Rara lucidez

El protagonismo de la sociedad es la única salida de un ambiente político asfixiante, del que -mientras continúe así- poco se puede esperar. Se apela a la dimensión trascendente de la persona humana, sin caer en confesionalismos improcedentes. Sólo echo en falta -aunque está implícita- una referencia más clara a la dimensión cultural de la crisis y de su solución. Los ciudadanos españoles no debemos descargar en otros el peso de la mediocridad común, sino preguntarnos qué podemos hacer de positivo, sin esperar a que nos den permiso para hablar y actuar, o que otros nos proporcionen los medios para hacer algo eficaz. La propia actuación personal es eficaz. Los medios no son lo decisivo. En todo caso, los medios que actualmente están en juego son inadecuados para romper la costra de resignación y cinismo que nos envuelve.
De los españoles actuales se puede decir que somos unos "desamorados". Amamos poco a nuestra patria y no nos apreciamos suficientemente unos a otros. No acertamos a ver lo que todos -también los presuntos adversarios políticos- tienen de positivo. Hay que romper este ritmo cansino y desconcertar a los espectadores con una actuación no convencional, en la que se manifieste una visión positiva y esperanzada de nuestra posible convivencia.