Una mecedora, un porche de un hotel y una cerveza fría

La mayoría de los hoteles son sitios impersonales donde las habitaciones, más o menos lujosas, funcionan como un hogar alquilado con hora de salida para que podamos trabajar, amar o hacer parada y fonda para seguir haciendo el turista. Pero también hay otro tipo de hoteles; hoteles donde los huéspedes no están de paso porque o bien viven allí o bien se esconden en habitaciones con armarios forrados de papel de periódico formando todos ellos parte del decorado. Ese es el tipo de hotel del nuevo trabajo de Morgan.
A principios de 2025 Morgan presentaba Hotel Morgan, cuarto disco de estudio y quinto si contamos el directo que registraron en su concierto del Price.
Para su cuarta entrega de estudio, la banda de Nina, Paco, David y Ekain ha decidido volver a poner tierra de por medio –su anterior The river and the stone lo grabaron en el estudio francés de Le manoir de Léon- para alojarse esta vez en los noruegos estudios de Ocean Studios con la intención de buscar nuevos colores en la paleta, más riesgo en la producción, más complejidad en las estructuras y la clara intención de ver hasta dónde pueden llegar con su apuesta musical.
Pero su sonoridad pilar sigue intacta: siguen defendiendo como el primer día, como seña de identidad, el género americana: esa gozosa hospedería que da cobijo al folk, el bluegrass, el hillbilly, el góspel y, por supuesto, el rock.
No es función de este cronista catalogar, como si esto fuera una carrera de caballos, qué trabajo es mejor en la carrera de un artista pero sí puedo afirmar que Hotel Morgan es un trabajo notable y que luce con orgullo al lado de North, Air o The River and the stone.
Por primera vez el disco presenta un buen puñado de canciones en castellano: Intro: Delta, Cruel, Radio, Arena, Final. Y son la demostración irrefutable que Nina de Juan, además de poseer una voz única en el panorama patrio, su pluma para escribir en castellano es tan reconfortante que uno desearía que apostara más a menudo por él, aunque es justo reconocer que su inglés pasaría totalmente por nativo.
En Radio -lo que podría ser el último corte de lo que antes llamábamos cara A- exploran con exquisita sensibilidad el dolor que supone superar la pérdida de un pasado idealizado. Sus continuos cambios de estructura, arreglos de cuerda, un solo de batería furioso -me hubiera gustado mirar por un agujero para ver cómo terminó la sesión Ekain Elorza después de grabarla- componen una amalgama de detalles que resumen perfectamente la apuesta de la banda. Sin llegar a la densidad extrema del wall of sound del excéntrico Phil Spector, Morgan plantan en los morros del oyente una experiencia sonora contundente.
Pero también hay espacio para la elegancia de los delicados arreglos de cuerda en Error 406 o los coros góspel de El jimador, otros dos grandes temas para los huéspedes de este hotel.
En 1838, el tema más country del disco, la banda se toma su tiempo y decide que no todo es correr y que el viaje también es mirar por la ventanilla para perder la mirada en paisajes de líneas infinitas.
A medida que el disco avanza, el oyente puede intuir ecos rítmicos poco habituales en algunos de los cortes. Quizás la respuesta se encuentre en la elección de Martín García Duque como director de obra. Arreglista y músico de estudio de Vetusta Morla, García Duque ha trabajado como productor y teclista ocasional de Morgan, logrando un resultado muy respetuoso con su sonido. Sin embargo, esto no ha impedido la apuesta por nuevas sonoridades, como ocurre con el Moog en Cruel.
Arena, de claras influencias bluseras del Misisipi, es un delta blues de manual que funciona de maravilla para sentarnos en el porche del hotel con una acústica y la voz de Nina y compartir unas cervezas mientras nos canta de lo divino y de lo humano.
No puedo, no debo, dejar de volver a los pilares del sonido Morgan: el piano de David Schulthess, con sus texturas que tensan la progresión de los temas, y la guitarra de Paco López, cuya maestría queda patente en cada fraseo y que, por cierto, también se pone al frente de la voz principal en la muy estimable Jon & Julia.
En ese puñado de grandes canciones destaca Altar, penúltimo corte del disco donde emerge la magnética guitarra de Steve Hunter, guitarrista que ha trabajado con Alice Cooper, Lou Reed, Peter Gabriel o Aerosmith, con un imponente riff poniendo patas arriba la canción.
Y ya para terminar, una pregunta y una sugerencia.
La pregunta. En Hotel Morgan encontramos el trabajo preciso de Willie Planas al mando del bajo. Willie es el tercer bajista de la formación tras la salida de Alejandro Ovejero, miembro de la formación original, y la puntual colaboración de Alejandro Cliement, Boli –bajista habitual de la formación de Quique González. ¿Será el puesto de bajista un rol en constante cambio en Morgan?
La sugerencia. Si tenéis la oportunidad de verlos en directo no os lo penséis dos veces. Fue un privilegio verlos en su debut en Barcelona en la mítica sala Jamboree hace ya casi diez años y os puedo asegurar que Morgan es toda una experiencia musical.
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