Rose Busingye: es la fe de Benedicto la que pica piedras en Uganda

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27 octubre 2009
"Es Dios que actúa. Nuestra capacidad, por sí sola, no salva nada". Lo afirma Rose Busingye, fundadora del Meeting Poing Internacional de Kampala (Uganda). Este centro acoge a mujeres seropositivas, "mis mujeres", como dice Rose siempre que habla de ellas. Personas que han sabido encontrar en la fe cristiana una esperanza nueva de vida, la única respuesta creíble a la desesperación del abandono.  Es en sus mujeres en las que siempre piensa cuando tiene que hablar de la fe, de la Iglesia, de la esperanza que Cristo representa hoy para el mundo, y para África. Rose ha participado, junto a otros invitados, en el Sínodo de Obispos africanos celebrado la semana pasada.

¿Qué ha significado para usted este Sínodo, a la luz de la experiencia de Iglesia que vive en África?

Entender que es Dios quien actúa. Nuestra capacidad, por sí sola, no salva nada. Percibes claramente una y otra vez nuestra incapacidad, y aun así ves cómo el cristianismo sigue avanzando igualmente. Toda la Iglesia en África está creciendo. Pero no somos nosotros quienes la sacamos adelante, es el Espíritu. Lo he visto claramente en el modo con que el Papa ha estado con nosotros durante el Sínodo.

¿Qué le ha llamado tanto la atención de la presencia del Santo Padre?

Él estaba con nosotros sin una programación de lo que debíamos hacer, sino sencillamente para hacernos compañía. Como un padre, que suscita en ti esa ternura que te hace preguntarte: ¿pero qué tengo que temer?

La primera preocupación, tratándose de una iglesia joven como la africana, podría ser la de "consolidar una iglesia futura". Pero la Iglesia no es ante todo una organización. La invitación del Papa, y su testimonio personal, ha sido su predisposición a aceptar la iniciativa de Dios sobre nosotros. En esta aceptación está el futuro -y el presente- de la iglesia africana.

Al escuchar los programas de desarrollo de los gobiernos y de tantas organizaciones, podría parecer que el primer desafío para África sea conseguir más dinero y más proyectos.

El hombre europeo lo tiene todo, ¿pero por qué entonces nunca está contento? ¿Cómo es que las calles están siempre llenas de caras tristes, de personas que no sonríen? Es porque en Europa se han olvidado de que lo que les hace felices es el proyecto de Dios, no el nuestro. Por el contrario, "mis" mujeres van a la cantera a picar piedras sonriendo y cantando. Aunque no hayan comido nada.

El mayor desafío en Occidente es que la sociedad ha abandonado sus raíces cristianas. Para la mayoría de las personas, el cristianismo no tiene nada que ofrecer a su humanidad. En África, ¿cuál es el desafío cultural más urgente para los católicos?

La fe en Cristo Jesús. Siempre digo que la fe es el fin de la esclavitud. Es abstracto -me dicen muchos. Pero no es verdad porque un hombre que vive la fe lo ve todo como algo dado, recibido, y así disfruta. Disfruta del trabajo, de los hijos, de la creación. Para un hombre que vive la fe Dios es todo. Y es más libre.

Benedicto XVI, en su homilía de apertura del Sínodo, dijo de África que "su profundo sentido de Dios" es "un tesoro inestimable para el mundo entero" y que "desde este punto de vista, África representa un inmenso ‘pulmón' espiritual para una humanidad que vive una crisis de fe y de esperanza". ¿Qué le parecen estas palabras?

Por esta razón es más fácil encontrar hoy a Cristo en África que en los países occidentales. Porque un africano tiene tal sentido del misterio que siempre es consciente de que pertenece a Otra cosa. Otra cosa más grande, más grande que su madre y que su padre. Este Misterio es Cristo presente, El que escucha a todos los corazones. Si lo encuentro, renueva mi identidad, el juicio que tengo sobre todas las cosas. Me doy cuenta de esto cuando miro a "mis" mujeres. ¿Ves? -me digo-, ¡siempre siguen adelante! No porque sean más inteligentes, sino porque son sencillas. La fe ha penetrado en su vida. Cuando el huracán sacudió Nueva Orleáns, ellas concebían a las víctimas como parte suya, aunque estuvieran en el otro lado del mundo. Y las ayudaron. Cuando conoces la fe, todo te pertenece. Es una mentalidad nueva, persuasiva. Te das cuenta, sencillamente, de que es más bello vivir como cristiano.

