LOMCE: No logro entenderlo

Mundo · Benigno Blanco
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30 septiembre 2013
Desde el debate constitucional previo a la aprobación de nuestra Constitución en 1978, la educación es quizá el tema que de forma más persistente divide a las fuerzas políticas españolas hasta el punto de que todo cambio de mayoría política en el Parlamento ha supuesto siempre la elaboración de una nueva ley de educación y cada una de las aprobadas ha sido recurrida ante el TC por el partido mayoritario de la oposición.

Desde el debate constitucional previo a la aprobación  de nuestra Constitución en 1978, la educación es quizá el tema que de forma más persistente divide a las fuerzas políticas españolas hasta el punto de que todo cambio de mayoría política en el Parlamento ha supuesto siempre la elaboración de una nueva ley de educación y cada una de las aprobadas ha sido recurrida ante el TC por el partido mayoritario de la oposición. En la reciente historia de España ha habido dos grandes modelos: el estatista que concibe la escuela como un elemento de adoctrinamiento político para el cambio social al servicio del poder, negador o limitador de la libertad de educación y de los derechos de la familia e imbuido de la fracasada pedagogía comprehensiva, por un lado (es decir, el modelo del PSOE); y el defensor de la libertad, de la exigencia académica, del esfuerzo, de los derechos de los padres y del pluralismo pedagógico, por otro (es decir, el modelo que ha abanderado el PP).

Hasta esta legislatura, los electores sabíamos a qué atenernos más o menos en esta materia. Hoy mi desconcierto al respecto es mayúsculo.

El Presidente Rajoy decidió poner al frente de un Ministerio clave por sus competencias y por afectar a materia esencial de su programa y a su identidad política ante su electorado, a un equipo humano ajeno completamente a las señas de identidad en materia de educación del programa electoral con que ganó las elecciones. La sorpresa que generó el nombramiento del Ministro Wert y sus más inmediatos colaboradores entre los votantes del PP seriamente preocupados por la educación, ha dado paso con el tiempo a un total desconcierto. Los hechos son los siguientes:

a) en un momento de reformas estructurales profundas, la reforma educativa del Gobierno Rajoy se separa de la tónica general del Gobierno y se queda en un pequeño retoque de la legislación de ZP que subsistirá en sus claves esenciales. Incumple así el Gobierno del PP el programa electoral con que ganó las elecciones generales. ¡Y lo hace contando con mayoría absoluta!

b) El PP renuncia así al modelo educativo que venía defendiendo en el Parlamento, en sus recursos de inconstitucionalidad y en sus programas electorales desde la elaboración de la Constitución. ¡Y lo hace contando con mayoría absoluta!

c) El PP abandona así su pretensión de acabar con la deriva constante de nuestra escuela hacia una pérdida de calidad constante y se acomoda al fracaso escolar más grave de la OCDE. ¡Y lo hace contando con mayoría absoluta!

d) El PP incumple su compromiso con los padres de familia españoles de reformar la ley para reforzar los derechos de éstos a educar en libertad a sus hijos. Esos padres de familia ven impotentes cómo quienes se manifestaron con ellos en las calles para defender la libertad de educación renuncian a esta causa…¡contando con mayoría absoluta!

e) El PP renuncia con su tímida reforma educativa a poner en marcha una escuela al servicio de jóvenes formados, con criterio moral, competitiva y capaz de proporcionar a nuestra economía y sociedad ciudadanos preparados para competir en una economía global que prima la excelencia. ¡Y lo hace contando con mayoría absoluta!

¿Porqué el espíritu reformista de este Gobierno queda en suspenso a las puertas del Ministerio de Educación? Uno podría pensar que es porque en una decisión de estrategia política global el presidente Rajoy ha decidido aplacar a las izquierdas en un tema tan sensible para ellas como éste o porque ha decidido comprar la paz social con los sindicatos de clase o porque la educación no le importa lo más mínimo. Pero estas explicaciones no se sostienen, por cuanto el Ministro Wert ha logrado sacar a la calle en revuelta permanente a todo el entramado ideológico y sindical de la izquierda más carca contra su reforma y se ha atrevido a plantear reformas en temas sensibles para su electorado como la enseñanza de la religión, la diferenciada o las evaluaciones. Y sin embargo…ni hay verdadera reforma educativa ni nadie está contento con esta reforma.

No logro entenderlo.

No logro entenderlo salvo que estemos ante un cúmulo de incompetencia, falta de claridad ideológica y programática, malos modos personales, incoherencia política, oportunismo sin horizonte e ineficacia política en proporciones alarmantes. Y si esto es así, debo decir: la educación se merecía otra cosa.  

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