Thunderbolts*: Cuando la sensación de una vida vacía nos ataca

Cultura · Isabella García-Ramos Herrera
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8 mayo 2025
Thunderbolts* es la nueva película de Marvel, estrenada el 30 de abril, en la que unen a todos los “villanos” o “anti héroes” de historias anteriores, para convertirlos en los “Nuevos Vengadores”.

Artículo libre de spoilers

Partamos de la premisa de que las últimas películas y series de Marvel no han sido de la mejor calidad. Por eso, esperaba poco de Thunderbolts*. Pero, he de confesar que la película no solo cumplió con mis expectativas, sino que me dejó gratamente sorprendida. Sí, es una película de Marvel con el humor de Marvel. Sí, es una película de súper héroes bastante comercial. Pero sí, también es una película que habla de temas que jamás pensé que Marvel se atrevería a tratar.

Lo primero que tengo que decir es que la película es bastante sincera. Y ya esto llama la atención en una película como esta. ¿A qué me refiero con sincera? Que no censura cosas que, probablemente, en otros ámbitos, ni siquiera nos atrevemos a decir en voz alta.

Porque de lo que me di cuenta viendo la película es que han cambiado los súper héroes. Hemos pasado del “bueno y bonito” Superman, a los anti héroes cada vez más llenos de defectos, marginados, o a que directamente sean los malos los protagonistas de las historias. Pero, y esto es lo que más me sorprendió de Thunderbolts*, también han cambiado los villanos. Antes eran los extraterrestres que invadían el planeta o la tecnología que se salía de control, pero el villano de esta película es uno que nos ataca a todos de vez en cuando, incluyendo a los súper héroes: la sensación de una vida vacía.

La película empieza con un monólogo de Yelena Belova (Florence Pugh) en el que narra cómo ha sido su vida últimamente. Un monólogo que suena así: “Hay algo que no está bien en mí. Hay un vacío que no deja de crecer. Pensé que se debía a la muerte de mi hermana, pero me he dado cuenta de que no, de que es algo más grande. Me dedico a trabajar, hago las misiones que me encargan, pero, ¿y después qué? ¿La vida es solo esto?”

Por supuesto, esto me impactó. ¿Cuándo habíamos escuchado a un súper héroe hablar así? Lo impresionante de la película es ver cómo Yelena Belova, a través de una serie de vicisitudes dignas de una historia de súper héroes –disparos, peleas, explosiones, discusiones sobre el bien y el mal, el poder,  y la manera de hacer política de unos y otros–, convive con esta pregunta e intenta buscar una respuesta para ella.

“La felicidad está en servir”

La trama da muchas vueltas en las que no me voy a meter. En lo que me quiero centrar es que ese intento de Yelena Belova de buscar una respuesta al vacío que invade sus días la lleva a hacerle la pregunta a su padre adoptivo –un súper héroe jubilado–. “¿Cuándo fuiste feliz? ¿Cuándo te sentiste pleno?”. Alexei Shostakov (David Harbour) contesta con algo que, al comienzo, me dio rabia.

Alexei había sido “El Guardián Rojo”, la versión soviética del Capitán América. Su primera aparición en la película es viendo cintas viejas de la época de Nikita Jruschov y recreándose en un pasado que ya no existe. Es un personaje anclado en la nostalgia. Toda su personalidad está construida sobre un imperio que ya no existe.

Foto: Marvel

Por eso, cuando Yelena Belova le pregunta cuándo se sintió feliz, la respuesta que da me molestó. “Cuando serví a mi país, a la gloria de la Unión Soviética, cuando la gente me aclamaba como a un dios”. Y la solución que, como padre, le da a su hija es que deje de ser una mercenaria clandestina y se convierta en una súper heroína de cara al público.

Lo que me molestó de esta respuesta es que es una solución insuficiente. Alexei dice que fue feliz en la Unión Soviética, pero la Unión Soviética ya no existe. Entonces, ¿Alexei está condenado a la infelicidad solo porque ya no existe el lugar donde fue feliz? Me rehúso a creerlo.

Lo que también me molestó fue pensar en la relación entre fama, gloria y felicidad: ¿Sólo se puede ser feliz con el reconocimiento público? ¿Es esto a lo que nos ha llevado la cultura de masas? ¿A creer que sólo los aclamados son felices y los anónimos no?

