Respuesta al artículo de Fernando de Haro sobre Carrillo
En definitiva estamos recordando a alguien que, unos decenios después de Lenin, constató cómo la utopía revolucionaria (impuesta con violencia por el totalitarismo en nuestro continente) no acabaría triunfando; y por tanto había que adaptarla, con obligado realismo, también a esta España casi mayoritariamente de centro-izquierda que deseaba más libertad y progreso; pero que nunca abrazaría un proyecto de socialismo real…
Esta persona por supuesto tuvo una importante incidencia histórica en nuestro país (especialmente en la difícil etapa final del franquismo, donde el protagonista principal por encima de destacados individuos fue la sociedad civil, el pueblo español) también junto a muchos otros como: Suárez, Fraga, Juan Carlos de Borbón, Felipe González…etc. Sin esquivar los terribles sucesos de Paracuellos, que al parecer no llegó a admitir o repudiar del todo; allí murió injustamente y sin defensa muchísima gente inocente, victimas del republicanismo más feroz, por "ser cristianos" o simplemente tachados de desafectos al régimen: no hablamos de la Roma de Diocleciano, sino de Madrid hace poco más de 70 años.
Por otra parte denotaba una irredenta subordinación a su ideología hasta el final, al menos en su faceta pública, especialmente radicalizada durante los últimos años del "zapaterismo", muy alejado del sentido de Estado de ese PCE en los 70 y 80 (la Ley de "Memoria histórica", etc.).
Precisamente sobre su papel, y sin quitarle valor, pensemos en personajes históricos de otras épocas y latitudes pero que compartían las mismas fuentes que Carrillo, como Kruschev o Gorbachov; dirigentes distantes varios decenios entre sí pero comunistas en distinto grado: también por pragmatismo e interés, tuvieron que variar sus posiciones políticas. El primero, para lavar la imagen rusa ante el mundo tras la sangrienta herencia de Stalin y porque necesitaba alimentar a su gente (asfixiados por la carrera atómica y espacial). El segundo, para intentar frenar el huracán de cambio tras el telón de acero que empezó en Polonia, pasó por el Muro de Berlín y acabó en la desintegración de la URSS; independientemente de sus convicciones íntimas, más difíciles de conocer.
Una última reflexión: hace años, hablé largamente en Ucrania con una amiga sobre su historia; en su adolescencia vivió entre otros el desastre de Chernobyl, y aún hoy intenta sobrevivir en una sociedad marcada tanto por las terribles consecuencias humanas y económicas de varias generaciones de comunismo, como al corrupto capitalismo postsoviético. Pues bien, refiriéndose a los comunistas europeos me dijo que: era "muy fácil serlo cuando se vive en una democracia"…