Martes 19 de febrero de 2025: Día I del Nuevo Orden, empieza el siglo XXI
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Suele decirse que la Historia se comprende desde las biografías. La del vicepresidente de EE.UU. J.D. Vance es una historia personal de superación. Lean su libro. Vean su serie de TV. No cabe negarlo. Una historia personal de este tipo, bien llevada puede ser una fuente de sosiego a tu alrededor, o puedes aprovechar cualquier oportunidad para hacer un púlpito de cualquier atril en un foro internacional, como sucedió este fin de semana en la Conferencia de Seguridad de Múnich. En todo caso, te lleva a la Casa Blanca algún día.
Los EE. UU., él, Vance, en lugar de apostar por defender públicamente a un estado agredido, Ucrania, y el Derecho Internacional, criticó a la Unión Europea con términos que recuerdan a frases que utilizó Hitler, y las mentó en Múnich, que es como mentar la soga… Vance apoyó en el mismo viaje a Alemania a la extrema derecha de la AFD, excusándose de que Europa se posicionó a favor de Biden. Si lo pensamos bien, todos deberíamos votar en esas elecciones americanas. Creo que nos afectan más que las Autonómicas, puestos a ser demagogos…
Retomando la cuestión, Vance hace todo esto porque era un simple telonero para lo que vino este martes 19 de febrero de 2025: la reunión en Arabia (monarquía feudal), entre el latino Marco Rubio, y el muy experimentado jefe de la diplomacia rusa.
Ni Rusia, ni EE.UU., ni China, desean la unidad europea, y todos quieren ya nuestra debilidad y nuestra rendición, que comenzaría por la de Ucrania.
Vance en su discurso no habló de Rusia porque se reunía con Rusia en Arabia en un par de días y porque para Trump, Zelenski es un dictador, nada que ver con la carmelita descalza de Putin, que a fin de cuentas, se ha atrevido a hacer lo que Trump solo ha anunciado para Canadá, Panamá y Groenlandia.
Vance tampoco habló del opositor Navalny, un mártir más del “Archipiélago Gulag”, ese mar de vidas con final trágico en la U.R.S.S. que describiera con maestría Alexandr Soljenitsin, supongo que un traidor a ojos de la nueva Nomenklatura mundial que se reparte el mundo entre Washington, Moscú y Pekín.
La Unión Europea trató de cerrar filas, sin conseguirlo, tras estas declaraciones de Vance, y antes de la reunión en Arabia que, por cierto, recuerda a aquella en que se dejó caer a Checoslovaquia y Polonia, y a aquellas otras de Postdam, Yalta y Teherán, en que el mundo se dividió en una larga y fría guerra.
Los europeos, incluso Franco, llevaban desde 1945 bajo el paraguas yankee. Han colaborado en montar el orden internacional basado en el Derecho Internacional que renuncia a la guerra para resolver los conflictos.
La alternativa de la UE no es ni Washington, ni puede ser Pekín ni Moscú, ni un mundo con zonas de influencias y neoimperios. En un mundo nuclear, el siglo XIX y el XX no son una opción. Una democracia global, sí, en una sociedad global basada en el principio de subsidiariedad y en el Estado multinivel. Por esta razón, o es la Unión Política de los europeos, o nos vemos abocados a ser como aquellas repúblicas italianas, siempre en guerra entre ellas, y dedicadas al comercio, 50, 100, 200 años…hasta la invasión final, ¿desde el Norte, desde el Sur?
Si nos dejan ahora a los europeos sin el manto protector de los misiles norteamericanos, (y se empieza a retirar ese manto cuando se verbalizan ciertos pensamientos y bravuconadas como las de Vance), dado que no estamos preparados aun para protegernos de un vecino ruso con miles de cabezas nucleares, estarán siendo desleales y cómplices de una masacre. Como decía el diplomático norteamericano William C. Bullit, “las facultades digestivas de la U.R.S.S. son superiores a las de toda otra nación, porque no tienen límites en la moral o en razones humanitarias”. Bullit sabía que asegurar la paz era ir ampliando la democracia. Desde luego, el apaciguamiento, que no funcionó con Hitler, tampoco con Stalin, no lo hará con Putin. Bastaba una simple retirada de Ucrania para el fin de la guerra.
