El derbi para el mejor

Cultura · Cristian Serrano
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29 septiembre 2013
Un Madrid sin identidad ni criterio cayó ante el Atleti en liga 14 años después con gol de Diego Costa, la extensión de Simeone en el terreno de juego. Atrevido, jugando todo lo posible desde el suelo, obligó a Ancelotti a reinventar el equipo tras el descanso. Sin beneficio alguno. Nadie duda que el mejor de los blancos fue Morata, y sólo jugó trece minutos.

Un Madrid sin identidad ni criterio cayó ante el Atleti en liga 14 años después con gol de Diego Costa, la extensión de Simeone en el terreno de juego. Atrevido, jugando todo lo posible desde el suelo, obligó a Ancelotti a reinventar el equipo tras el descanso. Sin beneficio alguno. Nadie duda que el mejor de los blancos fue Morata, y sólo jugó trece minutos.

Después de mucho tiempo en que la sociedad futbolera debate si el Atlético estará a la altura de Madrid y Barcelona, ayer los rojiblancos añadieron un ingrediente al cocido, que puede propiciar el final del bipartidismo imperante en la liga española: el aspecto físico.

Normalmente, todos los equipos que se enfrentan al Madrid y al Barça dependen, además del fallo del rival, de su propio físico. Suele llegar el minuto 60 y de no haber cumplido, el resto de equipos ya se teme lo peor. Los del Cholo se permitieron el gusto de aguantar hasta el 80, esperaron el tsunami blanco en el que sólo participó Morata, que se encontró repetidamente con un excelente Courtois.

Ayer el Atlético mostró su versión mejorada después de la final de copa. Todo balón era una ocasión para crecer como equipo y lo materializó jugando y tocando desde la defensa hasta el ataque. Pasando todo por Koke, que hizo del Bernabéu un escaparate en el que mostrar al mundo entero su clase y maestría. Intenso, preciso y casi perfecto en la definición, el Atlético hizo de su séptima victoria consecutiva en liga, una fiesta en honor al fútbol. Diego Costa pasó de acosador a víctima. Nadie pudo con él y, con su gol, dio muestras de estar viviendo el mejor momento de su carrera.

El estadio de don Santiago fue testigo de un Madrid que lleva un tiempo en crisis existencial. El nuevo Madrid de Ancelotti ha ofrecido pinceladas en algunos minutos durante esta temporada. Pero ayer, ni eso. Vivió a merced de las migajas que el Atleti le dejaba en forma de contraataque.

Cristiano defendió a su jefe y pidió unidad. Unidad tan necesaria fuera como dentro del campo, donde cada uno libraba sus batallas sin contar con el compañero. Por si fuera poco, el Bernabéu sigue sin llenarse: ayer ni Bale ni el Atlético fueron motivo suficiente para llenar el campo.

Paso atrás del Madrid cuyo mejor amigo hoy es el tiempo: estamos en septiembre. Los blancos se bañarán en goles ante el Copenhague para olvidar sus males ligueros. El Atlético apunta al Oporto con ojos de líder de grupo. ¡Que el ritmo no pare!

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