Pasar página con la verdad

España · Fernando de Haro
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20 junio 2023
Se incumplen los mandatos fijados por el Tribunal Constitucional en 2012 cuando se legalizó a Sortu. Aquella sentencia estableció que Sortu no podía enaltecer el terrorismo, humillar a las víctimas, ser ambiguo en la condena del terrorismo, equiparar a las víctimas y a los verdugos.

Las declaraciones del delegado del Gobierno en Madrid no son una anécdota. Cuando Francisco Martín dice que los miembros de Bildu son unos patriotas y que han contribuido a salvar muchas vidas no solo quiere provocar. Quiere que discutamos si Bildu es una formación como las demás. Estamos otra vez en la famosa batalla del relato.

En 2018 ETA hizo la conocida como “Declaración sobre el daño causado”. En aquel texto, que era una auténtica infamia, la banda terrorista decía que deseaba que nada de lo que había ocurrido hubiera sucedido, como si los asesinatos fueran consecuencia de un catástrofe natural.

ETA no explicó por qué abandonó la lucha armada y por qué decidió disolverse. No podía hacerlo porque había sido derrotada. ETA se limitó a decir que entraba en una nueva fase, en una fase política. ETA, que siempre pretendió como organización totalitaria imponer una interpretación de la realidad, quiso hacer creer que había estado matando porque no quedaba más remedio y que dejó de matar porque sus objetivos se podían lograr por otros medios.

ETA quería ser definida como una organización independentista cuando era una banda terrorista, quería que se hablase de conflicto vasco, cuando no había dos partes, quería y quiere que hablemos de la violencia del Estado como si fuese equiparable a la violencia de los asesinatos, los secuestros y las extorsiones. Desde hace cinco años los herederos de ETA practican con el mismo despiste semántico: se presentan como un movimiento de izquierda perfectamente normalizado que está dentro del sistema democrático.

Mientras sucede esto se incumplen los mandatos fijados por el Tribunal Constitucional en 2012 cuando solo por un voto de ventaja se legalizó a Sortu. Aquella sentencia estableció que Sortu no podía enaltecer el terrorismo, humillar a las víctimas, ser ambiguo en la condena del terrorismo, equiparar a las víctimas y a los verdugos.

Los herederos de ETA nos dicen, mientras ellos reescriben la historia, que no debemos anclarnos en el pasado. Que es mejor centrarse en el presente y el futuro. Un presente y un futuro en el que Bildu y Sortu son una coalición progresista. El verdadero problema es que el PSOE de Sánchez está apoyando esta operación. Ni Bildu ni Sortu son un partido y una coalición de izquierda social y de progreso. Se puede pasar página, y sería estupendo hacerlo, pero no se puede pasar página mientras no se reconozca la verdad.

 

Lee también: «¿Diez años de silencio de ETA?«

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