Sánchez-Milei: el «show» debe continuar
La política contemporánea, en España y en el resto del mundo, va de espectáculo y audiencias. Lo explicaba Luis Miller en un artículo reciente. Los ejemplos de esto abundan en las últimas fechas.
Hace algunas semanas nuestro presidente tuvo en vilo al país con su no dimisión, luego las declaraciones del ministro Óscar Puente en las que insinuaba que Javier Milei “ingería sustancias “. Y sigue el “espectáculo” cuando el presidente argentino ha contraatacado señalando a la esposa del presidente español como corrupta (que hasta que la justicia no diga lo contrario tiene presunción de inocencia).
El problema es que este “espectáculo” no es una serie que se ve en la televisión sino que polariza a la sociedad y acaba degenerando en un desencanto hacia la política además de dañar las relaciones personales y económicas entre ambos países.
Política para forofos de equipos de fútbol como si fueran los seguidores del Boca Juniors y el River Plate. A ambos líderes toda esta polémica les sirve para presentarse ante su parroquia como los diques de contención frente a la “ultraderecha” o contra los “socialistas” o “zurdos”. Pero la vida cotidiana se mueve en otras coordenadas. ¿Qué hay de los jóvenes que difícilmente pueden independizarse? ¿Qué hay de los parados? ¿Qué pasa con la gente que vive en soledad? ¿Cómo afrontar el desafío de la inmigración? De esto no se habla.
Se equivoca el Ministro con unas declaraciones desafortunadas, se equivoca Sánchez al no censurar las declaraciones de su ministro y le sirven en bandeja a Milei su momento de gloria.
Daría para otro artículo o quizá una Tesis Doctoral entender qué nos ha pasado para que cierta derecha vea a un personaje histriónico como Milei como una salvación.
Se equivoca la izquierda cuando para combatir a la que llama ultraderecha niega la conversación e impone la cultura de la cancelación. En el fondo la ultraderecha es la respuesta, exasperada si se quiere, frente a desafíos que no se han sabido resolver adecuadamente. Se equivoca la derecha, me explicaba un amigo, cuando frente a los desmanes de la izquierda reduce su respuesta con más individualismo: mi libertad, mi dinero, mis derechos, mi educación concertada… cosas justísimas pero dentro de un marco de derechos sociales y donde tenemos en cuenta al resto de la sociedad.
Feijóo ha dicho que quiere ocupar un espacio de moderación entre Milei y Sánchez. Me parece muy bien pero la moderación pasa por conversar y afrontar los problemas reales. La moderación no es un estado de ánimo sino que se concreta en afrontar la realidad con realismo.
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