Sobre noticias de muerte

Mundo · José Andrés-Gallego
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20 febrero 2014
Las noticias se amontonan con un asombroso contraste. Ya sé que pasa desde hace más de medio siglo. Pero hablo de hoy. Patxi ha dejado colgada en Facebook la fotografía de una mujer dilapidada hasta morir, en un país islámico y por tener una cuenta en Facebook precisamente. Qué atrocidad. Gracias a Dios, aquí no ocurre eso.

Las noticias se amontonan con un asombroso contraste. Ya sé que pasa desde hace más de medio siglo. Pero hablo de hoy. Patxi ha dejado colgada en Facebook la fotografía de una mujer dilapidada hasta morir, en un país islámico y por tener una cuenta en Facebook precisamente. Qué atrocidad. Gracias a Dios, aquí no ocurre eso. Aquí sólo nos piden la mezquita de Córdoba, o sea la catedral. A lo mejor están dispuestos a cambiarla por Santa Sofía de Constantinopla, que lleva todavía más siglos convertida en mezquita. Y, en vez de lapidar a musulmanas, vamos a practicar en Bélgica la eutanasia infantil activa. Como me jubilo en cosa de meses, he puesto las barbas a remojar. Igual aprueban un impuesto –en la UE– a pagar por todos los viejos que no nos muramos al jubilarnos. Si somos “clases pasivas”, estaría justificada –léxicamente al menos– la eutanasia pasiva.

Menos mal que la ONU protege la justicia universal y que sus jefes han amonestado a Rajoy por no ciscarse en Franco y sus secuaces y perseguirlos como Dios manda, ahora que han muerto. Como gente recta que son –los de la ONU y muchos otros–, se mantienen ternes en el proverbio francés que hace al caso: qué bien juegan los ratones, muerto el gato. Si no, menudo lío: tendrían que defender la justicia universal y aplicarla a los que han lapidado a esa joven musulmana y a los padres que den el visto bueno a que sus hijos se eutanasien, y podrían incluso empitonar al mismísimo Putin como militante que fue del antiguo Partido Comunista (y nada menos que del Ruso).

¿Y qué decir de Merkel antes de la caída del telón? Eso sería el colmo. Les aconsejo vivamente –digo a los onubenses, o sea los de la ONU– que se mantengan en el sabio proverbio francés que he dicho. Ahora, incluso pueden enjuiciar a Carrillo y, sin que les tiemble el pulso, condenarlo a cadena perpetua. Que no quede en pie ni un solo sospechoso (fallecido) de genocidio.

Lo malo es si se tiene por tal el aumento de los suicidios en España en un once por ciento y su relación con la provocación y “solución” de la crisis económica. Por favor, no se les ocurra pensar que los especuladores que la provocaron hicieron nada contra la humanidad y cabe compararlos con Franco o con Carrillo. Ni mucho menos que la consiguiente creación del oligopolio políticofinanciero que nos gobierna –para salvarnos, claro– se ha formado con dinero del prójimo, nuestro sin ir más lejos. Son gatos vivos; compréndanlo.

Y sonrían. Un pastor de la sierra de Madrid me decía hace un par de días que él va a jubilarse también y le gustaría vivir lo que le quede de vida “sin lucharla”. Por lo menos, vamos a lucharla a nuestro modo: pacífico y benéfico.

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