Propuestas para encauzar el crecimiento
1.- Desafío Urgente
(1.1).- Las proyecciones del FMI sobre el crecimiento macroeconómico.
Las proyecciones en los estudios e informes del FMI muestran limitaciones: no siempre son acertadas, se reducen a la dimensión macroeconómica y para varios analistas sus parámetros de análisis son cuestionables. Aun así constituyen referencias que no se pueden soslayar y con las cuales coinciden otros organismos internacionales, como la CEPALC, así como institutos no
gubernamentales.
Esta coincidencia agrava la repercusión de estas limitaciones en la interpretación de los problemas del desarrollo, y obviamente en la concepción de las soluciones. Deslumbrados por el "halo" de autoridad del FMI no pocos espíritus críticos dejan de serlo, por impotencia técnica o acomodo político.
¿Cuáles son estas proyecciones, anunciadas a mediados del pasado mes de Abril, y que mejoran los índices presentados por el mismo FMI al inicio del año 2010?
En general, la región latinoamericana mostraría, al final del año, resultados positivos en el crecimiento de su Producto Interno Bruto, en un promedio superior al 4%.
Venezuela sería el único país con un resultado adverso (-2,6%), agravado por una inflación estimada en más del 30%.
En el polo opuesto del espectro se sitúa Perú, con un crecimiento estimado del 6,3%, y en medio de ambos se encuentran, entre otros países: Uruguay (5,7%), Brasil (5,5%), Paraguay (5,3%), Chile (4,7%), México (4,2%), Bolivia (4,0%), Argentina (3,5%), Ecuador (2,5%), Colombia (2,2%).
(1.2).- Los antecedentes y las causas.
Latinoamérica se caracteriza por ser una de las regiones más ricas del planeta, y sin embargo, con la mayor desigualdad en la distribución de la riqueza.
Una desigualdad con raíces en su historia colonial y emancipadora, que pasó por lamentables períodos autoritarios y se proyecta en tiempos democráticos, que se transmite de una generación a otra y que pervive asumida, e incluso legitimada, como toda una cultura de la desigualdad.
Dicha desigualdad en la distribución del ingreso es sólo un indicador que sintetiza una serie de otras diferencias, con las cuales se relacionan y que se afectan mutuamente. Las más comunes de entre ellas son las desigualdades en la distribución de la tierra, en el acceso a la educación, a la salud, a la información y la tecnología, y en la participación civil y política.
Una forma de expresar esa desproporción de ingresos a nivel mundial lo constituye la relación entre los promedios de ingresos de la población más rica y de la más pobre. En este sentido, en 1780, la relación era de 3 a 1. En el 2009, es de 70 a 1, y en Latinoamérica la diferencia es aún mayor.
En la última década del siglo pasado y los primeros años del presente, Latinoamérica experimentó un crecimiento económico promedio cercano al 5% anual. Sin embargo, la injusta distribución de los ingresos y los niveles de pobreza extrema o indigencia no han experimentado reducciones sustanciales, salvo, y en muy pocos países, una reducción de los niveles de indigencia.
No obstante la diversidad e intensidad de causales de este paradójico comportamiento del "desarrollo", todas se nutren de una concepción perimida del mismo. La obsolescencia del modelo se verifica por su ineficacia para enfrentar los desafíos más elementales del desarrollo: la pobreza, la desigualdad, las nuevas y tradicionales enfermedades, las relaciones comerciales asimétricas entre países y continentes, el cambio climático, el acceso al agua, la gradual extinción de las identidades y la diversidad cultural, el vaciamiento de contenido de la democracia, la crisis energética, la violencia e inseguridad crecientes, entre otros.
Este modelo perimido simplemente lo reduce a crecimiento económico acumulativo. En efecto, esta visión reduccionista del desarrollo no sólo circunscribe el desarrollo al ámbito económico, sino que además reduce la finalidad y por ende el significado de la economía a sus aspectos meramente cuantitativos y macroeconómicos. Esto es, a cuánto y por cuánto tiempo crecer. Léase así como el desarrollo no es sólo crecimiento económico, tampoco este es sólo una expresión cuantitativa.
2.- La perspectiva humanista del desarrollo
(2.1).- El Desarrollo Humano Integral.
