Anna Karenina

Cultura · Víctor Alvarado
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17 marzo 2013
Las grandes historias de amor que más éxito han tenido en el cine han sido como producto de una infidelidad. Si no nos creen, piensen en Casablanca (Michael Curtiz), Memorias de África (Sidney Pollack) protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford o el inolvidable encuentro entre Clint Eastwood y Meryl Streep en Los Puentes de Madison (Clint Eastwood). Aprovechando este filón de oro, el director, Joe Wright, todo un experto en el cine de época como demostró con Orgullo y prejuicio (2005) o Expiación. Más allá de la pasión (2007), nos ofrece todo un clásico de la literatura universal, aunque con matices diferenciadores.

La historia está ambientada en el siglo XIX, donde conoceremos la vida social y amorosa de la aristocracia Rusa. En ella veremos la vida del matrimonio formado por un alto cargo político y su esposa, en la que todo parece desarrollarse de modo satisfactorio hasta la aparición de un militar que encandilará a esta mujer con la que mantendrá una apasionada relación a la espalda de su marido.

Anna Karenina (2012) es la enésima adaptación de la obra de León Tolstoi. Varias actrices de primera línea tuvieron la oportunidad o el privilegio de interpretar semejante personaje entre las que destacaron Greta Garbo, Vivien Leigh o Sophie Marceau. El cineasta ha contado con su actriz fetiche, Keira Knightley que, si la comparamos con otras de sus interpretaciones, percibimos su evolución porque antes me parecía más insípida. La réplica se la da Jude Law y Aaron Taylor-Johnson, que completa el triángulo.

Desde un punto de vista técnico y artístico, nos parecen maravillosas las coreografías iniciales, tipo musical, para presentar a los personajes como si de una obra de teatro con muchos medios se tratara y, especialmente, las transiciones entre escena y escena nos parecen muy atractivas, así como la magnífica iluminación de las escenas más empalagosas. Por otra parte, la película ofrece una primera parte más floja, mientras que la segunda gana bastante en interés.

La cinta reflexiona sobre la hipocresía en esos ambientes que toleraba la doble vida y se burlaba de la felicidad en el matrimonio. Anna Karenina (2012) presenta dos historias de amor completamente distintas. La primera está formada por el trío protagonista, donde el cineasta se muestra crítico con el desliz, presentando a la víctima como un hombre bueno, coherente, religioso y que defiende la vida, aunque no le toque. La otra historia busca el amor sincero y nos quedamos con las escena de los juegos de mesa por su belleza y originalidad, siendo de esas que quedarán para la posteridad, al menos, en mi retina.

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