Tiemblo, al darme cuenta, de que no estamos demasiado lejos de esto. ¿O cuántos están esclavizados por los likes en redes sociales? ¿Cuántos se sienten fuera si no siguen las tendencias del momento? ¿Cuántos han creído –y nos han hecho creer a otros– que no eres nadie si no tienes una cantidad específica de seguidores en X, TikTok, Instagram o lo que sea? ¡O peor! ¡Que eres un fantasma social si ni siquiera tienes redes sociales! A Alexei la gente lo aclamaba y él se sentía pleno. ¿La plenitud de algunos hoy se juega en que nosotros les demos like?

“Ya estoy aquí”

Otro de los personajes con los que se encuentra Yelena Belova es Bob. Bob es un chico al que han sometido a varios experimentos por parte de una empresa de sospechosa procedencia. Bajo la promesa de ayudarlo a “ser una mejor versión de sí mismo” Bob se sometió a una serie de tratamientos médicos que resultaron en experimentación. Estos no lo ayudaron a ser una mejor versión de sí mismo, en vez de eso, desataron en él los demonios que aquejaban su frágil salud mental.

Foto: Marvel

En una de las primeras conversaciones que Yelena tiene con Bob, ambos se sinceran el uno con el otro. Confiesan en voz alta que sienten este vacío en sus vidas y que no saben qué hacer con él. Bob prefiere morir antes de seguir viviendo con ese vacío. Yelena le dice que no es para tanto, que ese vacío se puede enterrar, se puede esconder, se puede ignorar y se puede seguir viviendo con él.

Al escucharla decir eso lo primero que pensé fue: vamos a ver cuánto le dura. Porque yo sé, como todos, que ese intento de enterrar ese vacío, esas preguntas que a todos tarde o temprano nos alcanzan, termina haciendo que todo vuele por los aires. En la película, no fue la excepción.

Cuando las cosas comienzan a caerse a pedazos porque el vacío los ha alcanzado a todos, Yelena se topa con un par de intuiciones que la ayudan a entender mejor su vacío y su pregunta: no, no se puede ignorar el vacío; pero no, tampoco se puede eliminar a los golpes.

Porque este es el quid de la cuestión. Cuando parece, en la película, que el vacío es el gran enemigo que se debe eliminar por completo, de repente los personajes se dan cuenta de que esa tampoco es la manera de lidiar con él. Cuando decimos que “tenemos que mirar esta sensación de vacío a la cara” no se trata de enfrentarse a él violentamente, no se trata de eliminarlo, porque nos eliminaríamos a nosotros mismos en el proceso –y en esto, la película es muy clara–.

En vez de eso, surge una pregunta aún más grande. Ya no se trata de eliminar o ignorar el vacío, sino, ¿cómo podemos estar delante de él? ¿Qué necesitamos para poder mirarlo de frente, para no ignorarlo y no querer borrarlo por completo?

Yelena lo descubre en otra conversación con su padre adoptivo. La súper heroína explota, ya no aguanta la presión que el vacío ejerce sobre ella. Le confiesa a su padre que ha buscado toda clase de fórmulas para llenar ese vacío: el alcohol a niveles peligrosos, dedicarse sin horarios ni vacaciones al trabajo, exponerse a situaciones de mucha adrenalina, y nada es suficiente. Porque ella siempre supo qué necesitaba realmente. “¡Un año sin saber de ti! ¡Cuando más te necesitaba, no estabas!”, le reclama a su padre. Y él asiente, arrepentido: “llego tarde, sí, pero ya estoy aquí”.

Al final, a Yelena, a Alexei, a Bob, a todos los personajes, a todos nosotros, delante del vacío, nos sale este grito. Nuestra mayor exigencia, delante del vacío, es que llegue alguien. Todo en nosotros grita que no estamos hechos para estar solos. Delante del vacío, todos necesitamos una presencia.

Y en esto, la película también es bastante clara. Quizás demasiado. El final de la película podría parecer un poco forzado o un cliché de las historias de súper héroes, pero a mí me dejó con ganas de preguntarle a todos, a Bob, a Alexei, a Yelena: “el día que estos no estén –Yelena, cuando no esté tu padre; Bob, cuando no estén tus amigos– ¿qué van a hacer?”. Porque, si la solución al problema del vacío es una presencia, ¿qué pasará cuando estas presencias desaparezcan?

¿O es que, a caso, existe una presencia que no desaparece nunca?

 


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