1988). De esta forma, es inevitable que al ministro Bernat Soria se le conozca más por su defensa de la investigación con células madre embrionarias que por sus investigaciones en la propia línea de la medicina regenerativa.

Sin embargo, la línea de investigación del Dr. Soria merece enmarcarse en la loable búsqueda de una solución para la diabetes. Hagamos un paréntesis para explicar someramente la enfermedad de que estamos hablando.

La diabetes juvenil, de tipo 1 (mellitus), es una enfermedad que afecta a un 4-5 % de la población española, y alcanza a cerca de 220 millones de personas en el mundo. Se debe a la carencia de producción de insulina, una proteína encargada de metabolizar la glucosa. Afortunadamente es una enfermedad crónica muy bien conocida y de fácil diagnóstico y tratamiento. La detección mediante glucómetros muy precisos y de aplicación sencilla, y un buen control por medio de la inyección de dosis adecuadas de insulina, son logros de la medicina de las últimas décadas. De este modo, hoy es una enfermedad que se controla perfectamente, lográndose un buen equilibrio del nivel de glucosa en sangre gracias a la combinación de un ejercicio adecuado, una atención de la dieta de los hidratos de carbono y la administración controlada de insulina. Este fármaco es otro logro del avance de la ciencia, ya que la que hoy se administra a los diabéticos es insulina humana, obtenida en bacterias transformadas por ingeniería genética. La diabetes mellitas surge usualmente en la infancia o en la adolescencia, y se debe a una destrucción selectiva de las células beta que se encuentran en los llamados islotes de Langerhans del páncreas, que son las que producen los niveles de insulina como respuesta al nivel de glucosa en sangre. Las investigaciones biomédicas persiguen desde hace años la regeneración de los islotes de Langerhans, lo que podría devolver la función de la producción de insulina al organismo y, en caso de darse una respuesta adecuada a los niveles de azúcar en sangre, se produciría la curación del paciente.

Desde la aparición en la escena de la biomedicina de la investigación con las células madre, la curación de la diabetes ha sido uno de los objetivos perseguidos, mediante la creación ex vivo de líneas celulares capaces de especializarse como células productoras de insulina. El doctor Bernat Soria y su grupo de la Universidad Miguel Henández de Elche (Diabetes , 49: 157. 2000), e independientemente la Dra. Nadya Lumelsky en EE.UU. (Science , 292: 1389. 2001), y otros grupos de investigación, obtuvieron aglomerados celulares semejantes a islotes de Langerhans, capaces de secretar insulina y otras hormonas endocrinas pancreáticas, a partir de células madre de ratón. Las investigaciones del grupo de Dr. Soria, si bien eran esperanzadoras, encentraron su principal escollo en el ajuste fino de la respuesta de producción de insulina de acuerdo con la concentración de glucosa en la sangre. Las células trasplantadas eran capaces de vascularizarse y de mantener la forma de islotes en el páncreas, pero eran menos capaces de responder a los cambios de concentración de glucosa en sangre que las estructuras de Langerhans completas.

Con posterioridad el equipo del Dr. Soria, junto con la colaboración de investigadores de las universidades de Alicante, Málaga, y Kiel (Alemania), se pusieron a buscar otras vías alternativas, con células madre adultas, a partir de monocitos -un subgrupo de leucocitos sanguíneos-. Los resultados con estas células madre no embrionarias fueron inicialmente satisfactorios en ratones, lo que indujo a manifestar al propio Bernat Soria, en la reunión anual del Registro de Colaboración de Trasplantes de Islotes (CITR): "Recientemente estamos viendo que hay células madre, no embrionarias, con capacidad para regenerar tejidos distintos a aquellos en los que están comprometidas, como ciertas células de la medula ósea susceptibles de regenerar tejido músculo-esquelético y cardiaco".

Hoy, casi tres años después, es curioso recordar que en el XXVII Congreso de Medicina Interna celebrado en Granada, en Septiembre de 2004, reconocía el Dr. Soria que su equipo, en colaboración con la Universidad de Kiel, había obtenido células hepáticas y pancreáticas, a partir de células madre de médula ósea (no embrionarias), señalando: "Hemos resuelto la diabetes en animales de experimentación." Al tiempo que declaraba: "También es necesario recordar que determinados grupos religiosos y la misma Conferencia Episcopal y la COPE , la emisora propiedad de los obispos, nos dedicaron algunos calificativos graves. Ahora, en cambio, no dicen nada respecto a la investigación con células troncales que ha anunciado el gobierno valenciano". En resumen, el Dr. Soria defendía la utilización de las células madre de embriones, aun sin haber obtenido resultados positivos, al tiempo que utilizaba las células madre adultas, que en sus manifestaciones perdían el apellido y se quedaban en célula madre, a secas, que por supuesto daban los mejores y más esperanzadores resultados. Lejos de asumir que sus proyectos de investigación con embriones resultaban infructuosos, se limitaba a acusar a los defensores de la vida, como si éstos no desearan la curación de la diabetes, el Parkinson, el Alzheimer, etc., no al menos a costa de otras vidas humanas.

