Leo, veo

Cultura · Teresa Gutiérrez de Cabiedes
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25 junio 2013
La noche de san Juan, con sus ecos ancestrales y la pugna festiva entre luz y oscuridad, es uno de los momentos cruciales del año. Parece como si ese instante bisagra volcase toda la potencia de la primavera en la promesa de un verano que se antoja largo y brillante.

Deseo hecho llave

La llave dorada. Rocío Arana Caballero. Adonais, 2012.

“Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados

es porque hubo una mano que, ardiente en la penumbra

de una tarde perdida,

dispuso con extraño poder unas palabras”.

“Variación sobre una variación de Juan Garzón”.

Miguel D’Ors.

La noche de san Juan, con sus ecos ancestrales y la pugna festiva entre luz y oscuridad, es uno de los momentos cruciales del año. Parece como si ese instante bisagra volcase toda la potencia de la primavera en la promesa de un verano que se antoja largo y brillante.

Momento propicio, también, para empezar a pensar qué lecturas van a nutrir la piel del alma, castigada por el frío de tan largo invierno. Necesitamos llenarnos de esa claridad del estío. Pero parece que los tentáculos de la crisis también amenazan con asfixiar los brotes de literatura, especialmente los de las plumas más jóvenes.

Por eso, cuando uno tropieza con un libro lúcido (en su abordaje de la realidad) y luminoso (por la estela que deja) no puede por menos que recomendarlo.  Tal es el caso de un poemario que fue galardonado con un accésit la pasada edición del prestigioso Adonais. “La llave dorada” es el quinto libro poético de Rocío Arana, una escritora sevillana de 34 años, experta en Calderón de La Barca y profesora en la Universidad Internacional de La Rioja. El presente poemario conserva el don de contagiar felicidad que ya nos regalaron sus libros anteriores: `Magia` (Númenor, 2002), `Pampaluna` (Rialp, 2004, con el que obtuvo el Premio Florentino Pérez Embid de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras), `Mirar el fuego` (Pre-Textos, 2010), y `Las siete Barbies solteras` (poemas en prosa editados por Númenor, 2010).

“La llave dorada”, esa pieza codiciada que abre las puertas del misterio, está tallada con fragmentos de resonancias d’Orsianas; versos que se columpian entre la alegría de la inocencia y el embate de la desilusión, que tantas veces zarandea los sueños. Poesía que nace de la vida y que está escrita para dar vida. Por eso, ni la inocencia es ingenuidad simplista, ni la desilusión es negación de la esperanza. La realidad cotidiana se convierte, así, en escenario de un sufrimiento real pero también de una alegría posible. Todo es susceptible de convertirse en sustancia poética y, por ello, en manantial de vida. Los versos atrapan “El arte de respirar”, buscan “El milagro diario” , se baten a duelo con el “Miedo” y con la “Magia”. Quizás el truco se esconda en haber sabido acertar a abrazar el presente, con la convicción de que se puede encontrar “El minuto perfecto” siempre que la mirada no esté viciada por el peso de la vida:

“Es el minuto exacto

sin violines el sol viste su abrigo

de lluvia

pero al fondo

centellea el misterio gota a gota”.

En estos tiempos en los que el grito de la lamentación ahoga nuestra mirada, reinventar la cultura pide, ante todo, recuperar un modo de mirar distinto. Este libro nos regala la fecundidad de una mirada convertida en obra de arte.

Este aperitivo puede abrirnos el apetito de un suculento verano.

Que lo disfruten.

“OMELETTE”

Como un ciclón invade los salones,

la casa, las alcobas, el vestíbulo,

un aroma de huevos cocinados.

Era primero el eco de la loza

contra el rojo metal del tenedor:

ruido de castañuelas y cansancio,

el pijama de pies, las gotas de Nenuco,

los deberes que nunca se acababan.

Luego la lumbre se encendía, y era

el amor sin cansancio del aceite: fundirse, crepitar.

Y mi madre logrando

la redondez exacta, amarilla y brillante.

Una felicidad redonda y de diario.

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