¿Qué necesitamos en mayo?
Ya estamos en campaña electoral (¿alguna vez no lo hemos estado en los últimos años?) o en la pre campaña que viene a ser lo mismo. Se acercan las elecciones municipales y autonómicas y, por tanto, sube aún más, la tensión política. Hay un aire impostado en muchas de las declaraciones de los políticos y los ciudadanos también somos corresponsables asintiendo acríticamente a la política de la imagen y de la generación del miedo.
Necesitamos vencer la polarización. Esa que hace que pensemos que no tenemos nada en común con el que vota a un partido del bloque distinto al nuestro. Como si nuestras experiencias no fueran comunicables. Esa que hace que no seamos capaces de ver la parte de razón que puede llevar al contrario.
Cada uno deberá juzgar qué propuestas de los partidos ayudan a construir el bien común en los temas importantes. Y, por supuesto, habrá que intentar desplazar a los malos gobiernos. Pero antes, que nada, necesito entender que el que vota a otro bloque no es necesariamente mi enemigo.
Hay que pedirle a los políticos que bajen a lo concreto: sanidad, donde las competencias sanitarias son de las Comunidades Autónomas así que, para bien o para mal, no vale achacar su responsabilidad a Pedro Sánchez, integración de la inmigración, educación…
Necesitamos debates serenos que se abran a la complejidad de los asuntos que permitan desarrollar un sano pluralismo cultural y alejarnos del pensamiento único. Pienso, por ejemplo, en el debate sobre la inmigración.
Necesitamos superar la política de la imagen por la de los hechos concretos. ¿Cómo pueden las administraciones, sobre todo las más cercanas, poner condiciones que favorezcan que puedan surgir en la sociedad civil iniciativas que ayuden a combatir la soledad y el individualismo?
Muchos votantes no queremos ser reducidos a ser un algoritmo al que el partido político al que votamos nos dice lo que queremos escuchar. Para esto es necesario ciudadanos que sean críticos. En primer lugar, con los del propio partido al que se vota. No podemos dejarnos engatusar por eslóganes facilones: “que viene la derechona o que vienen los comunistas”.
Esta actitud crítica hacia al partido por el cual votamos no debe llevarnos a un pasotismo. El que tenga simpatía por un partido que haga campaña a su favor y que lo apoye abiertamente. No es deseable tener partidos débiles, es bueno que los partidos tengan “músculo” porque eso le da estabilidad al sistema. Lo que crítico es la “colonización” de los partidos en ámbitos que no son políticos. Y aquí los ejemplos no son pocos: las intromisiones políticas en el Poder Judicial o en las elecciones a Rector en la Complutense son algunos de los más notorios de los últimos meses.
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