Quienes sostienen la preeminencia del crecimiento económico como prioridad central del desarrollo, se han dedicado a medir los equilibrios macroeconómicos, las balanzas de pagos y la comercial, el pago de la deuda externa, los niveles de privatización de bienes y servicios, el grado de reducción del rol del Estado y del gasto público, la promoción de una economía sometida al libre mercado y la reducción de la dependencia externa a través de políticas de sustitución de importaciones. Esta visión sobre el desarrollo ha estado interesadamente ligada al tema de la gobernabilidad y hasta el de la modernización.
En el diagnóstico causal de la realidad de América Latina, se constata que las precarias condiciones de vida, la desigualdad, la desintegración y la exclusión social masiva en la región, más la propia conflictividad social, laboral y política, presionan para reconstruir e institucionalizar una definición más humana, social, inclusiva e integral del Desarrollo.
"El objetivo fundamental de la actividad humana debe ser el desarrollo humano y no el crecimiento económico. De allí que el desarrollo humano es el objetivo central de la actividad humana y el crecimiento económico un medio para promoverlo" [1]
Si el ciudadano mejora sus condiciones de vida y de trabajo, su educación, su salud, su seguridad social y laboral, y mejora sus niveles de desarrollo personal y colectivo, entonces podrá aumentar su productividad y con ello, por consiguiente, los niveles de crecimiento económico. Sostener empíricamente que podemos ir del desarrollo humano al crecimiento económico no sólo es posible, sino científicamente comprobable.
El PNUD afirma que "El Desarrollo Humano es un proceso de ampliación de las opciones de las personas. En principio, estas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar en el tiempo. Sin embargo, en todos los niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales son: llevar una vida saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para mantener un nivel de vida decente. Si estas opciones esenciales no están a la mano, muchas otras oportunidades serán inaccesibles".
En nuestra "Propuesta para un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integral (DHI)" elaboramos una síntesis de 10 elementos fundamentales de inspiración, para orientar dicho modelo:
(I).- La necesaria centralidad de la persona humana y del bien común en todo el marco de políticas que deben hacer efectivo el modelo DHI.
(II).- La prioridad del trabajo humano sobre el capital en todo proceso económico productivo.
(III).- La plena vigencia de criterios de justicia social en lo nacional, regional e internacional.
(IV).- Un necesario proceso que conlleve necesariamente una equitativa y justa distribución de la renta, y le dé plena vigencia al destino universal de los bienes.
(V).- Políticas de control de los flujos financieros (aplicando, por ejemplo, la "Tasa Tobin" [2]), y un comercio internacional justo que reduzca la brecha norte-sur, eliminando toda forma de proteccionismo.
(VI).- Establecer clara prioridad de una economía productiva con dimensión social (resguardando especialmente la seguridad alimentaria) frente a la preeminencia de la economía financiera y especulativa, con el objetivo central de satisfacer las necesidades humanas.
(VII).- Profundizar y ampliar la participación popular, a través de procesos democráticos donde se prioricen los valores éticos y solidarios.
(VIII).- Proceder a una profunda revisión y reordenamiento de las estructuras intergubernamentales regionales e internacionales, políticas, económicas y financieras, con criterios éticos de transparencia, honestidad y participación democrática.
(IX).- Revertir la línea de prioridad "mercado-estado-sociedad", hacia una coherente dimensión "sociedad-estado-mercado".
(X).- Asumir la dimensión y responsabilidad ecológica e incorporarla a las dimensiones de la política, la economía y el desarrollo.
(2.2).- La Calidad del crecimiento económico.
Teniendo especialmente en cuenta la actual realidad latinoamericana en términos socioeconómicos, debemos poner un especial énfasis en la calidad del crecimiento económico.
Esto implica, fundamentalmente:
- (2) Que propicie la libertad de las personas y su potenciación.
- (1) Que el crecimiento genere empleo (especialmente productivo) y seguridad en los medios de ganarse el sustento.
- (1) Que el crecimiento genere empleo (especialmente productivo) y seguridad en los medios de ganarse el sustento.
- (1) Que el crecimiento genere empleo (especialmente productivo) y seguridad en los medios de ganarse el sustento.
