Es muy probable que el Gobierno haya pedido a Otegi que retirara a los condenados por terrorismos de las listas electorales
En un artículo publicado en la web de la Fundación para la Libertad indicáis que “lo repugnante no está en que en las listas de los que nunca han condenado las atrocidades de ETA vayan etarras sino que lo repugnante y aberrante está en que el presidente del Gobierno pacte con ellos y base su permanencia en el poder en una alianza estratégica con ellos”. ¿El ruido de fondo no ha dejado ver la clave del asunto en donde parece que un sector del PSOE se siente más cómodo con Bildu que con el PP? Esto es lo más trágico.
Que viejos terroristas se presenten para ser representantes políticos de su pueblo enarbolando el discurso político que según ellos justificaban sus crímenes, significa que esa sociedad en la que se presenta está en gran medida a favor de lo que hicieron y otra parte carece de sensibilidad democrática para rechazarlo públicamente. Tantos años de pasividad social ante el terrorismo y el apoyo que la izquierda brinda en la actualidad a lo que fue ETA deforman una sociedad y da valor al crimen. En este sentido es coherente que el PSOE, protagonista de aquel largo proceso de negociación que acabó legalizando a los sucesores de ETA-HB, prefiera colaborar con Bildu que con las formaciones constitucionales, y especialmente con el PP.
¿Cómo se puede interpretar la maniobra de Bildu de retirar a última hora a siete de los condenados por terrorismo de sus listas electorales?
Es muy probable que el Gobierno, sorprendido por la trascendencia mediática e influencia electoral de la presencia de etarras en las listas de Bildu, siendo él el aliado de dicha formación filoetarra, haya pedido a Otegi que los retirara. Cosa que éste ha hecho con los casos más llamativos.
“El sectarismo está minando la convivencia política”
¿Se podría decir que, en general, los partidos políticos carecen de contenido teórico y se han abandonado a discursos identitarios y eso los hace débiles?
El espíritu de cuerpo, la conversión del partido en un colectivo cerrado y endogámico, ha existido desde que estos se conformaron tras las primeras elecciones y dieran lugar a este particular sistema calificado de partitocracia. El refugio en lo identitario en los partidos no es suficiente para explicar la pobreza intelectual y ética que están mostrando en los últimos años al socaire del populismo dominante y, sobre todo, de la sectarización más peligrosa, especialmente en la izquierda. Sectarismo que puede llevar a la convivencia política, ya lo está haciendo, al desastre. Toda convivencia exige un mínimo de coparticipación ideológica y práctica entre los diferentes partidos de una comunidad política. Sería interesante recordar a Burke, padre del republicanismo británico,
En el citado artículo se habla de “Convertir al adversario electoral -pero necesario compañero constitucional- en enemigo, destruir la reconciliación mediante operaciones simbólicas”. Será necesario reemplazar “malos gobiernos” allá donde se haya dado pero ¿no es también urgente recomponer los vínculos sociales y superar la polarización?
Los vínculos sociales se reconstruyen desde el ejemplo y mensajes democráticos de los partidos. Mensajes democráticos que en nuestra época suponen asumir el republicanismo teórico y el liberalismo. Si desde el poder se contradice y calumnia a la Judicatura y se convierte el Legislativo en un instrumento servil del mismo, la ciudadanía se descompone y los vínculos sociales tienden a romperse con la aparición, en este caso fomentada por el poder, del guerracivilismo.
“Es vital refundar al PSOE y actualizar el Pacto Constitucional”
¿Qué puede permitirnos superar la “dialéctica de los contrarios”? ¿Es necesario revitalizar el Pacto Constitucional?
Es necesario, vital, actualizar el Pacto Constitucional y refundar el partido pivote de la izquierda, refundar el PSOE.
¿Más sociedad y mejor estado podría ser un buen lema para las próximas citas electorales?
Más respeto hacia el Estado, más ciudadanía y menos partido, sería una buena máxima. Pues en gran medida la crisis de España está provocada por la debilidad el Estado y la excesiva influencia que puede tener un partido en la cosa pública, hasta llegar a provocar la destrucción de la democracia liberal.
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