Narcoterrorismo en Perú: la necesidad de educar la memoria

Mundo · Marco Arias, Yolvi Traversa, Segundo Samamé (Lima)
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3 noviembre 2008
Es muy extraño lo que viene sucediendo en Perú. Estamos sumergidos en una serie de problemas capitales frente a los cuales, si no se investigan, todos corremos el riesgo de "volver a repetir el plato", de volver a vivir nuestra tragedia más triste e impactante; sin embargo, nos dejamos empañar por escándalos de corrupción, juegos políticos y por el reciente arresto de la famosa periodista de televisión Magaly Medina. De los hechos que más nos apremian como sociedad, aquí se dice poco.

El pasado 9 de octubre en la provincia de Huancavelica, se produjo un atentado narcoterrorista dejando 2 civiles y 15 militares muertos. Los soldados fueron emboscados al retornar de una ceremonia protocolar de Cochabamba a la ciudad de Tintaypunco. La milicia junto a numerosos civiles eran transportados en dos camiones, al pasar uno de ellos por el tramo Curva Sajona, una gran cantidad de dinamita fue activada electrónicamente, el camión volcó a un abismo de 40 metros, los caídos fueron ultimados con armas de largo alcance. Los soldados sobrevivientes respondieron al ataque suscitándose un enfrentamiento por varias horas de la noche.

Los jóvenes militares pertenecían al Comando Especial del Valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), zona considerada como el segundo productor más importante de hoja de coca del país con una producción de 14.700 hectáreas, según el informe de 2005 de Onudd. Se calcula que el 90% de estos cultivos sirven de materia prima para el narcotráfico. Ésta es la forma actual de supervivencia económica de numerosos grupos subversivos, liderados por Sendero Luminoso. La masacre responde a las acciones que las fuerzas del orden realizan en el valle.

El hecho se dio a conocer por la prensa luego de tres días sin mayores argumentos periodísticos y con poco interés del gobierno actual por investigar la tragedia pese a ser el ataque más feroz contra las Fuerzas Armadas de los últimos nueve años. Es claro que el silencio no responde a estrategias de la inteligencia militar sino a la urgente necesidad que tiene el Gobierno de Alan García por atender los temas de corrupción en la adjudicación de lotes petroleros a la empresa Discover Petroleum, la agenda del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC). Al mismo tiempo, la población peruana está poseída por el desenlace y futuro de Magaly Medina y de su programa televisivo (el de más alto rating) quien por sus denuncias difamatoria sobre la vida íntima de artistas y jugadores de fútbol, hoy cumple condena por seis meses.

Todo lo acontecido en la vida de las personas y de ellas como sociedad merece ser atendido con toda la seriedad que implica, es la fórmula que da significado al presente. Pero existen hechos que frente a otros tienen un mayor peso más aún si se consideran que de ellos han nacido graves consecuencias sociales contra la dignidad humana.

Una historia que no se debe olvidar

Entre 1980 y 2000, gran parte del Perú vivió entre bombas, apagones, toques de queda, asesinatos y secuestros. Una época profundamente trágica que nos sumergió en el pánico, desconfianza absoluta y desesperanza. El grupo terrorista más sanguinario del país, el Partido Comunista Sendero Luminoso liderado por Abimael Guzmán, en su afán de llegar al poder y de instaurar un "nuevo orden ideológico: maoísta, leninista y marxista", desató el sufrimiento de todo un país, de los más pobres y alejados del desarrollo económico, campesinos que eran objeto de sus reclamos terminaron siendo sus principales víctimas.

Desde los gobiernos de Fernando Belaunde (1980-1985) y de Alan García Pérez (primer gobierno 1985-1990) ya se mostraba la violencia del terrorismo tras esta situación espantosa el pueblo peruano eligió a un nuevo presidente, con la esperanza de derrotar el terrorismo organizado. El Ing. Alberto Fujimori, elegido en el año 1990 con el gran sponsor "Cambio 90", redujo con bastante notoriedad y éxito gran parte de los grupos subversivos; en recompensa, la población peruana lo tendría como mandatario hasta el 2000, año en el que, tras descubrirse grandes sumas de corrupción, de espionaje militar, de crímenes de lesa humanidad desde el interior de su gobierno, se crea un gobierno transitorio con Valentín Paniagua con quien se impulsa "La Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú".