El lema del Sínodo decía "La Iglesia en África, al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz". ¿La justicia y la paz son cosas por las que merece la pena dar la vida?

Pero la justicia, sin Dios, ¿qué justicia es? Lo dijo el Papa en la homilía del domingo. Si no está Jesús de Nazaret, ¿qué sentido tiene hacer proyectos? "He visto la miseria de mi pueblo… he oído su grito… conozco sus sufrimientos. He bajado para liberarlo". Puedo tratar bien a mi prójimo, pero con el tiempo me canso y entonces, ¿por qué debo seguir haciéndolo? Puedo hacer proyectos de caridad, pero a la larga no se sostienen. Pero si mi corazón vive de la fe, todo se hace más sencillo. Y sólo entonces te trato por lo que tú eres, porque tú también eres de Dios. Eres "divino", ¡también tú me perteneces!

En muchos países los cristianos son perseguidos. En el Sínodo se dejó oír el testimonio de monseñor Hiiboro Kussala, que contó cómo los cristianos son asesinados en Sudán. ¿Cómo viven el peligro del martirio los católicos que usted conoce?

Saben que pueden morir a causa de su fe, pero están tranquilos, porque si uno tiene un ideal para vivir, vale la pena morir por él. El problema, por el contrario, es cuando falta algo por lo que dar la vida. El dinero no nos hace felices porque quien tiene mucho dinero vive tan triste, o más, que los otros. Sólo el encuentro con Dios nos hace ser más hombres, y nos hace descubrir el valor de nosotros mismos. Es por eso que por Dios se puede sacrificar hasta la vida.

Para usted y para las mujeres que viven con usted, ¿qué significa encontrar personas que creen en otra cosa? En África hay mil credos diferentes.

Hay mil credos, pero todos se encuentran bien con nosotros. Es la prueba de que en realidad sólo en Cristo lo posees todo. He visto a muchos extranjeros sorprenderse, y darse cuenta de que es bonito estar con nosotros, sin prejuicios, sin proyectos.

¿Es una propuesta también para quien os odia?

Sí. Imagina a nuestras mujeres, que van a la cantera cantando cantos alpinos. Uno las ve, no entiende lo que dicen, pero se conmueve porque es hermoso cantar así. Un hombre que vive una relación con Dios atrae, atrae siempre. En Roma, durante el Sínodo, nunca estaba cansada cuando estaba el Papa. Ha sido precioso sorprender en él toda la ternura de un padre que mira a sus propios hijos.

Pero la experiencia del dolor y del mal da miedo, puede bloquearlo todo.

La fe lo vence todo. Si la fe no vence es que no es fe, sino un sentimiento. El Misterio de Dios atrae y cambia. Pero hay que dejarse cambiar. En vez de eso, nosotros medimos Su iniciativa, le ponemos condiciones: hacemos nosotros el proyecto del misterio, ¡le decimos dónde debe llegar y dónde no! Menos mal que no depende de nosotros, sino que "sopla donde quiere": donde hay un corazón sencillo que lo escucha.

A su vuelta a Kampala, sus mujeres le preguntarán por lo que ha pasado, ¿qué les dirá?

Hablaré del Papa. Les diré que estoy tranquila porque en él tengo una guía segura. No tengo ningún miedo porque hay un hombre que vive más que ninguno la fe, y yo lo he visto. Debemos pertenecerle, a él y a su pueblo, a la Iglesia tal como es. Un hombre que vive la pertenencia a Cristo como la vive el Papa atrae, no puedes dejarlo.

Esta fidelidad de la que habla -del Papa a Dios y la suya personal al Papa- ¿no es algo extraña para la cultura africana?

No, porque no es algo exterior, que venga de fuera, de Europa o de la historia, sino de dentro de nosotros: uno lo descubre mirando cómo está hecho el corazón. Y nuestro corazón está hecho para encontrar a Cristo. Un hombre que pertenece, como el Papa, grita a Dios.

El mundo llega aquí y pretende decirnos lo que es bueno y lo que no. Reduce el problema de África al preservativo. No nos trata como hombres. Sin embargo, el Papa, con su mirada y su ternura de padre, es el único que nos quiere realmente bien. Es importante que el cristianismo -dijo el Papa una mañana- no sea una suma de ideas, sino un modo de vivir. El cristianismo es caridad, es amor, dijo. Y si la fe se transforma en caridad, no hay nada que pueda resistir.

Il Sussidiario

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