Huida

Con el mes de julio empiezan las vacaciones para muchos. Esperamos con ansia su llegada, días en que cambiaremos la cotidianidad por la novedad. Días de descanso, de olvidar por unos días preocupaciones, agobios. Todos esperan las vacaciones pero, ¿vacaciones de qué? En El Periódico, Milena Busquets dice: ´Yo no necesito hacer vacaciones de mi casa, que me encanta, ni de mi ciudad, a la que adoro, ni de mi país, que tal vez sea el más bonito del mundo después de Italia. Quiero hacer vacaciones de los ojos de besugo de la frutera (…) Quiero echar furiosamente de menos a mis amigos, al quiosquero, a la secretaria del colegio, al viejecito fatigoso que siempre me cuenta su proyecto de novela. Quiero vacaciones de los demás. Pero sobre todo, quiero hacer vacaciones de mí misma´.
Esta especie de huida de uno mismo la encontramos también en la literatura. Manuel Jabois dice en El País, recordando los libros que marcaron su infancia, que ´hay una literatura con la que se aprende que la mayor ambición, desde escapar de casa hasta conquistar el mundo, responde a un objetivo infantil; se lee para salir del cuarto, y cuando se deja de leer no se puede volver a ningún sitio´. La literatura siempre ha formado parte de lo que llamamos cultura, aunque este concepto cada vez es más confuso. Recuerda Félix de Azúa en El País al primer ministro de cultura que hubo en Francia, André Malraux. Dice de él lo siguiente: ´Malraux tenía una idea elevada de la cultura, la cual no era, dijo, ‘el conjunto de misteriosas respuestas que puede darse un hombre cuando contempla en el espejo lo que será su rostro tras la muerte’ –y añade Azúa– los años transcurridos desde entonces han eliminado cualquier tentación de darle un significado a la nada, de ‘arrancarle algo a la muerte’. Y la cultura de Estado es hoy el Día del Orgullo Gay, la Liga, o la Diada Nacional. Diversiones para gente persuadida de ser inmortal´.
¿Cómo encaja la definición de cultura de Malraux en el mundo de hoy? Con motivo de la celebración del 40º aniversario de las primeras elecciones democráticas, Antoni Puigverd expresaba en La Vanguardia que ´las nuevas generaciones no aceptan el relato beatífico de la transición porque se sienten expulsadas. Cataluña expresa seria desafección porque siente que el pacto de 1978 ha sido reinterpretado en su contra´. Y se pregunta: ´¿Quién apadrinará en España estos dos fenómenos a fin de llevarlos fraternalmente hacia el camino de la reforma?´.
Por otro lado, frente a todas estas cuestiones, Carmen Posadas escribía en XLSemanal sobre un encuentro que tuvo con María Paramés y José Amián, los padres de uno de los chicos que falleció hace dos meses al caer por el hueco del ascensor. Escribe Carmen: ´lo primero que me llamó la atención, incluso antes de admirar su serena sonrisa, fue que pronunciara una palabra que se ha vuelto tabú en nuestros días. Ya nadie usa el verbo `morir` (…) llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para aceptar lo inexorable. (…) No es más humano, bueno, generoso, noble, etcétera quien más se derrumba, sino, muchas veces, todo lo contrario. Más aún, que mostrar entereza, dignidad y serenidad frente a las adversidades ayuda a sobrellevarlas. Claro que lo que más ayuda es una gran fe como la de los Amián. Pero ese es un apoyo que muchos hemos descartado sin saber, me temo, lo que realmente estábamos desechando´.