La verdad es que las investigaciones desarrolladas por el Dr. Soria y su equipo son muy meritorias, aunque sus resultados fueron poco satisfactorios hasta el momento en que dejó de investigar, para dedicarse a la política. Es cierto que el Dr. Soria gozó de un gran prestigio y respeto entre investigadores que trabajan en su campo de experimentación. También es cierto que el Dr. Soria desarrolló su particular campaña en pro de la legalización de la investigación con embriones, e hizo gala de un particular concepto del comienzo de la vida humana, interesadamente situado con posterioridad a la etapa en la que los embriones dejan de ofrecer las células multipotentes útiles en su línea de experimentación (tras la anidación del blastocisto en el útero materno).

Creo sinceramente que el mayor reproche que se le puede hacer al Dr. Soria es su erróneo concepto sobre el comienzo de la vida humana. Salvado esto, que no es poco, lo que hace o lo que dice es coherente con una forma de pensar, más próximo a una concepción ideológica que a una mentalidad científica. Lo que está claro es que en sus mensajes a los medios de comunicación se fue fraguando una argumentación que conectaba perfectamente con los intereses de partidos políticos de ideología progresista, del que se hicieron eco otros grupos de investigación tan interesados como el propio Soria en este tipo de investigaciones. Esto habría de favorecerles en su propio trabajo, aun a sabiendas de que los mejores resultados en la vertiente terapéutica, los están dando las células madre no embrionarias (de cordón umbilical, células amnióticas, fetales y de tejidos adultos).

El Dr. Soria en definitiva ha sabido compaginar su labor investigadora con su habilidad para promocionar su trabajo en la cómoda estela de lo "políticamente correcto", con el fin de inducir una corriente de opinión favorable a su propia línea de investigación. Su habilidad en este sentido queda fuera de toda duda y muy por encima del éxito de sus investigaciones: el cambio legislativo que permitiría liberar la investigación con embriones, el premio de una copiosa financiación, la creación de infraestructuras muy costosas en Sevilla, que por cierto no ha llegado a disfrutar, y finalmente el logro de una cartera ministerial.

El último despropósito de la actual estela legislativa española, la Ley de Investigación Biomédica (Ley 14 2007, de 7 de julio), lejos de seguir el camino de los mejores resultados obtenidos con las células madre no embrionarias en la mayoría de los países desarrollados, se empecina en la creación de embriones a la carta, mediante la "transferencia nuclear" -por el procedimiento de extraer el núcleo de una célula adulta y transferirlo a un óvulo enucleado-. Al mismo tiempo establece la prohibición de la "clonación reproductiva", lo que no deja de ser una flagrante contradicción. El trasplante de núcleos es una técnica de clonación reproductiva desarrollada en los años sesenta, que tuvieron su dato más significativo en el origen de la famosa oveja Dolly. No cabe disimular este hecho aduciendo que lo producido no es un ser vivo, pues Dolly vivió siete años, y por el mismo procedimiento han nacido después muchos otros animales clónicos. Ojalá nos equivoquemos, pero esta ley no sólo abre un nuevo y arriesgado modo de manipulación de la vida humana, sino que se promoverá un peligroso comercio de ovocitos, y en consecuencia, otra forma de degradación de la mujer

El hecho es que hoy hay más de 700 protocolos de ensayos clínicos en marcha con células madre no embrionarias, frente a ninguno con las embrionarias (www.clinicaltrials.com). Hoy hay más de 65 enfermedades degenerativas, entre neoplásicas y no neoplásicas (www.cloning.org.uk), que están en vías de solución mediante la tecnología de la utilización de las células madre procedentes de tejidos adultos: enfermedades autoinmunes, inmunodeficiencias, enfermedades del sistema nervioso (Alzheimer, Parkinson, etc.) , enfermedades de la sangre, cicatrización de heridas y fístulas complejas, como las ligadas a la enfermedad de Crohn, etc. y enfermedades metabólicas. Son notables los éxitos logrados en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares en numerosos centros clínicos y hospitales mediante la repoblación con células procedentes de médula ósea, músculo no cardíaco u otras fuentes de tejidos somáticos que de forma autóloga se obtienen del propio paciente, lo que soluciona el problema del rechazo inmunológico con el que se tiene que enfrentar la ingeniería tisular embrionaria. Esta tecnología de r egeneración de miocardio tras infarto, se practica ya en diversa clínicas en España. De modo parecido están muy desarrollados los ensayos para el tratamiento de Alzheimer y Parkinson, por ej. en la Universidad de Sevilla, utilizando células madre del cuerpo carotídeo, así como la recuperación de la córnea, en la Clínica Universitaria de Navarra, la reparación de fístulas en el Hospital La Paz de Madrid, utilizando células madre del tejido graso, etc.

Sin duda es necesario sintonizar el desarrollo legislativo con los avances científicos y tecnológicos, pero de toda la ciencia, y respetando escrupulosamente la verdad, lo que es un deber ético insoslayable. En este sentido, creo que está pendiente un acuerdo entre investigadores (independientes y respetuosos con la vida humana), ciudadanos (bien informados) y políticos (no condicionados por ideologías utilitaristas).

Nicolás Jouve de la Barreda es catedrático de Genética (Universidad de Alcalá)

 

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