La monja católica que perdonó a sus atacantes

Mundo · Santosh Digal (Bhubaneswar, India)
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11 mayo 2016
Sor Meena Barwa ha perdonado a los hombres que la atacaron hace casi ocho años. La violación en grupo fue una experiencia horrible, pero las secuelas fueron más dolorosas para ella. Barwa, de 34 años, pertenece a las Esclavas de María, una congregación indígena de Odisha, un estado al oeste de India.

Sor Meena Barwa ha perdonado a los hombres que la atacaron hace casi ocho años. La violación en grupo fue una experiencia horrible, pero las secuelas fueron más dolorosas para ella. Barwa, de 34 años, pertenece a las Esclavas de María, una congregación indígena de Odisha, un estado al oeste de India.

Ella estuvo entre las víctimas de la peor violencia anti-cristiana de la historia moderna de India. La violencia empezó el 24 de agosto de 2008, un día antes de la violación de Barwa, y duró cuatro meses más. Los disturbios se llevaron más de 90 vidas y redujeron 395 iglesias y otros lugares de culto a ceniza. Casi 56.000 personas acabaron desplazadas y sumidas en la pobreza.

Barwa era una trabajadora social en el Centro Pastoral Divya Jyoti (´Luz Divina´), una de las instituciones de la Iglesia incendiadas en el distrito de Kandhamal en Odisha. Había hecho sus votos perpetuos en la congregación solo unos meses antes.

Dice que ha superado su trauma con oración y asesoramiento, que le ha dado fuerzas para llevar su caso a los tribunales en un país donde la mayoría de las víctimas de violaciones se esconden por la vergüenza. La última estadística de National Crime Records Bureau dice que en India son violadas 93 mujeres cada día.

Ahora está estudiando Derecho para ayudar a mujeres y niños en peligro. En los dos últimos años ha trabajado en una oficina escolar, lo que dice que le ha dado cierta estabilidad a su vida. Recientemente compartió con Global Sisters Report su vida desde el cruel episodio.

Han pasado casi ocho años desde el terrible incidente. ¿Cómo has vivido todos estos años?

Hoy vivo una vida normal gracias a la misericordia de Dios, la aceptación y el amor. Me he encontrado con mucha gente que se han convertido en ángeles que me han apoyado y dado coraje. He superado el 90% de mi trauma.

¿Qué has hecho durante estos años?

He sufrido inseguridad e incertidumbre. Tenía que estar siempre moviéndome por mi seguridad y protección. He ido a muchos sitios, desde Delhi hasta Kanniyakumari, en el estado de Tamil Nadu (en el extremo sur del país). Ha sido una experiencia como de vivir en el exilio. Mi mayor dificultad ha sido esconder mi identidad. Me he sometido a tratamiento para mi bienestar físico, emocional, psicológico y espiritual. He tenido pesadillas casi todas las noches. Me solía despertar de repente con miedo, al menos dos veces cada noche. También he tenido que ir a la cárcel para el TIP (test de rueda de identificación) para identificar a los que me violaron y al juzgado para el juicio del caso.

¿Cuál es la situación de tu caso en los tribunales?

Mi caso tiene dos partes. La primera parte fue el juicio de las cinco personas que la policía arrestó. La segunda parte involucra a otros cuatro que no habían sido puestos a disposición judicial. La primera parte está terminada y el tribunal ha dado su veredicto. A uno de los convictos le condenaron a 10 años de trabajos forzados en la cárcel mientras que dos recibieron tres años de reclusión rigurosa. El tribunal liberó a los otros dos por falta de pruebas. La segunda parte del caso empezará solo cuando la policía arreste a los cuatro fugitivos. Lo que me preocupa es que cuatro de los acusados todavía están en libertad.

¿Cómo ha sido tu experiencia en los tribunales?

Durante el periodo del juicio, no pude dormir durante varios días porque me obligada a revivir mi horrible experiencia. Muchas preguntas del abogado de la defensa no estaban relacionadas con el caso. Tenía la sensación de que el juzgado era un sitio humillante, ofensivo, donde se acusa falsamente, se asusta y tortura a la víctima. Todo el mundo sabe lo que pasó en realidad. ¿Por qué el abogado de la defensa me hizo 400 preguntas durante un periodo de seis días? No estoy criticando el sistema legal o el procedimiento de los tribunales, solo estoy compartiendo mi experiencia.