Con el discurso de Vance en la Conferencia de Seguridad del Múnich, que será recordado como un discurso incorrecto y contrario a toda diplomacia, y que lo mezcla todo, y las conversaciones sin Ucrania sobre la rendición de Ucrania, EE.UU. abandona su política desde 1945 en favor de un orden internacional basado en normas y valores. Ha preferido dejar de liderar la esperanza en el mundo, la tierra prometida. Trump podría haberse limitado a rechazar y derogar la ideología de lo woke, y toda la nueva antropología, pero no puede hacerlo, porque Trump es ya woke también, y piensa que puede ser hombre o mujer, invadir Groenlandia o no hacerlo, expulsar a un periodista o no hacerlo, cuando no es cierto. Él no puede. Como todo gobernante, está sujeto a Dios y a las leyes (sub Deo, sub lege, que decía Santo Tomás). Por eso estamos desorientados y confusos, porque dice ser lo que no es. No se trata de un conservador, ni de un hombre religioso, ni de un demócrata, ni siquiera es republicano. Es lo que convenga ser en cada momento. Un woke mental, como tantos gobernantes que conocemos.
Lamentablemente, Ucrania no puede confiar ya en EE.UU. Nosotros, que tenemos bases en nuestro territorio nacional, tampoco. Panamá, Canadá, Groenlandia, el nuevo Golfo de Méjico, las deportaciones de Gaza,…What´s next? Recuerda tanto a Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico…Recuerda tanto a Georgia, a Ucrania, al Tíbet, a Mongolia, a Manchuria,…
Si la UE es la España de 1898 o la Italia del Renacimiento, estamos perdidos. Que la excusa de Vance fuese la burocracia de Bruselas, cuando las leyes europeas se aprueban por un Parlamento elegido democráticamente, y cuando Bruselas tiene menos funcionarios que París, es un chiste de mal gusto. Cuando se abandera un gobierno que no condena el asalto al Capitolio, estamos en manos de anti sistemas, y efectivamente, así se declaran, y en algunos aspectos, no sin razones, y ya se sabe, las revoluciones son siempre binarias.
Que dijese Vance en su discurso algo sobre los tics totalitarios de la ideología de género, que son evidentes, cuando en su país sigue vigente la pena de muerte, y la sociedad respira racismo y aporofobia, nos hace ver que no admiten la escala de grises en su película de relaciones internacionales de bajo presupuesto.
Este toque de atención nos empuja a la Unión de Defensa en la UE. Va a ser así. Como europeos vamos a necesitar ser ya un ente político con sus fuerzas armadas, pero lo preocupante es que Moscú puede ver en Vance y en la reunión de Arabia un capote para expandir su influencia en el Cáucaso (Georgia) y Moldavia, así como Ucrania, países candidatos a entrar en la UE, para empezar, más la apertura en Europa de la caja de Pandora entre polacos, rumanos, húngaros,…
Lo bueno es que Trump es un especulador, un constructor, un hombre de negocios, y los negocios fluctúan, y puede variar de opinión si tuviera algún negocio más lucrativo. Liberar los miles de millones de euros que le cuesta la defensa de Europa es lo que persigue este hombre de negocios que necesita rudos vaqueros, por Vance, o rudos vaqueros espaciales, por Musk. También persigue que los platos rotos de la “fiesta” de Ucrania los pague la Unión Europea, mientras Ucrania se queda sin entrar en la OTAN (lo que indicaría, al menos, que se mantendría).
El caso es que sabemos que J.D. Vance será el nombre de un portaviones o de un crucero estelar, Musk mediante, mientras que Úrsula tendrá una placa, en una bonita calle de Bruselas o de Múnich. Pero no son formas, y mi mujer me dice siempre que las formas lo son todo.
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