Teníamos hambre; teníamos sed
29 septiembre 2014
Esa tarde fue la última del verano. Clara y yo salimos corriendo del coche y, corriendo también, bajamos a la playa. Allí la una empezó a perseguir a la otra. Nuestros trajes seguían nuestro ritmo y no perdían el pulso de nuestra velocidad, o así nos lo parecía. 
Esa tarde fue la última del verano. Clara y yo salimos corriendo del coche y, corriendo también, bajamos a la playa.
Allí la una empezó a perseguir a la otra. Nuestros trajes seguían nuestro ritmo y no perdían el pulso de nuestra velocidad, o así nos lo parecía. Íbamos muy rápidamente. Teníamos hambre; teníamos sed. Queríamos jugar con el mar y sumergirnos en él. Queríamos pisar la arena con nuestros pies. Mojarnos la cabeza en ese océano sin fin y luego chupar la sal que habría impregnado nuestros ahora ya desordenados cabellos. Saltar y chapotear, jugar y corretear, y reírnos, y llorar. Pero todo -¡todo!- cerca de aquel mar.
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