En India se produce una violación cada treinta minutos. ¿Cómo te identificas con las víctimas?

Es un shock escuchar estas estadísticas. Cuando escucho algo sobre una violación a una mujer, siento que una parte de mí continúa sufriendo. Las mujeres son consideradas débiles e infrahumanas en India. La violación es la ofensa más atroz porque nuestra sociedad estigmatiza a sus víctimas.

Cuando escucho que una mujer está siendo atacada o violada, mi corazón se rompe de nuevo. En muchos casos, la mujer es asesinada, o ella misma se suicida. Sufren una humillación silenciosa y vergüenza, y viven traumatizadas –mental, física y psicológicamente–. Muchas quieren acabar con sus vidas después de la atrocidad. Muchas pierden su equilibrio mental. No son aceptadas por sus familias y por la sociedad. En otras palabras, sus vidas quedan totalmente devastadas. Tal situación no me deja estar en paz. Ellas solo se convierten en mi fuerza y aumentan mi hambre de justicia.

Muchas víctimas de violaciones prefieren no ir a los tribunales por las razones que tú acabas de decir. ¿Por qué decidiste seguir adelante con el caso?

Fui adelante con el caso porque tenía que hacerlo. Si no lo hubiera hecho habría fallado a mi gente, que también sufrió conmigo. Ellos siguen sufriendo dolor, miedo, ansiedad. Perdieron identidad, cultura, educación, sustento, trabajo, propiedades y santas tierras ancestrales. Nuestra gente también experimenta incertidumbre e inseguridad. Sus vidas destrozadas aumentan mi dolor y angustia.

Decidí no dejar que mis cruces me sacrificaran, sino usarlas como fuente de fuerza. Muchos supervivientes de la violencia de Kandhamal se han ido a distintas ciudades por su seguridad y sustento. Tenían miedo de revelar su identidad. Un buen número se ha establecido en los barrios pobres de las ciudades. Lo que era una pacífica y serena Kandhamal se ha convertido en una tierra de dificultades y luchas.

¿Qué te da coraje?

Creer que Jesús, mi maestro, está ahí por mí. Sus palabras de consuelo –“Porque yo os daré palabras y sabiduría, a las cuales no podrán resistir ni contradecir ninguno de los que se os opongan” (Lucas 21:15)– resuenan en mis oídos. Es más, llevé este mensaje durante el juicio para desviar mi mente leyendo un folleto, `El Señor de los huéspedes`, donde encontré estas consoladoras palabras. Estoy convencida de que estoy luchando por una causa que es la justicia y paz para los pobres y oprimidos.

La multitud que me atacó a mí y a Fr. Thomas Chellan y nos paró en la calle, nos amenazó con matarnos varias veces. Pero la experiencia me ayudó a valorar la vida humana. Desde el incidente, me he visto obligada a vivir fuera de mi congregación y comunidad. No sigo todos los ritos religiosos, y visto como una laica. Sin embargo, he vivido mi vida al máximo como humana, como cristiana y como religiosa. Es verdad, experimenté humillación, vergüenza, miedo y amenazas de muerte. Pero también he experimentado la abundante riqueza de Dios, su honor, coraje, fuerza y protección.

También me he dado cuenta de que no tenía sentido seguir abatida y deprimida por ese horrible incidente. En vez de eso, comencé a estudiar para superar mi trauma. He completado mi grado con `first class` (notas de más de 60 sobre 100) y un máster de arte con `second class` (de 50 en adelante sobre 100). Menciono mis estudios porque es un milagro que haya podido completarlos.

¿Hubo alguna presión para que retiraras el caso?

No. No llegan tan lejos.

¿Cómo reaccionó tu congregación al incidente? ¿Te apoyaron tus superioras?

