La infanta y la guillotina. La viñeta de hoy.
Esta semana no se ha producido ningún juicio a la monarquía, ni sobre su función moderadora en la convivencia de todos los españoles. Aunque la comparecencia de la presunta- me cuesta mucho llamarla infanta- haya abierto telediarios y portadas, la abdicadión del rey emérito y el impecable reinado de Don Felipe VI, han conjurado cualquier efecto que no se circunscriba a la ciudadana Cristina, la única en cuestión. De infanta a peón, por España, por su democracia y por la justicia.
España no tiene unos políticos a la altura ni de los retos ni de la historia de España. No existen en España una élites organizadas para el bien común, sino que parece que todo, desde los grotescos programas de TV hasta unas universidades que han pasado de masificadas a no enseñar pensamiento crítico a sus alumnos, sirve para hacer de la sociedad española una sociedad mediocre, salvo por los retazos de solidaridad y amor al prójimo, que se empozoñan con el odio y la revancha de populistas, comunistas y estalinistas. Todo español debe aspirar a ser élite, a tirar de su país, a ser ejemplo, a formar una familia, tener hijos y un trabajo, a no depender del estado pero a pagar impuestos para los que lo necesiten más. Si hemos perdido este ímpetu como pueblo, es porque hoy las infantas se comportan como críos de colegio, o de reformatorio.
Seamos élite, impulsemos en cada parcela de nuestras vidas, las vidas de los demás y su responsabilidad personal. El otro nos acompaña en el camino. No es un enemigo, es un amigo, y así se lo tenemos que decir, aunque nos robe o nos quiera eliminar todas nuestras libertades.