- (I) La Solidaridad: que debe entenderse como la obligación responsable de cada uno, de aportar acorde a su capacidad contributiva y de recibir en función de sus necesidades. La vigencia de este principio conlleva a la obligatoriedad del sistema y a la integración en el mismo.
- (I) La Solidaridad: que debe entenderse como la obligación responsable de cada uno, de aportar acorde a su capacidad contributiva y de recibir en función de sus necesidades. La vigencia de este principio conlleva a la obligatoriedad del sistema y a la integración en el mismo.
- (I) La Solidaridad: que debe entenderse como la obligación responsable de cada uno, de aportar acorde a su capacidad contributiva y de recibir en función de sus necesidades. La vigencia de este principio conlleva a la obligatoriedad del sistema y a la integración en el mismo.
- – Una relación y ensamble necesarios entre el desarrollo rural, el desarrollo industrial y el desarrollo de los servicios en general.
- – Una relación y ensamble necesarios entre el desarrollo rural, el desarrollo industrial y el desarrollo de los servicios en general.
- – Una relación y ensamble necesarios entre el desarrollo rural, el desarrollo industrial y el desarrollo de los servicios en general.
- UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA-EMPLEADORA, capaz de solucionar las necesidades de producción y distribución de bienes y servicios en una sociedad, y de generar empleos dignos.
- UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA-EMPLEADORA, capaz de solucionar las necesidades de producción y distribución de bienes y servicios en una sociedad, y de generar empleos dignos.
- UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA-EMPLEADORA, capaz de solucionar las necesidades de producción y distribución de bienes y servicios en una sociedad, y de generar empleos dignos.
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(3.3).- El empleo productivo y digno con salarios justos.
La generación de puestos de trabajo no puede dejarse en manos de mecanismos informales, ni tampoco a la manipulación de medidas populistas.
Deben estudiarse e impulsarse políticas generadoras de empleos productivos, en condiciones que garanticen la dignificación del trabajador, y con una remuneración justa que responda a las necesidades fundamentales de su familia.
El fiel cumplimiento de las normativas internacionales en materia del trabajo no pueden agotarse en los espacios jurídicos, sino utilizarse en el marco de acuerdos concertados de carácter estatal (no sólo de gobiernos) con el objetivo de ampliar los espacios de producción, de distribución y de consumo.
La justicia en términos salariales no debe enmarcarse en la mercantilización del trabajo, sino responder a las necesidades integrales de las personas y sus familias. El salario no debe acotarse únicamente en la dimensión personal, sino asumir también la problemática familiar.
(3.4).- Una Seguridad ó Previsión Social Integral y Solidaria.
Según el Art.23 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, y el Convenio 102 de la OIT, se deduce que "La Seguridad Social tiene como objetivo proteger a todos los miembros de la sociedad frente a todas las contingencias a que se exponen a lo largo de la vida. Por ejemplo: la salud, vejez, cargas familiares, accidentes de trabajo, invalidez, muerte o desempleo y la respuesta a esas contingencias debe ser garantizada obligatoriamente por el Estado, siendo éste responsable de su cumplimiento, asegurando el carácter redistributivo de la riqueza con justicia social".
La Protección o Seguridad Social debe ser un patrimonio del Bien Común, de carácter público y estatal (ni gubernamental, ni privado) donde todos los actores sociales (Trabajadores, Empresas y el Estado) deben asumir su responsabilidad con relación a todo el sistema, aportando los recursos necesarios para su sostenimiento y proyección.
La Protección o Seguridad Social tiene 5 Principios Fundamentales:
- (II) La Universalidad: que significa amparar a toda la población sin discriminación alguna de raza, edad, nacionalidad, género, religión, o en virtud de su calidad de trabajador, ya sea dependiente o independiente, civil ó militar, trabajador manual o profesional.
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Su aplicación y desarrollo implica garantizar la más plena participación de los actores sociales en su elaboración, con responsabilidad social y política (del Estado, Empresas y Trabajadores) para financiarlo, administrarlo, desarrollarlo como sistema y promover su internacionalización para facilitar la universalización de los convenios y mecanismos de complementación y asumir su vigencia en todo el territorio Latinoamericano.
