Miénteme
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Mi padre es un compulsivo consumidor de westerns, y de las muchas veces que vi cuando era pequeño Johnny Guitar, obra maestra del género que Nicholas Ray dirigió en 1954, llegué a aprenderme de memoria este diálogo, que me fascinaba a pesar de no entender su significado:
“JOHNNY: ¿A cuántos hombres has olvidado?
VIENNA: A tantos como tú mujeres.
J: ¡No te vayas!
V: No me he movido.
J: Dime algo bonito.
V: Claro. ¿Qué quieres que te diga?
J: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años.
V: Te he esperado todos estos años.
J: Dime que habrías muerto si yo no hubiera vuelto.
V: Habría muerto si tú no hubieras vuelto.
J: Dime que me quieres todavía, como yo te quiero.
V: Te quiero todavía, como tú me quieres.
J: Gracias. Muchas gracias.”
¿Por qué el héroe, el valiente, audaz e independiente Johnny, se rebajaba a pedirle a la chica que le mintiera? ¿Por qué Vienna, tan bella, misteriosa y altiva, se humillaba para complacer a un hombre al que ya no quería? Era absolutamente incapaz de atisbar qué valor podía tener tamaña trola y, ante mis constantes preguntas, mi padre, lacónico, siempre me respondía lo mismo: ya lo entenderás cuando seas mayor.
En las Navidades de 2023, la famosa agencia de publicidad Sra. Rushmore creó un spot publicitario para el Atlético de Madrid. El anuncio contaba la historia de un taxista —por cómo tenía decorado su taxi se entendía que era hincha del Atleti— que una noche se encuentra un anciano completamente desorientado por la calle; tras averiguar su dirección en el DNI que llevaba en su cartera, se ofrece para llevarle a casa. Durante el trayecto, el anciano, que muestra un fuerte deterioro cognitivo (demencia o Alzheimer), empieza poco a poco, tímidamente, a departir de fútbol y de su gran ídolo, Alfredo Di Stefano, mítico capitán del Real Madrid, de quien habla como si estuviera todavía en activo. El taxista, atónito, al ver que el viejo estaba recuperando el ánimo, decide entonces esconder sus símbolos colchoneros, darle coba y seguirle el juego, llegando a reconocer incluso, en contra de sus verdaderos sentimientos, la superioridad estética y futbolística de don Alfredo. Al final, deja al anciano, alegre y agradecido, en el portal de su casa, donde le estaba buscando desesperadamente su hija, negándose a cobrar la carrera. El spot termina con una frase genial impresa sobre el parabrisas del taxi y al lado del escudo del club: “Por encima del Atleti, están los valores del Atleti”.
Esta preciosa publicidad institucional del Atlético de Madrid refleja un modo de estar en la vida en el que lo que más se valora no es llevar a toda costa la razón, sino el respeto al rostro del otro. En este mismo sentido, es muy conocida la historia del primer encuentro entre Josep Tarradellas y Adolfo Suárez en junio de 1977. El anciano político catalán, último presidente de la Generalitat de Cataluña antes de su disolución por el franquismo, acababa de volver a España tras pasar casi 40 años en el exilio, y había concertado una entrevista con el Presidente del Gobierno para discutir sobre la posibilidad de constituir un gobierno provisional catalán, en el ínterin de que se reconociera su plena autonomía en la futura Constitución.
La reunión fue un desastre sin paliativos: Adolfo Suárez, testarudo, se cerró en banda ante las pretensiones irreales y maximalistas de Tarradellas, y el encuentro no finalizó de una manera cordial. Sin embargo, a la salida, el astuto político catalán, curtido en mil batallas y con decenas de años de frustración y derrotas a sus espaldas, decidió hacer un arriesgado e inesperado movimiento: declaró a los periodistas que estaban en la puerta que la entrevista había sido excelente, que Suárez era un líder con gran visión de Estado y que habían llegado a grandes acuerdos. El equipo de Suárez se quedó estupefacto ante semejante gesto, y pidió sobre la marcha al líder catalán que volviera al despacho del Presidente para que reconsiderara sus posiciones de máximos y poder llegar ambas partes, como finalmente sucedió, a compromisos factibles sobre la situación interina de Cataluña.
“No nos damos cuenta del daño que hace el puritanismo político. Lo que se cuece ahí abajo [en el subconsciente] necesita estar tapado y la tentación de meter la cuchara en el puchero estropea el guiso”, afirma el profesor de Filosofía Política Armando Zerolo en su recién publicado ensayo, Contra la Tercera España. Una defensa de la polaridad (Deusto, 2025). En efecto, es una experiencia política recurrente que “el constante empeño de remover el sustrato moral, de cuestionar los lazos sociales y de perseguir la corrección política no hace sino aumentar la presión bajo nuestros pies”, remacha Armando Zerolo. No se trata de una invitación a vivir en la mentira, la impostura o la hipocresía, sino a preguntarnos si, en la relación con el otro, valoramos más la afirmación de nuestras ideas o, a pesar de su diferencia, el bien que supone su presencia en nuestra vida.
Como me vaticinó mi padre, he tardado muchos años en entender en toda su riqueza el diálogo entre Johnny y Vienna, o la sagaz inteligencia del gesto de Tarradellas ante la cerrazón y prepotencia de Suárez. El verdadero ordo amoris es la grandeza del alma del taxista colchonero ante el desvalido y desorientado anciano madridista: una estima por el otro que recoloca tu visión del mundo en su justo lugar. Es entender que la autenticidad no es hacer o decir las cosas que uno desea o que considera justas, sino hacer y decir las cosas por amor a algo mucho más grande que los propios y legítimos afectos: que el otro, en su alteridad, pueda ser.
Luis Ruíz del Árbol es autor del libro «Lo que todavía vive»
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