Trump aumenta la división del chavismo

La guerra declarada por Trump contra el narcotráfico tiene una dimensión geopolítica que tensiona los límites del derecho internacional. En el caso venezolano, la destrucción de embarcaciones presuntamente vinculadas al denominado Cartel de los Soles plantea interrogantes sobre la facultad que tiene el presidente de los Estados Unidos para declarar conflictos sin autorización del Congreso. La situación de tensión en el Caribe implica un corte de una de las líneas tradicionales de tráfico de drogas, pero al mismo tiempo es una presión política muy ruda.
Todas las evidencias señalan que Maduro está dispuesto a negociar con Estados Unidos. De hecho, escribió la famosa carta en la cual ofrece paz, mejorar las relaciones y, por supuesto, participación en el negocio petrolero, que es el centro de la actividad económica de Venezuela. Esto ya está sucediendo. Los ingresos venezolanos dependen fundamentalmente de la empresa Chevron, que tiene una concesión de explotación y una licencia de los Estados Unidos. En pocas palabras, Estados Unidos tiene un discurso belicista, Maduro tiene un discurso belicista, pero tienen en este momento una relación comercial aprobada, que, por supuesto es muy endeble, pero que reporta beneficios económicos al régimen venezolano. La mayoría de los ingresos por petróleo están destinados a cumplir con la deuda china, por una parte, y están muy limitados en cuanto a la posibilidad de inversión. Pero Chevron ha sido hasta ahora lo que podríamos calificar “una caja chica” del régimen de Maduro. Una cosa es que Maduro esté dispuesto a negociar con Washington y otra es que Washington quiera hacerlo. Las respuestas han sido siempre negativas por parte del gobierno de Trump.
Lo que se llama en Venezuela oficialismo es un complejo de intereses económicos, políticos, militares, que siempre están en conflicto. Hemos visto la persecución de antiguos funcionarios del régimen de Chávez y del mismo Maduro, funcionarios que han ocupado altísimos cargos de vicepresidente y de ministro. Maduro ha defenestrado, ha desalojado e inclusive ha encarcelado a antiguos ministros, a antiguos líderes políticos que le habían demostrado confianza. Y esta situación lo que refleja es que hay una serie de sectores diferenciados en el chavismo. Hay sectores que controlan el mundo militar, hay sectores que controlan el Gobierno central, hay liderazgo en las regiones y todas están en conflicto. Es una situación muy interesante porque reflejan una unidad en lo externo, pero en lo interno es terriblemente conflictiva. Y la situación que ha planteado con los Estados Unidos ha potenciado estas divisiones, al punto que se habla de la sustitución de Maduro como una fórmula de que el régimen persista.
El término “rumbear” en Venezuela significa festejar, significa la marcha, la marcha constante, permanente. Es evidente que cuando Maduro dice “todos a rumbear”, lo que está tratando es de desviar la atención del país de los graves conflictos que existen, sobre todo en el plano económico. En Venezuela tenemos una situación desesperante, inestabilidad de la moneda, inflación, que ya no se puede llamar inflación, es una situación de desequilibrio absoluto de los factores económicos como los bajos ingresos. Un profesor universitario como es mi caso- yo soy profesor titular, doctor, y además llevo 42 años impartiendo clases- gana el equivalente a 80 dólares mensuales. Generalmente los profesores universitarios están ganando un promedio de 8 a 10 dólares al mes. Las pensiones en Venezuela no llegan al dólar, es decir, una pensión de un jubilado ni siquiera puede calificarse de subsistencia. De los 300 hospitales apenas están relativamente operativos unos 80, y en esos 80 los servicios básicos no se cumplen. Por eso Maduro ha adelantado la Navidad, y aunque parezca inconcebible e increíble, los funcionarios públicos hacen inspecciones en negocios locales para verificar que hay ambiente navideño.
El Nobel a María Corina Machado, más que facilitar de algún modo la transición a la democracia, lo que le ha dado es un peso formidable, más allá del liderazgo que tenía en el país, en el plano internacional. Esto es un espaldarazo desde la perspectiva del proceso de pacificación y democratización de Venezuela y también es un espaldarazo a todas las gestiones que se vienen realizando en torno a los presos políticos que hay en Venezuela. Dudo que el tema del Nobel abra una conversación o abra un proceso que lleve a una transición a la democracia.
Lee también: Venezuela: El silencio de un presidente y el grito de todo un país
0

1

