´Más allá de siglas y e ideologías, caminar a una´
El escritor Ángel González Sainz, en víspera de la cita con las urnas, valora para www.paginasdigital.es el manifiesto de CL hecho público con motivo de las elecciones.
¿Qué le ha llamado la atención del manifiesto de Comunión y Liberación sobre las elecciones?
Es una llamada a aprender de lo sucedido. Se suele llamar, muchas veces con pasiones tristes, a recordar o a olvidar. Pero pocas veces a aprender de ello, de memorias y olvidos. Es una llamada a ir más allá de las siglas y las ideologías, a buscar otro espacio que una o donde caminar a una. Es una llamada a no convertir al adversario o al otro en enemigo, a no caer en la dinámica amigo/enemigo por la que nos vamos deslizando o, mejor, van empujando algunos. Es una llamada a desmoralizar la política.
En el texto se habla de la necesidad de recuperar el valor del otro para fundamentar la convivencia. ¿Por qué cree que se ha perdido la evidencia de que el otro es un bien? ¿Qué razones históricas, sociales, políticas o antropológicas ha habido para que se produzca este proceso?
No creo que aparezca la palabra conflicto. La vida es conflicto, lucha de intereses, de aspiraciones, de perspectivas, de credos… La política sería el arte, la técnica, de búsqueda resolutiva de la mejor convivencia en un mundo conflictivo. Esa búsqueda de acuerdo de lo que no concuerda tiene que separar política de teología o religión (también política de deporte o de estética, por ejemplo), políticos de mesías, pareceres de unciones… no aplicar los esquemas de una cosa a otra. Es muy peligroso. Muchas veces quienes se declaran antirreligiosos son más eclesiásticos y clericales que las personas religiosas. Son dos cosas distintas. Religión, si entiendo bien, es re-ligo, es unión y es un espacio o abre espacios de unión, de camino juntos, en otro orden que el de la política.
El manifiesto menciona como una referencia la Transición. ¿Lo es?
Un pueblo que ha caído o se ha dejado llevar a una guerra civil tiene que tener como primer cuidado no volver a las andadas, saber que lo peor, lo mucho más que malo, es el enfrentamiento civil. Que, sobre todo, no vuelva a ocurrir, es lo primero. Por lo tanto hay que cuidarse de repetir los caminos o los mecanismos que podrían llevar de nuevo a la tragedia, donde, a partir de un determinado momento, ya nadie tiene toda la razón y hay que tomar posiciones en una trinchera. NO llegar nunca a ese momento ni a los que lo preceden: eso requiere centinelas y vigilancias que vean venir las cosas desde lejos. Por lo tanto hay, por muy imperfecta que se sea o se quiera que sea, valores importantes en esa decisión de la Transición de dejar atrás lo que hay que dejar atrás y mirar hacia delante con el otro. Claro, cuanto más justicia haya menos bazas se da a los pregoneros de conflictos.
Se propone, para recuperar el diálogo, hacer algo juntos. ¿Qué es lo que los españoles podemos hacer juntos en este momento?
Aprender a vivir en libertad, aprender a convivir, a mejorar la convivencia, a elegir mejor, a distinguir la conveniencia y lo común, a dirimir cómo ser más prósperos y justos y ricos dentro. Tarea infinita y cotidiana, grandiosa y humildísima. Pero no sé a qué les suena a muchos eso hoy.