¿Y si hubiera perdido?

Sociedad · Elena Santa María
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9 febrero 2022
La victoria de Rafa Nadal en el Open de Australia hace poco más de una semana ha cambiado durante unos días nuestros temas de conversación.

Se ha admirado su talento y sobre todo su fortaleza mental. Se ha convertido en un gran ejemplo a seguir para deportistas y para alumnos de todas las disciplinas y su juego –su espectáculo– ha enorgullecido a un país entero, normalmente dividido.

Pero ¿qué habría pasado si Rafa hubiera perdido? Probablemente nada. No estaríamos menos orgullosos de él, muy pocos se habrían atrevido con el reproche. Al fin y al cabo, es humano. Él mismo –porque es un grande– habría reaccionado bien, ya lo hemos visto otras veces. Ya le hemos admirado, y querido, en la derrota.

El mismo día que Nadal ganó su 21º Gran Slam, Salvados emitió un programa por la noche sobre salud mental. Una chica, preguntada por el origen de sus problemas –en su caso un trastorno alimenticio– respondía: “viene de mucho más atrás, viene de cuando con 7 años sacar un notable es una discusión en casa, de que ser una niña buena siempre ha sido una obligación”. Un compañero le daba la razón: “todos los jóvenes estamos expuestos al fracaso y hemos fracasado muchas veces. El problema no es el fracaso, sino que no sabemos tolerarlo”.

En la charla participaron también dos jóvenes estrellas, Amaia Romero, ganadora de Operación Triunfo 2017 –un bombazo– y Jaime Lorente, protagonista de La casa de papel –más bombazo si cabe–. Los dos, que tienen una situación privilegiada comparada con la gran mayoría de jóvenes de su edad, confiesan su miedo a no dar la talla, a fallar. “No soy lo suficiente es la frase que más me he repetido en mi vida, no solo en mi profesión, también con mis amigos y familia”, explica Lorente. Y añade de pasada: “el gilipollas de 35 años, a lo mejor lo único que necesitaba es que con 15 alguien le hubiera dado un abrazo”.

Evidentemente el problema es mucho más complejo y tiene muchos factores. Pero qué distinto sería enfrentarse al trabajo de cada día sabiéndonos abrazados con independencia del resultado. Si Rafa hubiera perdido no habría pasado nada. Y esa es la mejor victoria, que el día que no demos la talla, no pase nada.

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