Graziano Delrio, nuevo Ministro de Infraestructuras y Transportes
El problema es a quién va a elegir Renzi como mano derecha. Una de las escogidas podría ser Deborah Serraciani, Vicesecretaria del Partido Democrático (PD) y quien ya adelantó en su momento lo que sucedería con la elección de Sergio Mattarella para la Presidencia de la República (dejó claro que todo sucedería a partir de la cuarta votación, y así fue). Otra persona en la que Renzi podría poner su confianza es en la joven María Elena Boschi, Ministra sin cartera encargada de Reformas Constitucionales, pero resulta difícil por lo inmersa que se encuentra en este momento en dichas reformas constitucionales. Todo esto sin olvidar que debe tener en cuenta la opinión de su socio de gobierno Angelino Alfano, ya que Lupi, anterior titular de la cartera, pertenecía al partido de Alfano y no al de Renzi. Es posible que Renzi imponga el que no sea alguien del NuovoCentrodestra sea quien vaya a parar a su puesto de máxima confianza, pero para ello se guarda la carta de que también hay que nombrar a un nuevo titular de la cartera de Asuntos Regionales, vacante desde que la ministra Lanzetta, del PD, presentara su dimisión a finales de enero.
Por cierto que en medios de comunicación italianos se habla de la posibilidad de que esa cartera se transfome en un ministerio para el Sur de Italia, lo que tiene mucha lógica. El llamado Mezzogiorno ha sido un feudo tradicional de la democraciacristiana, pero a partir de 1994 pasó a ser terreno de Forza Italia. Ahora es la Liga Norte la que busca sus votos, pero Renzi, como buen demócratacristiano, sabe que es un territorio a reconquistar por su partido y que debe hacerlo cuanto antes. No olvidemos, además, que el Presidente de la República, el palermitano Sergio Mattarella, es oriundo precisamente de una de las provincias que componen el Sur de Italia (la isla de Sicilia).
Mientras, el Gobierno enfila su segunda año de existencia en mitad de muchas incertidumbres. Renzi tiene la esperanza de que lleguen pronto las inversiones y de que la inyección de estímulo del Banco Central Europeo (BCE), junto con los fondos del llamado Plan Juncker, sirvan para dar aire para una economía maltrecha donde el paro se mueve todavía en niveles tolerables (poco más del 10%) pero que no oculta la realidad de que el talento se está marchando del país y que Italia pierde población activa a la par que gana población jubilada, envejeciendo el país a velocidad de vértigo.
En ese sentido, Renzi juega de momento con la ventaja de no tener rival político, con un Grillo a la baja, un Berlusconi que es pura decadencia y un Salvini que todavía tiene que crecer mucho para configurarse como una auténtica alternativa. Pero esto no durará mucho, como la masa crítica con Renzi dentro del PD no durará tampoco mucho callada y obedeciendo si el Gobierno no es capaz de transformar el paisaje económico y vuelve a ser una auténtica potencia industrial. De momento, Renzi renuncia a tener cerca a su hombre de máxima confianza (Delrio) para que este controle todo el tema de las infraestructuras, y veremos si acierta o no con la elección de alguien para un puesto tan sensible como es la subsecretaría de la presidencia del Consejo de Ministros.