`En Uganda, en la lucha contra el Sida, la educación funciona`
Rose, ¿qué efecto hace escuchar tantas polémicas alrededor de un problema con el que usted lucha todos los días?
Quien alimenta las polémicas alrededor de las declaraciones del Papa tiene que entender que el problema de la difusión del SIDA en el mundo no se soluciona con el preservativo; hablar de eso significa detenerse en las consecuencias y no ir nunca al origen del problema. En la raíz de la difusión del virus VIH hay un comportamiento, una manera de ser. Y no hay que olvidar que ahora la gran emergencia es atender y cuidar a las muchas personas que ya han contraído la enfermedad, y para ellas el preservativo no sirve.
Pero queda el hecho de que se puede hacer algo para que el contagio no se difunda más, ¿en este sentido la prevención no es un instrumento útil?
Pongo un ejemplo para entender que a veces no nos damos cuenta de la situación en la que vivimos en África. Tiempo atrás vinieron unos periodistas para hacer un servicio sobre la actividad del Meeting Point: vieron las condiciones de las muyeres con VIH y se quedaron conmovidos. Decidieron entonces sentirse útiles, haciendo un pequeño gesto de humanidad: regalaron unas cajas de preservativos. Viendo eso una de nuestras mujeres, Jovine, los miró y dijo: "Mi marido se está muriéndose, tengo seis hijos que pronto se quedaran huérfanos, ¿de qué me sirven estas cajas que ustedes me dan?".
La necesidad de aquella mujer, y de tantas como ellas, es encontrar alguien que las mire y le diga: "Mujer, no llores". Es absurdo pensar responder a su necesidad con una caja de preservativos, y lo absurdo está en el hecho de no ver que el hombre es amor, es afectividad.
¿Y por lo que tiene que ver con las personas que pueden tener relación con otros y difundir la enfermedad?
También allí vale el mismo discurso: primero es necesario mirar la humanidad de aquellas personas. Hace tiempo se hablaba a nuestros jóvenes sobre la importancia de proteger a los demás, de evitar el contagio, y uno de ellos empezó a reírse diciendo: "Pero, ¿qué me interesa a mí?, ¿quiénes son los demás para mí? ¿Quiénes son las mujeres con las que yo me acuesto?". Y otro decía: "También yo fui infectado, ¿y entonces?".
El SIDA es un problema como todos los problemas de la vida, que no se puede reducir a un particular. Se necesita, antes que nada, partir del hecho de que necesitamos ser educados, también en el vivir la sexualidad. Pero la educación se refiere primero al descubrimiento de uno mismo: la persona que es conciente de sí misma sabe que tiene un Valor que es el más grande de todos. Sin el descubrimiento de este Valor no hay nada que aguante. También el preservativo, al fin, puede ser usado bien sólo por una persona que haya descubierto cuál es el valor de lo humano, si ama de verdad y se es amado. ¿Se cree que donde llega el preservativo el contagio del SIDA es eliminado? Y además en unos casos el discurso sobre el preservativo, en las condiciones en que se encuentran las personas, puede parecer hasta ridículo.
¿En qué sentido?
Unos días atrás, por ejemplo, hemos hecho una demostración a nuestras mujeres de cómo se usa el preservativo, explicado cómo hay que usarlo: ante de usarlo hay que lavarse bien las manos, hay que poner atención al polvo, hay que mantenerlo en un lugar fresco. Fueron las mismas mujeres que me detuvieron: "¿Lavarse las manos? Cuando para encontrar un poco de agua tenemos que hacer veinte kilómetros caminando". Y luego el polvo, porque también un pequeño grano de polvo puede romper el preservativo. Estas mujeres pican piedra desde la mañana hasta la noche, y tienen la piel de las manos duras como la roca misma. Muchas veces se habla sin conocer el problema y las condiciones en las que nos encontramos.
A raíz de la ignorancia que hay alrededor de los problemas de la gente que vive en África, ¿qué efecto le causan las polémicas que se dan contra el Papa?
El Papa lo único que hace es defender y sostener lo que sirve para ayudar a esta pobre gente: afirmar el significado de la vida y la dignidad del ser humano. Los que atacan al Papa son personas que tienen unos intereses que defender, mientras que el Papa no los tiene: nos quiere bien, y quiere bien a África. De él no llegan las minas que hacen estallar a nuestros niños, niños que ya son soldados, que se encuentran con las piernas amputadas, sin orejas, sin bocas, incapaces de deglutir la saliva, ¿y qué les damos, los preservativos?
De hecho el SIDA no es el único problema que afecta a África.
Hay un montón de problemas más y situaciones trágicas sobre las cuales el mundo calla. Cuando unos años atrás se realizó la matanza en Ruanda, todos se quedaron mirando. Aquí cerca había un país pequeño que podía ser protegido, y no se hizo nada: allí se encontraban mis parientes, y todos murieron trágicamente. Nadie se movió, y ahora vienen con los preservativos, pero también a nivel de enfermedades vale el mismo discurso: ¿por qué no nos traen las aspirinas, o los remedios anti-malaria? La malaria es una enfermedad que mata a más personas que el SIDA.
¿Cuál es la situación en Uganda con el SIDA?
En Uganda se están haciendo grandes progresos, y nuestro presidente está trabajando muy bien y logra buenos resultados. Su método no es apostar por la difusión de los preservativos, sino por la educación: ha instituido un ministerio para eso, y ha enviado gente a todos los pueblos para educar a un cambio de vida. Su esposa nos visitó hace poco tiempo, y ha dicho con fuerza que el verdadero punto que puede hacer cambiar las cosas es dejar de vivir como perros y gatos, que tienen siempre que satisfacer los propios instintos, y habló del hecho de que el hombre es un ser dotado de razón, que lo hace responsable de lo que hace. Si el hombre queda apegado al instinto como un animal, darle el preservativo no sirve de nada. Éste es el método que está dando frutos, y ha llevado la difusión del SIDA en Uganda desde el 18% al 3%. El método funciona, y el corazón del método es hacer que la gente se sienta querida, amada. Lo vemos en el Meeting Point: cuando las personas llegan, no quieren irse.