Hasta el último minuto
El miércoles pasado, en su primera intervención, hacía una defensa cerrada de la necesidad de reducir el déficit y acometer reformas estructurales. Reconocía que la culpa no era de los mercados. Pero cuando se quedó sin papeles y respondió con lo que tenía en el corazón y en la cabeza, el presidente volvía a cargar contra los especuladores. Se confirma lo que hemos visto en el decretazo de mayo y en la reforma laboral. El anuncio de Zapatero de que va a "seguir el camino (de las reformas) cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste" hay que entenderlo en sentido muy
restrictivo. Lo suficiente para calmar a los mercados. Los mercados ponen en evidencia las contradicciones pero no escrutan ese ámbito recóndito en el que se forja la voluntad de los cambios de política. Cambio sí, pero el justo para pasar el examen de Bruselas. Eso se va a traducir probablemente en una reforma laboral otra vez insuficiente. Hay indicios de que todo volverá a quedarse a medias. La prueba es lo que está sucediendo con el acuerdo con el PP para reformar la política energética. Gran anuncio, pocos resultados. Conviviremos, de este modo, con una alta tasa de paro. De momento seguiremos en el entorno del 20 por ciento.
Poco cambio en política económica y menos España. Zapatero empezó el Debate prometiendo corregir los efectos de la sentencia del Estatuto de Cataluña. Su grupo ha visto derrotada una resolución, presentada como un pacto entre el PSOE y el PSC, en la que esa intención se formalizaba. El texto hacía suyo "el malestar creado en Cataluña por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto" e "insta al Gobierno a desarrollar a través de todos los mecanismos políticos, jurídicos, legislativos y de cooperación institucional, el potencial de autogobierno contenido en el acuerdo estatutario entre las instituciones catalanas y españolas". Zapatero hace nacionalismo pero no apoya la resolución de CiU, ICV y ERC, que va más allá formalmente. A pesar de la derrota consigue argumentos para alimentar el catalanismo no leal con la Constitución y, a la par, se presenta como el "justo término" frente a un PP anticatalán. CiU, interesada en no desgastar al Gobierno más de lo necesario, no se hace mucho problema y se abstiene en el techo de gasto, ahorrándole, de nuevo, al presidente una derrota. Durán anuncia que no apoyará los presupuestos pero que no vote en contra ya es mucho.
Y luego el acercamiento al PNV. Las resoluciones de los nacionalistas vascos en las que reclaman más transferencias. El PNV dice que es "mercancía averiada" y que quieren más. Ya ha empezado la dinámica del regateo. El apoyo para los Presupuestos de 2011 parece así certificado y la legislatura salvada. No habrá cambios en las diputaciones forales. Ya veremos si ese acercamiento supone un cambio en el acuerdo de los socialistas y los populares en el País Vasco. De momento Idoia Mendia, la portavoz del Gobierno Vasco, descarta que Zapatero vaya a "puentear" al gabinete de Patxi López. Tener que dar explicaciones ya es un mal síntoma. Si tenemos, como parece, casi dos años de legislatura por delante la actitud de la oposición del PP es claramente insuficiente. Zapatero no se va a caer solo.