La CVR inicia sus investigaciones a partir del año 2001, este grupo trabajó 26 meses con el objetivo de conocer los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos entre 1980 y 2000. Son desgarradores los 17.000 testimonios que recoge la Comisión, historias de niños, campesinos, viudas, huérfanos, militares, entre otros.

"[…] A mi mamá le salió anoche sangre de su pancita, le tiraron machete a mi papá le metieron bala y yo quería que se levantara, pero ellos no me hablaban… estaban muertos… han quemado también a  mi hermana… a mí me tiraron machete en la espalda" (CEAS 2002155, niño de tres años, San Martin de Pangoa-Junín).

"[…] salíamos a buscarlo en todos los lugares en donde se decía que habían aparecido muertos, revisábamos uno a uno para poder reconocerlo y nada […]. En una oportunidad, nos dijeron que a orillas del río Mantaro tiraban a los muertos y fuimos con mi hijo tempranito […] cuando nos acercábamos, vimos que llegaba el carro del Ejército y nos escondimos para que no nos vean; miramos cómo botaban bolsas negras en forma rápida y se fueron; nos acercamos y eran un montón de muertos, que eran jóvenes torturados, con alambres en el cuello, con mucha sangre, los pies rotos, muy golpeados" (CVR. Testimonio 300038, madre de estudiante desaparecido, Junín).

"[…] esa mañana, los soldados acorralaron al pueblo de Nuevo Occoro, reunieron en la plaza a toda la gente, serían unas 100 personas entre hombres y mujeres, niños y ancianos. En la plaza, los soldados separaron a los varones y a las mujeres; a éstas los metieron al local del Cabildo y no los dejaron ni moverse. Cuando vinieron hacia la plaza, a los hombres los tenían agachados, a tres muchachas los llevaron hacia el local del concejo distrital y los interrogaron si los hombres de Nuevo Occoro eran o no terroristas. Del total del grupo de hombres, los soldados seleccionaron a […] los golpearon y los llevaron […] desde entonces hasta la fecha no se supo nada de ellos […]" (CVR. Testimonio 300540, Huancavelica).

De acuerdo a los reportes y aproximaciones estadísticas, la CVR ha estimado que el número total de peruanos que pudieron haber muerto en el conflicto armado interno es de 69.280 personas, y más de 20.000 millones de dólares en pérdidas. "Una tragedia humana de estas proporciones puede resultar inverosímil, pero es la que sufrieron las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, quechua y asháninka, campesino, pobre y poco educado, sin que el resto del país la sintiera y asumiera como propia".

Al respecto, se ha dicho que "los peruanos tenemos el derecho de conocer nuestra historia", ahora tenemos el deber moral de no olvidar nuestra historia, de no bajar los brazos, de contar con profundo análisis nuestra historia a nuestros hijos, a las generaciones que se vienen formando en las aulas. Nadie puede juzgar las atrocidades que se cometieron pero corremos el riesgo de ser juzgados si los hechos vuelven y continuamos sin decir nada. La persona es conciencia y memoria pero siempre es necesaria una continua educación. Toda la vida es una educación, en ella se transmite todo el significado de nuestra historia, necesaria para la aventura de los jóvenes, no ofrecerla, u ofrecerla impregnada de ideologías es vaciar a los jóvenes de todo lo que son, es encaminarlos a la ruina como lo hizo Sendero Luminoso desde los años 70 en las aulas universitarias de Ayacucho cuando adoctrinaba a sus futuros miembros.

¿Qué tipo de educación es necesaria? Luis Jaime Cisneros, nuestro clásico intelectual, médico, literato y periodista a sus 87 años, enérgicamente nos apela diciendo: "insisto en que es la hora de la escuela. Frente a tanta noticia desgraciada, la escuela debe reforzar su deber de contribuir a que los jóvenes se descubran creadores de una realidad en que la claridad de la libertad y la justicia ayuden al individuo a realizarse y a construir su destino. No hay modo de que podamos corregir los errores de hoy, si perdemos la fe en la cultura. La cultura no tiene nada que ver con los efímeros dioses del consumo y el dinero. Tiene que ver con la fe en los valores. Y es tarea de la escuela, no de los bancos, no de las empresas, no de los pregoneros de la discordia, no de los cegadores del pueblo, no de los enfermos del ideal. La escuela es la casa donde el hombre aprende a gobernarse a sí mismo. Solo logrando ese triunfo podremos desterrar virus tan pernicioso".

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