Socios en el radicalismo catalán
Todo indica que estamos ante una de esas jugadas a varias bandas que tanto le gustan al presidente del Gobierno. El apoyo de ERC e ICV, los dos partidos con los que los socialistas gobiernan en Cataluña, le vendría de cine. Son grupo parlamentario en Madrid y si cuenta con ellos le faltarían sólo dos diputados para contar con una nueva mayoría. Así podría olvidarse tranquilamente del PNV y de CiU.
ERC e ICV necesitan estar, quieren estar, en el Gobierno catalán. Por eso Zapatero ha filtrado que podría adelantar las elecciones catalanas para contar con el apoyo de CiU en Barcelona y en Madrid. Les ha intentado amedrentar y rebajar sus pretensiones. ERC la semana pasada volvió con su "lista de la compra" que tanto les justifica ante sus electores: acuerdo de financiación ya, más competencias y una resolución favorable del Tribunal Constitucional al Estatuto de Cataluña. Ha comenzado, otra vez, el regateo de siempre, la impúdica bilateralidad.
En la pasada legislatura a Zapatero le funcionó. En esta ya veremos. Se va a entender muy mal que el presidente del Gobierno, con una crisis de cuatro millones de parados, en lugar de acercarse al PP para alcanzar algo parecido a ese "pacto nacional" que le reclama el presidente del BBVA, Francisco González, y que tan buen resultado dio en la transición con los Pactos de la Moncloa, busque socios radicales que aumentan el ya disparado déficit.