Sí, me apoyaron mucho. Salieron de su camino para ayudarme a recuperarme de mi trauma. Relacionarse con una víctima de una violación era algo nuevo para la congregación. Cuando me batía entre la vida y la muerte, rodeada de peligros, la que después fue mi asistente general, sor Teresa Dung Dung (que también fue mi directora de novicias) y después mi provincial, sor Mary, arriesgaron su vida para tenderme la mano. Las hermanas me decían que estaban orgullosas de mí. Mi formadora provincial, sor M.Auxilia, me escribió que nosotras somos parte de la gente que sufre. Me ayudó a darme cuenta de que Jesús experimentó en mi cuerpo lo que no había podido hacer en el suyo. Como hombre no podía compartir el dolor de una víctima de violación.

Poco tiempo después del incidente, concediste una conferencia de prensa en Delhi con la cara cubierta por un chal. ¿Por qué optaste por esta exposición pública? ¿En qué te ayudó?

Ofrecí una conferencia de prensa el 24 de octubre de 2008 en Nueva Delhi porque algunas personas intentaron difamar sobre mí. Algunos grupos no querían que saliera a la luz la verdad. Y yo quería contar el dolor callado de cada víctima de violación y el sufrimiento de los supervivientes de Kandhamal. Incluso la policía calló hasta 40 días después, yo archivé el primer informe sobre el asunto.

¿Cómo han tratado los medios de comunicación tu caso? ¿Te apoyaron?

Leí en algunos periódicos que mi historia era falsa. Pero hubo un gran silencio cuando hablé en la conferencia de prensa. Vi que algunos derramaban lágrimas.

¿Fuiste atacada porque vienes de una comunidad tribal y perteneces a un grupo minoritario?

Fui atacada porque soy miembro de un grupo minoritario. Los fundamentalistas me atacaron porque querían destrozar y eliminar el cristianismo, ofender y hacerme daño a mí y a la iglesia.

¿Qué te movió a hacerte religiosa católica? ¿Cómo encontraste la vida religiosa?

Estudié en un colegió de las hermanas de las Esclavas de María. Me atrajo su forma de vida al ver sus oraciones, sencillez y dedicación a servir. La prima de mi padre, sor Josepha, jugó un papel importante en mi vocación. Es mi madre espiritual.

¿Puedes contarnos algo de tu familia y tu infancia?

Nací en 1979 en Rengali en el distrito de Sundargarh en Odisha`s. Soy la segunda de cinco hermanos. Mi familia se mudó cuando yo tenía cuatro años porque un proyecto hidroeléctrico fue propuesto para una planta de acero. En compensación, mi padre compró una pequeña parcela de tierra en el distrito de Sambalpur, a 120 millas de distancia. Éramos los únicos cristianos en nuestro nuevo barrio, dominado por los hindús. Al principio, la gente nos miraba con sospecha. Nos costó años adaptarnos y vivir juntos. Mis padres hicieron frente a luchas financieras, culturales, sociales y educativas para sobrevivir. Nuestra parroquia estaba a 20 kilómetros y teníamos que atravesar bosques con animales salvajes y cruzar ríos para llegar a la iglesia.

Mi padre quería que nos educáramos en buenos colegios, así que nos llevó a escuelas de la Iglesia en el distrito de Sundargarh. Me gradué en 1995 y entré en la congregación de las Esclavas de María. Hice mis primeros votos en 2000 y los últimos en 2008. Estudié un curso de Teología de dos años y me encargué del cuidado de las postulantas de la congregación por un tiempo. Mi apostolado era socio-pastoral. Lo que más disfrutaba era la visita de las familias, trabajar con ellos y por ellos.

¿Alguna reflexión final?

El doloroso incidente me ha hecho enfrentarme a dificultades, tener más coraje. Me ha ayudado a confiar en Dios completamente y a entender sus planes para mí. Dios me ha mantenido con vida para ver su gloria, ser agradecida con él. Esto me ha hecho optimista.

Para mí, el mejor regalo de Dios es mi vocación como monja religiosa. La vida religiosa está llena de dificultades y bendiciones. Cualquiera que sea la dificultad, necesitamos tener una mirada positiva hacia todo. Yo he perdonado a los que violaron mi cuerpo y a los que consintieron mi asesinato, saqueo y quema. Esto me ha liberado. Quiero citar a San Pablo: ´Porque considero que los sufrimientos de este tiempo no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada´ (Romanos 8:18).

Traducción: Elena Santa María

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