Sánchez, exalcalde de España
Los conservadores suman en España. Los escaños de los concejales y diputados regionales de populares y de VOX, suman como para conjurar y revertir las políticas de la izquierda de los últimos años, aunque sea a escala local y regional. Con VOX se podrá gobernar, pero contra VOX será imposible, en el nivel local y regional, y en el nivel nacional. La lista de reformas y derogaciones es más larga que la lista de la compra de Carpanta.
El mapa de España se ha teñido de azul, después de siete años. El partido de Feijóo ha ganado en 9 de 14 CC.AA., y en 30 capitales de provincia, por lo que el efecto atlántico, el efecto Feijóo, existe. Sevilla, Madrid y Valencia, así como las Comunidades de Madrid, Aragón, La Rioja, Baleares, Murcia, incluso Extremadura (a la hora de cierre de esta edición), van a ser el campo de juego para el pacto PP-VOX, que ya se editó en Castilla y León, y que en Valladolid se revalida al obtener mayoría posible la misma coalición que preside el gobierno regional.
La gran incógnita será, planteadas estas elecciones en clave presidencial y nacional por el propio Sánchez, como afectarán los posibles pactos azul-verdes en sus respectivos electorados, y en los demás, toda vez que el PP se habría quedado con el voto moderado del ya oficialmente extinto partido naranja -Ciudadanos-, que no obtiene representación ni en Madrid capital. Tampoco la obtiene Podemos, que deja a Yolanda Díaz como única valedora de la izquierda radical, más si cabe al perder Compromís el gobierno valenciano y Colau, la alcaldía de Barcelona.
El nuevo ciclo está ahí, se inicia antes del verano, y el país entra en modo piloto automático, a pesar de los retos globales a los que se enfrenta España y la Unión Europea. Al presidente Sánchez la presidencia rotatoria de esta (aunque no olvidemos, que la Unión Europa ya tiene presidente del Consejo Europeo, Charles Michel), le puede alejar más que acercar, del electorado español, castigado por la inflación, los precios de la vivienda y la precariedad laboral.
El PSOE no revalida sus mayorías y ahora, la pregunta que se hará no será otra que la de cómo contentar a sus socios. ¿Reformando de nuevo el Código Penal? ¿Cediendo aun más la tradicional posición española sobre el Sahara español? ¿Sacando más encuestas del CIS ultra congeladas? ¿Transformando aun más la propiedad, la empresa, la familia, la vida, la muerte, hasta la manera de comer? Por enumerar algo… Pactar con un conjunto de partidos cuyas políticas, a diferencia de las de VOX, no son nacionales, que fundamentan su progresismo en la deconstrucción posmoderna de la persona, el estado, la sociedad, la familia, la moral, la religión, la educación,…. de todo, sin nada que dar a cambio, será más difícil.
Los partidos de izquierdas, sobre todo de corte nacionalista (Compromís) y los regionalistas (el de Revilla), se escudan en que no mandaron sus huestes a luchar contra la “marea gallega”, que vino desde Madrid, demostrando que se puede ser víctima, gobernando o en la oposición, pues sin Madrid no pueden vivir.
Por su parte, el voto extremeño y manchego al PSOE, ha sido más bien a sus presidentes, sobre todo a Emiliano García Page, y ya se sabe que es voto azul en las generales.
Tras estas elecciones se ven venir justas interesantes en el medio plazo, entre Bildu y el PNV y quizá no tan a medio plazo, dentro del propio PSOE, que ha quedado sin poder territorial, a falta de perder, de repetirse el resultado de este domingo, el Gobierno de la Nación en diciembre.
Vox se ha convertido en una tercera fuerza creíble de ámbito nacional, y esto la izquierda radical tratará de solventarlo en una unidad imposible entre facciones y sectas, escisiones de la escisiones y minorías “punkys” que, como buenas minorías posmodernas, deconstruyen a lo Sex Pistols (“Todo a todas horas, en todas partes”, de Stuart Jeffries).
En Madrid, Ayuso y Almeida arrasan, más la primera, y el PSOE se esconde tras Mas Madrid, que baja. Andalucía, que no tenía elecciones regionales, ha convalidado en su gestión al inquilino del Palacio de San Telmo. Málaga brilla. Barcelona es un campo de mimas para el PP, pero recordemos que el PP puede gobernar España sin ganar en Cataluña ni en el País Vasco. El PSOE no, necesita un buen resultado ahí y, además, ya no gobierna Andalucía.
PP y VOX tienen que ponderar muy bien sus fuerzas en las negociaciones de las próximas semanas si quieren que “sus” políticas y “sus” derogaciones, sean una realidad a partir del mes de julio.
Y, finalmente, a modo de obituario, de Ciudadanos y de Podemos solo se pueden recordar las palabras del general Douglas MacArthur: “Los viejos soldados no mueren, sólo se desvanecen”, si es que alguna vez lo fueron. Partidos de flor de un día en una España realmente necesitada de reformas tranquilas, basadas en el acuerdo, y no en las “políticas calcetín”, basadas en dar la vuelta a todo. Les pudo, a uno, la ambición y la cultura woke, al otro, la ideología. VOX y Más Madrid (o lo que lidere Yolanda) habrán aprendido. Son las muletas del PP y del PSOE. Esas dos grandes estructuras (de poder) que son capaces de deglutir a los aprendices de brujo.
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