Se construye cuando hay sujeto

Políticos y representantes de las instituciones italianas han comenzado el curso en el Meeting de Rimini que este año tiene como título “En los lugares desiertos construiremos con nuevos ladrillos”.
El discurso de Mario Draghi, que fuera presidente del Consejo de ministros, ha descrito con precisión el lugar que en este momento es el mundo. El lugar que en él ocupa la Unión Europea. Mientras Putin por enésima vez bloquea cualquier avance para que callen las armas y Netanyahu se niega a aceptar otra solución que no sea la imposible derrota absoluta de Hamas, Draghi ha criticado con palabras duras a los que confunden la paz con la rendición: los que sostienen que Ucrania debe rendirse no aceptarían nunca el mismo destino para su país.
En este lugar que ahora es el mundo, explicaba Draghi, la Unión Europa tiene un papel cada vez más insignificante, los estados-nación están en crisis, la multipolaridad se ha cambiado por la fuerza bruta y China se ha puesto del lado de Rusia. El expresidente del Consejo añadía que esta situación ha provocado un aumento del escepticismo sobre Europa. No es un escepticismo porque haya demasiada Europa sino porque hay poca Europa. La solución no es debilitar el proyecto de construcción europea con sueños soberanistas que están fuera de la realidad. Los nuevos ladrillos no pueden ser los viejos nacionalismos.
La Unión Europea se ha quedado atrasada. Supo hacer frente a los retos de final del siglo XX, ha sabido responder a las emergencias del COVID, ha mantenido la unidad ante el desafió de Putin pero no está construyendo un presente y un futuro sólidos. Hacen falta reformas políticas y reformas económicas: suprimir barreras internas entre los diferentes países, invertir en tecnología, mejorar la política comercial. Son las “recetas Draghi” que ya contenía su Informe sobre el futuro de la Competitividad de Europa. No hay nada más absurdo en estas circunstancias que rechazar una mayor integración en nombre de un pasado glorioso.
El escepticismo del que ha hablado el expresidente del Consejo no solo se refiere a cuestiones institucionales. Es el escepticismo sobre un futuro mejor, es el miedo ante la falta de vivienda asequible. Es también, y sobre todo, el miedo de las nuevas generaciones por la falta de certeza en un destino positivo para su vida.
El mensaje de Mattarella al Meeting ha dado profundidad antropológica al diagnóstico de Draghi. El presidente de la República ha hecho un llamamiento a superar el miedo y con realismo ha señalado que no se pueden dar por descontadas las conquistas (libertad, paz, democracia, etc) que las generaciones precedentes nos han trasmitido. Mattarella ha apuntado, sugiriendo la necesidad de reconquistar lo donado por la tradición, al problema del sujeto que todo el mundo da por supuesto. Nuestra democracia y la paz de la que disfrutamos se fundamentaron no solo en un conjunto de valores sino en un sujeto que las hacían posibles. Los nuevos ladrillos con los que construir son los sujetos que tienen consistencia para no dejarse paralizar por el miedo. Sujetos que como dice Mattarella amplían espacios de diálogo y hacen de la persona y de la comunidad protagonistas de la historia.
El sujeto no puede ser un presupuesto, no puede apoyarse en planes para defender ciertos valores, no puede construirse en formas sociales que aíslan del mundo, no puede alimentarse de impresiones y buenos momentos que se diluyen sin dejar huella. La fuerza del sujeto está en su autoconciencia, en la capacidad de construir esa conciencia, de aprender, a partir del impacto de sus deseos con la realidad. El Papa León en el Jubileo de los Jóvenes ha señalado la aportación que los católicos pueden dar ante este reto. El sujeto se construye cuando estamos dispuestos a confrontarnos con grandes preguntas que no tienen una respuesta simplista e inmediata, cuando la sed, la inquietud, la sensación de estar incompletos, deseosos de sentido y de futuro no son consideradas una patología sino un signo de vida. El cristianismo, si es un acontecimiento y no un devoto recuerdo o un proyecto, potencia, porque conoce la raíz, esas grandes preguntas. Si no es fiel a su naturaleza, el cristianismo solo puede ofrecer ladrillos viejos, sueños de hegemonía, murallas defensivas.