Por qué releer Persuasión, de Jane Austen: dos notas
I.
Siempre es tiempo para las buenas maneras, incluso si el mercurio escala los treinta grados estivales y todo invita a dejarse llevar. Las novelas de Austen vuelven a ponerlas de moda, una y otra vez, con esa tozudez innata a los clásicos. ¿Romanticismo? Algo mucho más profundo que lo que esta etiqueta tópica parece referir. En dos notas no voy a desentrañar todos los méritos del milagro Austen –tampoco sabría hacerlo-, pero por lo que hace a las buenas maneras, solo señalo que un filósofo posmoderno como Byung-Chul Han las propone como respeto por el otro y reconocimiento de la diferencia… En Persuasión -novela de madurez de Austen- Anne y el Capitán Wentworth entablan esa delicada dialéctica, y nosotros, como lectores, asistimos al prodigio.
II.
La dignidad personal impone sus antesalas, la sentimentalidad reclama una pedagogía. Persuasión nos emociona porque todo el proceso clarificador que experimentan los personajes en sus pasiones, todo el lento desliarse del lío de la intricada peripecia nos da en la lectura una percepción de la magnitud y el valor del amor humano, precisamente en el contexto más cotidiano y prosaico. Precisamente en el nuestro.