Este modelo de Protección Social debe fundarse en los 5 principios enunciados, adaptando su aplicación a las características de cada sociedad, siendo las fuentes de tributación deben ser progresivas (sin topes superiores), es decir, solidarias, para que opere como un eficaz mecanismo de distribución económica.
El principio de la Universalidad obliga a asumir, con formas creativas y particulares para cada caso, la problemática de los trabajadores insertos en la denominada "economía informal".
El sistema de Protección o Seguridad Social debe asumir como servicios, respuestas a la totalidad de las necesidades básicas fundamentales de las personas: salud integral, promover el sano crecimiento de las familias, garantizar el fácil acceso a una vivienda digna, asumir la educación como tarea prioritaria, promover la formación y capacitación técnico-profesional, promover el empleo y garantizar la subsistencia básica con programas de seguro de empleo, desarrollar políticas integradoras y de protección para personas con impedimentos físicos, garantizar un ingreso digno en los programas de jubilación y pensiones, asegurar la cobertura de gastos por fallecimiento y atención posterior a los familiares, promover el desarrollo psico-social con lugares de descanso para la recreación, guarderías infantiles y hogares geriátricos.
La mejor garantía para que este sistema pueda ser eficaz y coherente con sus objetivos, radica en que su diseño y construcción debe ser compartido, es decir, consecuencia de la concertación de los diferentes sectores afectados, respondiendo a los fundamentos y exigencias del Modelo Alternativo de DHI.
(3.5).- Otros mecanismos de distribución equitativa de la riqueza como políticas socioeconómicas articuladas.
No es posible ni sustentable concentrar únicamente por la vía salarial, una equitativa distribución de la riqueza. Aumentar salarios para cubrir las necesidades de alimentación, salud, vivienda y educación, sólo debe asumirse en forma parcial, ya que resultan más estables, racionales y coherentes, el control y reducción del costo de los alimentos ó programas de subsidios compartidos (empresas-estado con reducción de impuestos e intermediación); servicios integrales de salud para el trabajador y sus familias; programas de créditos (con bajo interés y largo plazo) para la compra, construcción o remodelación de las viviendas; así como garantías para una educación integral y de calidad, y formación profesional para los hijos; etc.
Existen muy importantes iniciativas en Latinoamérica que en forma tripartita han permitido desarrollar políticas socioeconómicas alternativas, creativas y eficaces en su realización y resultados.
(3.6).- La Economía Solidaria.
Nuestra visión humanista de la economía nos lleva a proponer la arquitectura de una Economía Solidaria.
Economía Solidaria, porque tanto en el proceso de adjudicación de los recursos, como en la producción de bienes y servicios y en el proceso de acumulación y de distribución del ingreso, se debe pensar en la persona humana, su familia y el beneficio de la comunidad. La Economía Solidaria moviliza a las personas en torno al valor ético de la solidaridad, colocando al trabajo humano como el factor fundamental en la generación compartida de la riqueza, maximizando la cooperación en los intercambios en el mercado, superando así los desafíos de la competitividad.
Una Economía Solidaria sólo es posible si se tiende a construir en la sociedad, una cultura humanista y solidaria, si se promueve una visión del compartir, y no sólo del competir.
En una cultura meramente mercantil, en una actividad económica donde solamente interese el lucro, la voracidad por la acumulación y la concentración de la riqueza, será muy difícil implementar una Economía Solidaria.
La visión, misión y articulación de una Economía Solidaria suponen y exigen una profunda transformación de la mentalidad rentista y de la estructura injusta que caracterizan al "capitalismo salvaje".
Una economía solidaria busca racionalizar y humanizar la relación necesaria entre el capital y el trabajo, entre la amenaza de la inflación, la generación del empleo y el avance tecnológico, buscando encontrar un equilibrio entre la dimensión "micro y macro" de la misma. Lo busca igualmente para la relación entre "costos y beneficios", y por sobre todo, para la relación entre las necesidades de una población y los recursos escasos de que puede disponer una sociedad.
Debemos afirmar que el drama del desempleo, de la pobreza crítica, el atraso y la exclusión social, es posible combatirlo y derrotarlo dándole a la ECONOMÍA una nueva dimensión para que también tenga un ROSTRO
(3.7).- Política fiscal justa, compartida y solidaria.
