La vida de los cristianos en Somalia sin derechos humanos
En Somalia, en los últimos meses, se han producido violentos combates en el área norte de Mogadiscio entre insurgentes y tropas gubernamentales. Fuentes no oficiales hablan de 350 muertos desde mayo, sin contar las víctimas de los enfrentamientos en el centro y sur del país. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha recibido la denuncia de graves violaciones del derecho internacional humanitario, de ataques contra mujeres y niños con proclamas anticristianas.
Los ataques forman parte de la estrategia -un verdadero proyecto de poder- de Al Qaeda para convertirse en un Estado que sea más que el Estado, en un califato que se aprovecha de las numerosas crisis de los países musulmanes para crear zonas francas donde no haya verdadera autoridad de la comunidad internacional, sólo el diktat de los terroristas. Es un enorme peligro, porque es una estrategia que pretende destruir al hombre que tiene una fe diferente, que tiene diferentes creencias. Todo es funcional a la prepotencia de unas redes que no son diferentes de nuestras redes mafiosas.
Tenemos que pensar seriamente en una intervención armada de la comunidad internacional que garantice un mínimo de respeto a los derechos humanos y que, sobre todo, convenza a los países africanos, a través de la Unión Africana, de que asuman su responsabilidad. Tenemos muy serias responsabilidades con respecto a un país como Somalia, que se ha visto abandonado en un momento de necesidad.
Se ha generado una inestabilidad que conviene a muchos. Desestabilizar esa zona quiere desestabilizar un área con gran importancia geoestratégica: es el paso hacia el Mar Rojo, y hay que tener en cuenta los fenómenos de importancia global que ocurren en el Golfo. Es un punto de referencia en el Cuerno de África y los Grandes Lagos.
Estamos hablando de un barril de pólvora que, en última instancia, tiene un impacto no sólo en el equilibrio del continente africano, sino en el juego que desde hace años tiene a África como rehén. En lugar de una comunidad internacional que se ha distraído, hablaría de intereses de una comunidad internacional que tienen graves consecuencias para la vida de la gente en la zona. Y las repercusiones de estos intereses geoestratégicos terminan penalizando a los últimos pobres, y de entre estos, a los últimos de los últimos, que en este caso son cristianos.
Esta violación de "derechos humanos fundamentales" niega la verdad antropológica y existencial del hombre. Sin su reconocimiento se pierde el fundamento de lo que el mundo llama civilización. A la luz de estos hechos se puede entender fácilmente cómo la tutela de la libertad de religión, una libertad que garantiza una plena realización de la dignidad humana, es cada vez más urgente.