Sumisión

España · Wael Farouq
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21 enero 2016
En Occidente, se traduce muchas veces la palabra islam como sinónimo de “sumisión” o la palabra musulmán como sinónimo de “sometido”, mientras que la palabra sharía casi siempre se traduce invariablemente como “ley islámica”. Sin duda, estas traducciones pueden ser correctas en el ámbito de un cierto modo de vivir la religiosidad islámica. Sin embargo, aunque normalmente prefiero centrar mi mirada en la religiosidad de los musulmanes más que en la religión, en algunos casos es útil y necesario dirigir la atención a esta última si se quiere alcanzar una comprensión más profunda de ambas. Este es, precisamente, el caso de las palabras islam, musulmán y sharía. ¿Las traducciones tan habituales ya mencionadas se adecúan verdaderamente a la profundidad de su significado?

En Occidente, se traduce muchas veces la palabra islam como sinónimo de “sumisión” o la palabra musulmán como sinónimo de “sometido”, mientras que la palabra sharía casi siempre se traduce invariablemente como “ley islámica”. Sin duda, estas traducciones pueden ser correctas en el ámbito de un cierto modo de vivir la religiosidad islámica. Sin embargo, aunque normalmente prefiero centrar mi mirada en la religiosidad de los musulmanes más que en la religión, en algunos casos es útil y necesario dirigir la atención a esta última si se quiere alcanzar una comprensión más profunda de ambas. Este es, precisamente, el caso de las palabras islam, musulmán y sharía. ¿Las traducciones tan habituales ya mencionadas se adecúan verdaderamente a la profundidad de su significado?

La palabra árabe sharia, por sí misma, significa “camino en el desierto que conduce al agua”. La característica de este camino es la de estar trazado por pies humanos que van pisando el terreno a lo largo del camino hacia el agua y sabemos que, en el desierto, el agua es fuente de vida. En este sentido, por tanto, la sharía es un camino hacia la vida que nosotros –la humanidad– hemos contribuido, y contribuimos, a superar y trazar con cada paso que damos al recorrerlo. No es en absoluto una línea trazada a priori que nos viene impuesta desde lo alto. Es nuestra decisión y nuestra acción. En el Corán, el término sharía aparece cinco veces, tanto en la forma de sustantivo como de verbo y otras derivadas. En todos esos casos, según la opinión de varios comentarios coránicos, nunca posee el significado de “ley” sino siempre el de “camino, vía”.

Por tanto, en el Corán, la palabra sharía no tiene el significado de ley sino el de religión, procedimiento y camino. La sharía, en el contexto coránico, es una elocuente metáfora de la religión entendida como camino divino hacia la vida eterna, trazado por personas que han elegido libremente seguirlo. En ese sentido, por tanto, la sharía no es una ley divina que aplicar al pie de la letra. Por lo demás, los versículos sobre las relaciones sociales y las transacciones comerciales (mu’amalat), a los que se reduce la sharía en la interpretación restringida propia del islam político, son solo 80 de los 6.000 contenidos en el texto coránico. La sharía es en cambio un espacio de encuentre entre la voluntad divina y la acción humana.

En su significado más amplio y profundo, además, la sharía es la ley omnicomprensiva de la Creación, que no incluye solo los planetas, animales, plantas y todo lo que existe, sino también las relaciones –y su evolución– que gobiernan la interconexión de todas estas cosas. Estas relaciones también forman parte de la Creación y de la voluntad divina. No son más que leyes naturales por medio de las cuales el universo puede funcionar; las leyes de la física y la química, a las que el universo no puede sino obedecer y someterse. En este sentido, por tanto, la Creación entera es “musulmana” y todo ser humano es también “musulmán”, porque sus funciones biológicas están sujetas a la naturaleza y sus leyes. El ser humano, sin embargo, se distingue del resto de las criaturas porque, en ciertos ámbitos específicos, puede optar entre obedecer y aceptar la voluntad divina, o bien rechazarle, porque la sharía es la voluntad de Dios para la humanidad, que se realiza por la acción humana.

El intento por parte de algunos musulmanes de imponer la sharía a los demás entra por tanto en contradicción con su esencia, es decir, la libertad, y con su motivación primaria, es decir, el amor. La sharía no es el fin de la voluntad humana sino, al contrario, su punto de partida. Es una invitación que se dirige a toda persona para allanar, con sus propios pasos, el camino que lleva a los demás, que lleva lejos en el amor a Dios y a los demás.

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