El desarrollo de una equitativa y efectiva Política Fiscal o de Finanzas Públicas es tarea esencial y primordial del Estado, el cual debe dedicar una especial atención al financiamiento de los servicios básicos, sin sustituir la función privada.
Se hace necesario aplicar una responsable carga impositiva con justicia social y por vía de impuestos directos, superando progresivamente toda forma de impuesto indirecto por su carga injusta y regresiva.
Una sana política tributaria debe basarse en el principio de equidad: "pagar más quienes más tienen, cada uno de acuerdo a sus posibilidades y apoyar solidariamente a los más carenciados".
Con necesarias medidas de control necesarias debe evitarse toda forma de evasión, y ubicar los niveles de aportación necesarios y los subsidios convenientes y necesarios, siempre transitorios.
Debe conciliarse una relación equilibrada de las finanzas públicas (presupuestos y gastos), con decisiones participativas, control efectivo, prioridad productiva e inversión social.
(3.8).- Estabilidad de precios y consumo responsable.
El desarrollo humano racional e inclusivo de la economía, pasa necesariamente por la superación de toda forma de inflación y el aseguramiento de una efectiva estabilidad de precios. El combate contra la inflación no puede hacerse por la vía de contraer la actividad económica y especialmente el consumo.
Debe ser función de todo Banco Central la regulación de la emisión de moneda, así como controlar y evitar toda forma de inflación y garantizar una estable actividad económica.
Un nuevo perfil de consumo trazado a partir de satisfacción de las necesidades básicas y de superación de toda la población, y no de minorías consumistas, contemplando las necesidades presentes y futuras para no sacrificar el ahorro y la inversión, sino estimulándolos.
Se debe promover, por ejemplo, un consumo responsable de bienes y servicios producidos en la región latinoamericana. Un consumo desordenado, estimulado por una publicidad desestabilizadora de las reales necesidades humanas, debe ser críticamente estudiado a fondo para orientar en forma adecuada a la población y adoptar una actitud de mayor responsabilidad y austeridad.
La sociedad consumista distorsiona las verdaderas necesidades de la población. Un nuevo perfil de consumo representa un reto económico, una tarea cultural y un desafío en la constitución de asociaciones de consumidores.
(3.9).- Un proceso de integración en el marco de la Comunidad Latinoamericana de Naciones.
Todo nuevo modelo de desarrollo exige perentoriamente avanzar hacia nuevas metas de Integración Latinoamericana. La ampliación de los espacios y de los mercados y el uso racional de los recursos, así como las exigencias de la eficiencia económica, nos obligan a plantearnos la UNIDAD y la INTEGRACIÓN de América Latina:
- – Una relación y ensable de empresas, junto a una racional promoción de las PYMES y las Micro-Empresas.
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4.- El diálogo social
Una sociedad promueve un DHI cuando crea las condiciones objetivas y subjetivas para que cada uno de sus miembros pueda desplegar plena y libremente sus potencialidades como persona y como trabajador, y que el resultado de su esfuerzo lo conduzca a satisfacer sus necesidades humanas fundamentales.
Los bienes deben estar al servicio de todos, y la propiedad privada no puede constituir para nadie un derecho incondicional y absoluto, haciendo coherente y efectiva la función social de la propiedad y por consiguiente, el destino universal de los bienes más directamente vinculados al desarrollo de cada persona, de su familia y de la comunidad.
El desarrollo integral de las personas y el crecimiento productivo de una nación no puede ser tarea exclusiva del Gobierno ni de ningún sector de la sociedad, sino una responsabilidad conjunta de todos y consecuencia de un efectivo y amplio diálogo social. El "tripartismo" (estado, empresa y trabajadores) es un mecanismo obligante para una efectiva y racional concertación productiva nacional.
5.- Una actitud responsable
(5.1) Ante la historia y nuestros pueblos.
Normalmente, aunque no de manera tan generalizada, se analizan hechos y situaciones y se apoyan por considerarlos positivos o se critican por sus negativas consecuencias.
Las posiciones que se adopten o que se omitan, siempre están influenciadas en forma determinante por los parámetros de referencia, por las conceptualizaciones que se esgriman para mediarlas o compararlas.
