El Gobierno italiano asume un saneamiento bancario a fondo

El gobierno italiano abrió el paracaídas del Estado para salvar los bancos con dificultades de capitalización, incluido el Monte dei Paschi di Siena, el tercer banco del país. El Consejo de ministros pidió en la noche del lunes al Parlamento la autorización para un aumento ulterior de la deuda pública hasta 20.000 millones de euros., como «medida de precaución» para garantizar eventuales intervenciones en los bancos. La cifra es superior a la que se ha comentado en días pasados en todos los medios (se hablaba de 5.000 millones), pero comprende también dos mil millones «de base» para la activación de 80.000 millones de garantías públicas sobre las emisiones de liquidez, un mecanismo que ya autorizó Bruselas en el pasado mes de julio. ´Consideramos nuestro deber aprobar esta intervención para salvar el ahorro. Espero que esta responsabilidad sea compartida por todas las fuerzas del Parlamento´, explicó el primer ministro Paolo Gentiloni. Esta cantidad de 20.000 millones de euros propuesta por el gobierno para salvar a la banca se añadirá a los presupuestos del 2017, aprobados en este mes por el Parlamento.

Ya el día 15 se supo que el Monte dei Paschi di Siena, el tercer banco más importante de Italia y el que está en peores condiciones dentro de la zona euro, pensaba realizar una ampliación de capital de 5.000 millones de euros con la que sigue adelante en sus planes para evitar un temido rescate estatal. El consejo de administración ha determinado que la operación deberá completarse antes del 31 de diciembre, de acuerdo con la fecha límite que el Banco Central Europeo dio a la banca para completar el plan estratégico que comenzó tras obtener el pasado mes de julio la peor nota en los exámenes de resistencia de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), una ratio de capital negativo del 2,44%.

El aumento de capital, con un precio de 24,9 euros por acción, se deberá repartir entre el público general, que tendrá que adquirir al menos un 35% de las nuevas acciones (de las cuales al menos el 30% tienen que estar destinadas a los actuales accionistas) y el 65% restante estará reservado a inversores italianos y a inversores institucionales extranjeros, según detalló la entidad en un comunicado. Después de obtener la autorización del supervisor bancario Consob, anunciada este viernes, también podrán sumarse a la recapitalización los inversores minoristas, que es lo que pretendía el Monte dei Paschi. Se trata de una decisión polémica y no exenta de riesgos, puesto que gran parte de la deuda del banco está en manos de 40.000 familias y pequeños ahorradores, que podrían ver reducidos sus ahorros según las decisiones que se adopten y la evolución de los mercados.

La ampliación de capital es el último intento del banco por evitar el rescate estatal y huir de lo que parecía inevitable. Pero no será fácil conseguir la confianza de los inversores. Necesita reunir los 5.000 millones de euros que le exige el Banco Central Europeo para amortiguar su deuda y afrontar una pérdida de valor del 80% en el último año y solo ha conseguido hacerse con 1.000 millones por la conversión de bonos subordinados en acciones. En las previsiones del banco, según revelaba el diario Corriere della Sera, está obtener 2.000 millones de euros de la conversión de bonos por acciones de los pequeños ahorradores y 1.000 millones del fondo soberano de Qatar, que estuvo interesado pero se echó atrás después de la inestabilidad política de Italia.

A pesar de que el Monte dei Paschi lleva varias semanas inmerso en una carrera contrarreloj por evitar el rescate estatal, que se agravó con la dimisión de Renzi, el nuevo primer ministro, Paolo Gentiloni, antiguo titular de Exteriores, ha mandado un mensaje de tranquilidad al sistema bancario italiano, que acumula créditos morosos por valor de 360.000 millones. Durante su discurso de investidura del miércoles en el Senado, Gentiloni aseguró que ´el Gobierno intervendrá para garantizar la estabilidad de los bancos y los ahorros de los ciudadanos´. Ahora llega el momento de comenzar un saneamiento que tiene que ser necesariamente a fondo, con el coste social y electoral que pueda tener.