´Sólo un ciego no ve que la victoria en el Mundial beneficia a Zapatero´

España · P.D.
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13 julio 2010
Páginas Digital entrevista a Agustín Domingo, filósofo, profesor de la Universidad de Valencia, tras la victoria de España en el Mundial de fútbol de Sudáfrica y las masivas celebraciones que han tenido lugar en toda España.

¿Qué le ha parecido el estallido de alegría que se ha producido tras la victoria de España en el Mundial?

Cierto signo de esperanza de que nuestras capacidades como pueblo son mayores de las que suponen nuestros representantes sociales y políticos. El estallido ha sido lógico pero desproporcionado. Lógico porque después de un esfuerzo de tantos años y de tanta tensión en los partidos, era normal la explosión de júbilo. Desproporcionado y desmedido porque los gastos en mobiliario público, espectáculos callejeros y desórdenes botelloneros desbordan lo que la selección exigía.

Hay quien dice que es una manifestación más de la vieja fórmula del pan y circo. ¿Está de acuerdo?

Claro que es una manifestación de la vieja fórmula de pan y circo, son fórmulas estructurales que siempre han estado presentes y siempre lo estarán. El poder siempre las ha utilizado y siempre las utilizará. Las penas con pan son menos penas, y las crisis amargas con goles y besos son más dulces.

Hemos visto por las calles en las últimas horas muchas banderas nacionales y muchas vivas a España sin complejos. ¿El fútbol ha puesto de manifiesto que existe un sentimiento de patriotismo constitucional sin complejos?

Sí, claro que existe un sentimiento de patriotismo sin complejos. No quiero precisar si es más o menos constitucional pero con este patriotismo sin complejos llevamos saliendo a la calle muchos años. Desde que salimos después del 23F de 1981, pasando por la conquista de las calles cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco, hasta las últimas manifestaciones a favor de la vida o la libertad de educación, nuestra generación no tiene complejos y reivindicamos un patriotismo honesto, sincero y sin complejos. La fórmula del patriotismo constitucional, que articuló Habermas a finales de los noventa para Alemania, y que Aznar convirtió en programa cuando encargó a Josep Pipué y María San Gil una de las ponencias del PP en el 2002, no ha llegado ni a la calle, ni a las escuelas ni a los programas de Educación para la Ciudadanía. Ni siquiera el PP ha desarrollado esta idea de patriotismo. ¿Por qué no se utilizó esa fórmula en los programas de Educación para la Ciudadanía?

La fórmula del patriotismo constitucional me parece interesante pero no deja de tener cierto perfil elitista e intelectual, más o menos necesaria en los debates parlamentarios pero inaccesible para la gente sencilla. Ésta es la gente que se moviliza y que vibra con Gasol, Alonso, Nadal o Iniesta. Y vibra también en conferencias, charlas o incluso mítines cuando se plantean, desde la libertad y la responsabilidad, las virtudes básicas de un mínimo de cohesión, solidaridad y patriotismo. Cuando algunos han hablado de virtudes públicas y han elaborado con ellas los programas de EpC se referían a virtudes políticas, reducibles a partidos progres, a discursos políticamente correctos y la promoción pública del catecismo de la cuota y el género.

Políticamente, ¿cree que la victoria beneficiará a Zapatero?

Sólo un ciego puede creer que no beneficiará a Zapatero. El imaginario social y político de esta semana situará el Debate sobre el Estado de la Nación y la crítica política en un lugar marginal, aún está eclipsado por el sol del Mundial. Le permitirá resistir mediáticamente y recuperar la iniciativa, al menos algunos meses. Además, no olvidemos que quienes han hecho caja estos días no han sido las televisiones públicas sino las televisiones y los medios más próximos a Zapatero. Es una vergüenza que los españoles no hayamos podido disfrutar de los partidos del Mundial por las televisiones públicas. Cuando se enfríen las temperaturas futboleras y llegue la temporada otoño-invierno veremos cómo los beneficios de quienes han hecho caja se invierten y aplican a la estrategia de cambio de modelo de sociedad puesta en marcha desde 2004.

Se habla mucho de las virtudes de la selección: capacidad de sacrificio, juego en equipo, tenacidad. ¿Qué le parecen los discursos "de buenas costumbres" que se hacen con motivo de la victoria de la selección?

La opinión pública española no es justa y estos discursos de buenas costumbres tienen valor siempre, se gane o se pierda. Ahora hay mucha hipocresía que debería dejarse de lado, las mismas virtudes atribuibles a la selección son las que se reclamaban para hacer una reforma educativa que apuntalase la calidad, para fortalecer la cohesión social, para promover las virtudes del ahorro y la solidaridad ante cualquier reforma bancaria-laboral. Los dos días siguientes al triunfo de España hemos comprobado que nuestros jugadores pueden jugar bien al fútbol pero no se caracterizan por su grácil verbo, su lenguaje es barriobajero y poco ejemplar. ¿Con qué autoridad decimos los padres y educadores a nuestros hijos que eviten hablar mal si luego en sus ídolos futboleros de cada cuatro palabras una es un taco malsonante?

Soy de los que piensan que la clave del equipo y del triunfo ha estado en Vicente del Bosque. La buena levadura de los jugadores se ha convertido en excelente masa horneada salmantinamente con el curtido carácter castellano de Vicente del Bosque.

¿Las celebraciones certifican que hay unidad elemental entre los españoles o es sólo un sentimiento pasajero, superficial?

La unidad la había antes y la habrá después. No es una unidad elemental sino estructural, más profunda y vital de lo que los gestores sociopolíticos nos hacen ver. La nuestra siempre ha sido una unidad compleja que debemos asumir sin complejos, con el mayor de los respetos pero con la mayor de las solidaridades. Hace falta conocer mejor nuestra historia y acercarse a ella sin complejos. Y lo que hace falta es salir de España para comprobar que la "marca España" es más importante que nuestros políticos ocasionales. He tenido la suerte de comenzar y finalizar el Mundial fuera de España; en Bogotá estaban convencidos de que ganaría España y no dejaban de preguntarme: ¿por qué va tan mal España ahora con lo bien que ha ido antes? En Lisboa nos reconocían una sana envidia al ganar a Alemania. Allí, uno de los filósofos más importantes del mundo, reconocido especialista en la teoría ética del reconocimiento, se permitió el lujo de despreciar públicamente a la selección española unas horas antes de su victoria, lo que demostró que más que animado por el reconocimiento lo estaba por el resentimiento. Aunque sólo estábamos dos españoles entre los cientos de asistentes, el moderador portugués lo llamó severamente al orden y pidió, públicamente, perdón.

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