Responsablemente, los que tenemos una opinión crítica sobre la situación que padece nuestra región latinoamericana, no nos podemos quedar únicamente con las críticas a los hechos o resultados de tales o cuales políticas. Debemos adelantarnos y tomar como referencia algunas previsiones (como en este caso hace el FMI), para hacer propuestas y evitar que se vuelva a repetir la misma historia, la de lamentarnos de las consecuencias, en vez de hacer esfuerzos para que efectivamente "cambien las causas".
Precisamos desarrollar una nueva CULTURA ECONÓMICA, que nos permita avanzar hacia un nuevo DESARROLLO.
Por eso nos proponemos una economía que se afinque en el hombre libre y solidario y en el ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO CON RESPONSABILIDAD SOCIAL.
PROPONEMOS UNA ECONOMÍA SOCIAL, ES DECIR, UNA ECONOMÍA SOCIALMENTE COMPROMETIDA, ORIENTADA AL BIENESTAR DE TODOS.
Más allá de las resultantes que deberemos analizar al comienzo del año 2011, y que deseamos sean diferentes a "lo de siempre", nuestras posiciones estarán fuertemente dominadas por las propuestas que hoy estamos haciendo.
Se puede estar de acuerdo o no con las mismas, pero nadie podrá negarnos el derecho de pretender ser responsables ante nuestros hermanos y nuestros pueblos, cuando no nos resignamos a aceptar el "repítame la dosis", cuando esa receta, una y otra vez, proviene de un no querer cambiar el diagnóstico.
(5.2) A partir de nuestra propuesta
Este Documento de Propuestas Especiales está enmarcado y orientado en base a nuestro Estudio.2: un Modelo Alternativo de DHI, elaborado conjuntamente por los miembros del CELADIC y editado en Marzo del 2009.
En síntesis, consideramos necesario y urgente promover:
- CON CONTENIDO SOCIAL, en donde la persona humana sea el sujeto, principio y fin de la economía; que provoque la satisfacción de las necesidades de todos los habitantes de un país, de la región latinoamericana y del caribe y no que beneficie solamente a una minoría de los mismos.
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Desde nuestra perspectiva planteamos la urgencia de superar definitivamente todo pensamiento único, ir más allá de las declaraciones meramente críticas, y articular en la presente década, un modelo alternativo que nos permita superar la crisis actual y configurar la América Latina-Caribe que (todos) queremos y anhelamos construir en el presente Siglo XXI.
Estamos exigidos a tener y articular un nuevo enfoque estratégico para toda la región, fundado en tres ejes que deben asociarse y complementarse: Identidad, Integración y Desarrollo.
IDENTIDAD como proceso de recuperar, recrear y profundizar nuestras raíces culturales, fundada sobre la centralidad de la persona y del trabajo humano, la justicia social, el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad.
DESARROLLO en su dimensión integral y sostenible, asumiendo la consolidación democrática, promoviendo una economía productiva que dé respuesta a las necesidades de nuestros pueblos, y supere la marginalidad social y la exclusión. Con una tasa de utilización de los recursos renovables que no exceda sus tareas de regeneración; una tasa de consumo de los recursos no renovables que no exceda la tasa de reproducción de los recursos sustitutos; tasas de generación de desechos que no excedan la capacidad del medio ambiente de asimilarlos.
INTEGRACION no como una sumatoria de países, ni un concierto de mercaderes, sino como la construcción de una Comunidad Latinoamericana de Naciones, no en contra de nadie, sino a favor de las merecidas aspiraciones de nuestros pueblos.
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[1] Revista 78 – CEPALC.2002.
[2] Dr. James Tobin, estadounidense, Premio Nobel de Economía (1981), presentó en 1978 la propuesta de gravar con un impuesto de 0,1 a 0,25% todas las transacciones financieras transnacionales para constituir un Fondo de Compensación. Significaría (según Tobin) "echar arena en el aceitado mecanismo de las especulaciones financieras internacionales". En 1978 se estimaba que en un año la Tasa Tobin alcanzaría a recaudar más de 1.000 millones de dólares para el referido Fondo, destinados a la cooperación al desarrollo en los países más necesitados.