El superpopulista Donald Trump: Presidente del mundo
Donald Trump ha ganado las elecciones. Mientras anochece en Asia, y Europa, Oriente Próximo y África se amanecen, los Estados Unidos de América se van a la cama con un nuevo presidente.
A las 8 de la mañana hora peninsular española estaba muy cerca de ser presidente gracias a los 20 representantes de Pensylvania. A las 8:03 John Podesta, líder del Partido demócrata mandaba a dormir a un auditorio que le ha silbado. Hillary Clinton no va a comparecer. Algo inaudito en España.
Donald Trump como presidente de los EE.UU. significará para el mundo la incertidumbre total. Su carácter impredecible, faltón, contradictorio muchas veces, va a suponer un conjunto de retos:
– para sus vecinos, a un nivel diplomático, en temas de intercambio de mercancías y tránsito de personas (inmigración).
– para sus aliados de la OTAN y en el resto del mundo (oriente próximo: Arabia; y sudeste asiático: Japón y Corea del Sur), pues se desconoce si habrá un repliegue hacia posturas aislacionistas, las propias del partido republicano antes de la I guerra mundial.
– para el cambio climático, el comercio internacional y asuntos globales (programa del milenio de ONU), pues su aislacionismo va unido al proteccionismo económico, con aumento de aranceles. Sin duda, su acreedor chino va a ver como va a ser más dificil vender en EE.UU. perjudicando su balanza comercial.
– para sus relaciones con Rusia, es posible que se abra un reparto de zonas de influencia, lo cuál deja a Europa en manos del oso ruso, salvo que se una en una federación más fuerte, cosa que no parece. China sería la gran perjudicada.
– para la convivencia pacífica en un país que ha quedado dividido en dos después de una campaña populista por parte de Trump, y en la que Clinton se le ha visto como posible corrupta y además, una inconsciente para la seguridad nacional.
El voto protesta de los estadounidenses ha ido a parar a Trump (posiblemente también algún porcentaje del voto de Sanders, socialista a la izquierda de Hillary), que aun siendo rico, se le ve y se presenta (éxito de comunicación) como un ´outsider´ de la política y nada que ver con los que mandan, el famoso ´establishment´.
Han votado con miedo los americanos a un gobierno federal a la europea, axfisiante a impuestos, abierto a la inmigración sin controles, dominado por los lobbies de Washington. La realidad es que a los lobbies les suele gustar mucho más el proteccionismo que el liberalismo, y que van a tener en EE.UU un mercado cautivo despojándose de la competencia exterior, cuyos productos serán hasta un 30% más caros que ahora. Aunque Trump no sea un líder humanista, por estar lejos de la sabiduría, la templanza, la justicia y la prudencia y valentía de todo buen líder humanista (cristiano), no le temen tanto como a perder su modo de vida.
Han votado también contra Obama, y han votado subconsicentemente contra la pérdida de prestigio y peso mundial de la potencia que es el país, que por otro lado, invierte más en defensa que todos los países del resto del mundo unido. Un 50% más que todos los demás unidos. Ese es el país que pasará a liderar Donald Trump, previsiblemente, con ambas cámaras bajo el control del partido republicano, no obstante éste no está unido, y pueda haber ´filibusterismo´, es decir, votos libres de los congresistas y senadores junto con los del rival.
En su discurso de las 9:00, reconociendo la victoria, ha hecho un llamamiento a la unidad. Ha prometido a los americanos ser el presidente de todos, en un Trump que no parecía Trump. Ha extendido la mano a todos los no votantes. No ha sido una campaña, sino un enorme Movimiento, según sus palabras. Un Movimiento plural, que quiere un gobierno que sirva a la gente. Reconoció la urgente tarea de renovar la nación y mencionó que es un hombre de empresa que ha trabajado en todo el mundo. Habló del enorme potencial de los americanos y ha prometido la reconstrucción de infraestructuras, en un plan que se parece al de los años 30 (carreteras, hospitales,..) y que ha sonado ´roosveliano´. En el plano internacional, antes de iniciar una extensa ronda de agradecimientos, comedida para nosotros, los mediterráneos, se van a llevar bien con las naciones que quieran llevarse bien con los EE.UU. Todo un aviso, si bien, ha aclarando que los EE.UU. van a tratar a todos de forma justa, apostando por la colaboración y no el conflicto, buscando un terreno común para la política, que como él mismo ha reconocido, es desagradable y dura.
Ojalá el Trump de la presidencia se parezca más al de su discurso, y su tono centrado, que el de la campaña, que él mismo ha llamado de Movimiento.
Que Dios salve a los EE.UU. de Norteamérica.