Las diferentes realidades europeas

España · PaginasDigital
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7 julio 2014
El inicio de la presidencia de turno de la Unión Europea por parte de Italia, junto con el reparto de cargos dentro de las principales instituciones europeas, han puesto de manifiesto, una vez más, la dificultad de aunar las diferentes realidades nacionales y la necesidad de buscar una mayor armonía entre los países de mayor peso dentro de la Unión Europea. Tras la etapa en que el eje franco-alemán (Sarkozy-Merkel) permitió tomar impulso a la compleja integración europea, parece que hemos entrado en una nueva etapa de indefinición donde cada país intenta imponer su fuerza, debilitando la construcción de una Unión Europea cada vez más decisiva y con mayor capacidad de influencia en los asuntos internos de cada país.

El eje franco-alemán se rompió en 2012 con la derrota de Nicolás Sakozy en las presidenciales europeas. El nuevo presidente francés, Hollande, además de ser socialista y no de derechas como Merkel o Sarkozy, tomó una medida muy poco del gusto de Merkel y sus políticas de austeridad como fue volver a poner la edad de jubilación a los sesenta años, cuando Sarkozy la había retrasado dos años como manera de poder controlar el sistema de pensiones. La brecha entre Francia y Alemania se iría abriendo cada vez más por dos razones fundamentales: primero, el inmovilismo que ha presidido la vida política francesa desde los tiempos de Mitterrand, y que ha dejado pendiente la modernización económica de Francia; y segundo, la incapacidad de los dirigentes franceses para crear gobiernos de coalición, al estilo del que actualmente existe, por ejemplo, en Alemania entre demócratacristianos y socialdemócratas.

Mientras, España e Italia han estado muy cerca de ser intervenidos por la Unión Europea, alcanzando sus respectivas primas de riesgos cifras elevadísimas: sin la intervención del Banco Central Europeo (BCE), y sin el cambio de gobierno en ambos países (en uno merced a una amplia victoria electoral (España) y en otra como consecuencia de la obligada dimisión del entonces Primer Ministro Silvio Berlusconi (Italia)), no hubiera sido impensable una intervención de sus respectivas economías al estilo de Grecia, Portugal e Irlanda. A ambas les salvó también el importante volumen de su economía, ya que hablamos de la tercera (Italia) y cuarta (España) economías de la eurozona.

Tanto España como Italia han emprendido el camino de las reformas, pero siguen siendo muy limitadas para los que sus países necesitan. Ambos poseen una descomunal deuda nacional, un elevadísimo gasto público y una altísima tasa de paro juvenil: Italia tiene la mitad de paro que España, pero Matteo Renzi no dispone de la mayoría parlamentaria tan cómoda que tiene Mariano Rajoy en España. Eso sí, ambos están sin rival político en este momento: en España el Partido Socialista está a la búsqueda de un nuevo líder, mientras en Italia el centroderecha sigue sin encontrarlo porque nadie releva a un Berlusconi cuyo final político parece haber llegado de manera definitiva.

Y a todas estas seguimos con el mismo problema de siempre del Reino Unido, un país que, como diría el economista Juan de Iranzo con fina ironía, siempre ha sido ´mediopensionista´ en la Unión Europea. Todavía no ha entrado en la moneda única, y sigue apostando por una mera política de intercambios comerciales frente a los que quieren una mayor convergencia de las economías nacionales. Es posible que Cameron esté dispuesto a profundizar en el europeísmo de la UE, pero las últimas elecciones europeas han dejado claro que sigue habiendo una mayoría de sus conciudadanos que miran demasiado de reojo el proceso de construcción europea.

Si hay algo claro es que las economías del centro y norte de Europa han de acercarse más a las del sur, porque tan importante ha sido Alemania y el Benelux en la construcción de Europa como Francia o Italia. Todo ello sin olvidar a los países del este, que en casos como el de Letonia están viviendo un crecimiento económico que debe ser reconocido y que está suponiendo la incorporación de todo el espacio oriental a una integración europea a la que le faltaban países tan europeos como los occidentales. Pero, mientras todo consista en que Alemania siga imponiendo un ritmo demasiado alto, entonces se abrirá cada vez más la brecha entre ésta y Francia, Italia y el Reino Unido. Alemania ha dado ejemplo a toda Europa con sus coaliciones de los dos principales partidos, pero a partir de ahí ha de incentivar la estabilidad política en otros países tan necesarios como el suyo, y uno de ellos es precisamente Italia.

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