Una justicia irrenunciable, una justicia impensable

Mundo · Fernando de Haro
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11 octubre 2023
Estamos sobrecogidos e impresionados por la crueldad con la que ha actuado Hamas. No hay que ser un experto en geopolítica, ni en Oriente Próximo, para formular un juicio sobre los hechos. En nuestra propia experiencia tenemos los criterios.

La confirmación de la muerte de Maya, la soldado española que tenía 19 años, y los detalles de la masacre perpetrada por Hamas en el Kibutz de Kfar Aza, donde fueron asesinados niños a sangre fría, nos han vuelto a estremecer.

Desde el sábado estamos sobrecogidos e impresionados por la crueldad con la que ha actuado Hamas. El conflicto es largo y endiablado. Lo que ha hecho Hamas no tiene ninguna justificación. Por eso es más conveniente que nunca que Israel responda de forma proporcionada.

Todos nos preguntamos cómo es posible que se cause tanto daño. Al espanto se une la inquietud por lo que puede pasar no solo en Oriente Próximo sino el conjunto del mundo con esta nueva guerra. Antes de adentrarnos en nuevos análisis, antes de distribuir culpas, tenemos que reconocernos que en los últimos días hemos tenido un sentimiento de rechazo. Y ese sentimiento, esa primera impresión es la mejor pista para poder valorar y entender qué está pasando, para adentrarnos en la complejidad de una situación tan dolorosa. No hay que ser un experto en geopolítica, ni en Oriente Próximo, para formular un juicio sobre los hechos. En nuestra propia experiencia tenemos los criterios.

Sea cuál sea nuestra ideología, el horror que hemos sentido y sentimos nos señala que la falta de respeto por la vida y por la libertad de hombres, mujeres y niños es injusta, aberrante. Es difícil encontrar el hilo de la primera injusticia que lo embrolló todo en Tierra Santa. Y además es prácticamente inútil ponerse a buscarlo. Todos hemos pensado estos días que hay que parar una espiral de revanchas, una escalada que dura ya 70 años. Todos tenemos experiencia de que nuestro deseo de justicia, que es infinito, no se satisface con la venganza. Todos hemos entrevisto en algún momento que también cuando somos víctimas deseamos librarnos del mal sufrido, no quedarnos anclados en la ofensa, en la infamia. La justicia, como muchos otros deseos, no se realiza muchas veces como habíamos pensado, como habíamos imaginado inicialmente. Somos más humanos cuanto más intensamente deseamos justicia, cuando más dispuestos estamos a aceptarla tan pronto como haya una posibilidad de que se materialice, aunque no tenga la forma que le habíamos dado en nuestra imaginación.


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