Los amigos de ETA dejan de pasear por los pasillos del Parlamento vasco
Se acabó. Los asesinos serán asesinos y los políticos, políticos. Y en la Cámara de Vitoria no pasearán los cómplices y justificadores de los asesinatos en nombre de unos falsos derechos de un pueblo vasco inventado.
En sus 29 años de existencia, el Parlamento vasco siempre ha contado con la presencia de lo que al mundo de ETA le gusta denominar "izquierda abertzale", pero que para el común de los mortales no son más que los que apoyan la violencia porque nunca han tenido la suficiente gallardía o valentía de condenar los asesinatos o imponerse y mandar sobre la banda terrorista. No ha habido líder de esa conocida "izquierda abertzale" que haya actuado con autonomía y sin seguir a pies juntillas las directrices de ETA. Ni uno, a pesar de que a todos se les llenaba la boca defendiendo su identidad de políticos. Pero esos "politicuchos" no han votado ni una sola enmienda o proyecto de ley en la historia de la cámara legislativa sin la bendición de los etarras.
Esta "izquierda abertzale", el mismo perro con distinto collar, ha conseguido entre un 10 y un 18% de representación en el Parlamento. Y su evolución ha variado en función de las etapas más o menos sanguinarias de ETA. Es decir, cuanto más violencia, menos votos, y cuando había tiempo de ausencia de tiros, aumentaba el número de escaños.
Por ejemplo, tras la tregua derivada de las conversaciones de Argel, Herri Batasuna (HB) logró en 1990 su techo porcentual: el 18,33% y ni más ni menos que 13 diputados.
Años después, con el Pacto de Lizarra entre ETA y los partidos nacionalistas, los de siempre, ahora bajo las siglas de Euskal Herritarrok (EH), consiguieron su récord: 14 escaños y el 17,91% de los votos.
En 2000, con la vuelta a la violencia, de nuevo los mismos con el nombre esta vez de Batasuna, se produjo su descalabro: 10% y 7 escaños.
Gracias al Gobierno de Zapatero, los amigos de ETA consiguieron presentarse en 2005 a las elecciones a pesar de que estaba en vigor la Ley de Partidos. El ahora denominado Partido Comunistas de las Tierras Vascas (PCTV) consiguió en las últimas elecciones autonómicas el 12,44% de los votos y 9 escaños, las famosas "Nekanes".
De confirmarse la sentencia del Tribunal Supremo, ETA no estará presente en el Parlamento vasco a partir del próximo 1 de marzo. Dejará de recibir dinero de todos los contribuyentes vascos y se dejará de humillar a las víctimas del terrorismo cada vez que no acudan o se abstengan en la votación de condena de un nuevo atentado terrorista. Pero lo mejor es que nuestra democracia saldrá fortalecida y más libre. Las reglas o se respetan o no se entra en la partida del juego. Y aquí no pasa nada. Como no pasó cuando se denominó terrorismo a las juergas vandálicas de los cachorros de ETA los fines de semana hace no mucho tiempo.
El domingo pasado, 8 de febrero, debería pasar como fecha clave en nuestra historia democrática. El día en que por primera vez el Estado se negó a que la banda terrorista ETA estuviera representada en una cámara legislativa con voz y voto como si nada.
Valorados todos los efectos dignificantes para nuestra política tal histórica decisión, no podemos dejar de preguntarnos si este camino emprendido ahora tiene paso firme o volverá a ser un nuevo "vaivén" partidista del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El próximo 1 de marzo puede que sean también unas elecciones históricas ante la posibilidad de que el PNV pase, por primera vez, a la oposición. La pregunta ahora es la siguiente: "¿Qué tesis triunfará entonces entre el PSOE-PSE: las de los partidarios de estrechar hasta el final el cerco policial e institucional a ETA o las de los que siguen soñando con el fin dialogado?".