Venezuela: en una etapa crucial de su historia

Mundo · Ricardo Fuentes (Caracas)
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13 enero 2011
Cuando todos los países de la región, a excepción de Haití por causas muy naturales, se han beneficiado durante el pasado año de un crecimiento en su producto nacional bruto superior al 6%, Venezuela no sólo ha acusado un decrecimiento del 2,6%, sino que presenta el índice inflacionario más alto, superior al 30%.

Este hecho, especialmente grave por provenir de un país exportador de petróleo, no obedece a razones exclusivamente económicas, sino a la imposición de un modelo político que hizo fracasar al imperio soviético y obliga  a los dirigentes cubanos a revisarlo y buscar alternativas.

La reciente eliminación de un dólar preferencial para la compra de materias primas importadas y alimentos, permite augurar una mayor inflación y el consecuente impacto negativo sobre la gran mayoría de la población.

El haberse transformado en el país más violento de Latinoamérica (superando a México el pasado año), con enormes déficits en materia de viviendas y un proceso de estatización que por la ineficacia gubernamental está destruyendo la capacidad productiva nacional, un colapsado sistema de salud, un permanente intento estatal de asumir la integral responsabilidad educativa, y la creciente pauperización de la población, además de la sistemática represión a los medios de comunicación, muestran la crisis de un modelo que intenta ser totalitario y militarista.

Este proceso conllevó a que el Gobierno perdiera la mayoría en las recientes elecciones parlamentarias. 

La reacción era de esperar: violentando los escasos márgenes de convivencia democrática que aún quedan, el oficialismo hizo aprobar una Ley Habilitante que le confiere al presidente la potestad de legislar durante 18 meses, aun por encima de la nueva Asamblea Nacional elegida por decisión popular.

Pasada la sorpresa y las fiestas, y reiniciando las actividades, la Conferencia Episcopal Venezolana es la primera que hace un balance serio y responsable de la situación y con valentía lo expresa en una declaración que sin lugar hará historia, y de la que vale. Esperemos que sea, como lo expresan los obispos, un llamamiento al diálogo y la unidad, que sea escuchado y aceptado.

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