Congo: en busca de la paz perdida
Caddy Adzuba, una joven abogada congoleña de33 años, visitará España en el mes de octubre para recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 que le ha sido otorgado por su defensa de la mujer en el Congo, aun a riesgo de la propia vida.
En una mañana gris de la pasada primavera entré entusiasmada en el Círculo de Bellas Artes dispuesta a saborear la exposición de OUKA LELE, ella siempre tan creativa, “Un banquete cruel. Pourquoi?”, y poco a poco me fui sorprendiendo pues la presidía una terrible mesa alargada de fiesta, adornada con manjares, calaveras y planchas de coltán, ordenadores y móviles, que también se diseminaban por la estancia. Para relajarme un poco me adentré en el cortometraje que la completaba: “Porquoi?” -patrocinio del Ministerio de Sanidad y la Unión Europea-, colgado en You Tube, en el que Caddy Adzuba, a quien hoy se concede el Príncipe de Asturias, serenamente explica, desde su propia experiencia, la violencia sexual y social contra la mujer desencadenada en la guerra que aún asola el este del Congo. Salí con el vómito y la rabia a punto y durante días mi interior gritaba: ¿por qué nadie impide esto?
Caddy tenía trece años cuando se inició la contienda en el este del país, en la provincia de Kivu. Y en sus carnes la vivió: sufrió violaciones y su familia fue asesinada. Ella sintió la necesidad de buscar la paz perdida para los suyos, de hacer frente a los que han destrozado buena parte de su vida, y de denunciar la complicidad de la comunidad internacional en esta violencia encubierta que continúa, y cuyo origen está en la captura de los recursos naturales de esta región del Congo, el coltán, los diamantes o el oro.
La guerra realmente es ruandesa. Comenzó en el año 1994 con el genocidio en Ruanda de los tutsi perpetrado por los hutus. Pero cambiaron las tornas y éstos, perseguidos ahora con saña por los tutsis que habían accedido al poder, se refugiaron en el este del Congo, en la provincia de Kivu; los tutsis les siguieron hasta allí, iniciándose ese mismo año, una guerra en territorio extranjero. Bajo este pretexto los agresores empiezan a explotar, con todo tipo de extorsiones a la población para hacerse con los extraordinarios recursos naturales del lugar… y hasta hoy.
La contienda acabó oficialmente en el 2002, pero sigue la guerra de baja intensidad. Los tutsis se han quedado en esta región atemorizando a la población, con la violencia sexual como arma de guerra. Y ésta es una de las peticiones de esta sociedad ¡que se vayan! No es una guerra de congoleños, sino de poderes fácticos internacionales, a los que les sale barato el coltán, material con destino a ordenadores y móviles, por lo que apoyan con armas a estas milicias que siembran el caos para llevarse los recursos, infligiendo el terror y la muerte entre la población civil del Congo oriental.
Caddy Adzuba trabaja hoy como periodista para la emisora de la ONU Okapi denunciando permanentemente estos sucesos, por lo que su vida está en riesgo. Caddy es católica, pertenece a la archidiócesis de Bukavu, en la que el arzobispo Muhizilirwa fue asesinado en 1996 por sus denuncias. También el actual arzobispo François-Xavier Maroy Rusengo hizo una profunda reclamación ante el Jefe del Gobierno y el primer Ministro de su país en 2008, poniendo sobre la mesa la horrible tragedia diaria ante la que el propio gobierno y la comunidad internacional vuelven la cara. Ambos, Caddy Adzuba, y la iglesia congoleña de Bucavu siguen reclamando desde el Congo, como justicia para los 5.000.000 de muertos, el esfuerzo necesario para alcanzar la paz y la vuelta a la normalidad.