Entrevista a Mikel Buesa

´Por acuerdos como estos, en Francia el Partido Socialista ha acabado siendo marginal´

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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14 noviembre 2019
´La izquierda ha hecho de la política de identidades su única actividad. Ello expulsa al diálogo racional de la acción política y dificulta enormemente la gobernación del país´, afirma Mikel Buesa con el que valoramos la actualidad a raíz del pasado 10N.

´La izquierda ha hecho de la política de identidades su única actividad. Ello expulsa al diálogo racional de la acción política y dificulta enormemente la gobernación del país´, afirma Mikel Buesa con el que valoramos la actualidad a raíz del pasado 10N.

Tenemos lo que parece un principio de acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. ¿Es un suicidio político de Pedro Sánchez o puede dormir tranquilo el presidente?

No creo que a Pedro Sánchez le quite el sueño el acuerdo al que ha llegado con Podemos. Cumple con su principal objetivo que no es otro que el de permanecer en el poder. Otra cosa es lo que le ocurra en el futuro a su partido. Por acuerdos como estos, en Francia el Partido Socialista ha acabado siendo marginal. Rompe con el consenso constitucional que consolidó la participación del PSOE en la democracia del 78.

Existe una derecha que no considera legítima a la izquierda y una izquierda que tampoco considera legítima a aquella. En el fondo Sánchez y Casado son hijos de esta mentalidad. Incluso en los tiempos más duros del terrorismo muchos criticaron la unión de Mayor Oreja con Redondo Terreros. ¿Habrá pacto algún día PSOE/PP?

No estoy de acuerdo con que el PP considere ilegítimo al PSOE ni viceversa (aunque esto último con matices). El problema está en que la negociación y el acuerdo, salvo para unos pocos asuntos de Estado, no se ha instalado en la cultura política de los partidos españoles (salvo para el PNV). Ello no era necesario cuando imperaba el bipartidismo, pero se ha convertido en imprescindible dentro de la España de la fragmentación. La solución a este problema es cultural y, por tanto, trabajosa y lenta. También podría abordarse este problema desde una reforma del sistema electoral que devolviera la formación de mayorías y dejara fuera de la representación a las fuerzas políticas localistas que cuentan con pocos votos.

“No se puede ser un partido de centro y aspirar a sustituir a la derecha o a la izquierda”

Uno de los grandes derrotados de las pasadas elecciones ha sido Ciudadanos. Dados los ejemplos de UCD, UPyD y ahora Ciudadanos, ¿cómo se puede sobrevivir en España siendo un partido de centro?

Haciendo la política del centro. El partido de centro debe ser variable en su apoyo a la derecha o la izquierda en función de las oportunidades de cada momento político, siempre moderando a los partidos que representan a esas opciones. Tiene que conformarse con ser relativamente pequeño y de tamaño variable elección a elección. No se puede ser un partido de centro y aspirar a sustituir a la derecha o a la izquierda. Esto es todo lo que Ciudadanos no ha hecho. En mi opinión, acabará desapareciendo en la marginalidad, igual que UPyD.

La noche del 10N el líder de Vox, Santiago Abascal, hablaba de que habían conseguido un cambio político y cultural. ¿Es así o el voto a Vox es algo coyuntural dada la emergencia de la situación de Cataluña?

Puede ser. Creo que Vox perdurará al menos varias legislaturas. Para el PP esto puede ser una bendición si sabe aprovechar su diferenciación con respecto a Vox para afirmarse mejor en el centro y si logra hacerse con una agenda reformista moderada que no sólo contenga propuestas económicas y entre en problemas políticos y sociales. O sea, que no sea la repetición de la agenda de Rajoy.

¿Ha llegado un momento en que el sentido del voto está más marcado por el sentimiento y fenómeno identitarios que por una pertenencia clásica a la derecha o a la izquierda?

Yo creo que actualmente la política está muy marcada por lo sentimental y lo identitario, más intensamente en la izquierda (que ha perdido prácticamente todas sus referencias a los valores de la Ilustración y ha hecho de la política de identidades [feminismo, ecologismo, diversidad sexual, etc] su única actividad) que en la derecha (aunque en ésta también aparecen elementos de esta naturaleza). Ello expulsa al diálogo racional de la acción política y dificulta enormemente la gobernación del país, pues la política de identidades fragmenta esa gobernación e impide articular un proyecto nacional integrador para todos. Todo ello facilita la emergencia de los particularismos y la dificultad para enfrentarse a ellos. En España esto se puede ver claramente en la incapacidad del Estado para afrontar con eficacia el problema de Cataluña o la voracidad del nacionalismo vasco.

“El problema se suscita cuando algunas de esas identidades se convierte en excluyente y, por tanto, en justificación para negar a los otros”

Todos por nuestra historia, por nuestra relaciones, por lo que hemos recibido como tradición… tenemos una cierta identidad y esto es algo que puede ayudar a forjar una personalidad segura. Pero ¿cuándo la identidad se convierte en origen de confrontación?

El problema no es la existencia de las múltiples identidades que cada uno de nosotros portamos. Desde la perspectiva política, el problema se suscita cuando algunas de esas identidades se convierte en excluyente y, por tanto, en justificación para negar a los otros, a los diferentes, su pertenencia al común, a la nación en definitiva. Expresado de otra manera, aunque pueda parecer brutal, el problema estriba en hacer de la identidad la justificación para la guerra civil.

Si reducimos nuestra identidad a nuestras ideas políticas, ¿no estaremos en un bucle continuo de confrontación? ¿Qué puede servir de base para una convivencia buena?

Efectivamente se hace de la identidad, como acabo de señalar, la justificación de la confrontación. Contra esto sólo cabe moderar el enfrentamiento y buscar apoyo en lo común, lo que une o lo que se comparte, que es seguramente mucho más que en lo que se diverge. Para lograrlo se necesitan dirigentes políticos que sepan encauzar a la opinión pública por la senda del acuerdo y reducir las discrepancias. Hace falta volver a la cultura ilustrada y es urgente rehacer la selección de las élites para impedir el ascenso de los mediocres al poder.

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