Leonor es un símbolo de estabilidad y continuidad

España · Ángel Satué
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31 octubre 2023
Hoy, 31 de octubre de 2023 es un momento histórico para España.

De acuerdo con el Artículo 61 de nuestra Constitución, la norma suprema rectora de nuestra convivencia, S.A.R. la Princesa de Asturias, doña Leonor, como Princesa heredera, alcanza la mayoría de edad, y presta juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas, así como el de fidelidad al Rey.

El juramento se presta en el Palacio de las Cortes, situado en la Carrera de San Jerónimo, de Madrid, por cierto, patrón de los traductores por aquello de traducir la Biblia al latín (la Vulgata), y representado siempre con un león a su lado. León, también, por cierto, asociado por su valentía a los reyes de España desde tiempo inmemorial (San Isidoro de Sevilla, Etym., XII, 2,3).

Es, por tanto, un juramento como aquel de la saga de El Señor de los Anillos, de los guerreros de Roham, que podría ser que algún día, llegada fuese la hora de darle cumplimiento. Y es que orcos y enemigos de la democracia, de las leyes, de los derechos de los ciudadanos y las autonomías, siempre acechan.

Con ser importante este juramento, ha de ir asociado a la ejemplaridad, fuente de legitimidad que se declina en gerundio, mientras se ejercen las funciones constitucionales.

Esta ejemplaridad es, además, condición de liderazgo de esta vieja nación, la española, cuyo territorio lo unificó por primera vez Roma, en el 24 a.C. (realmente, el 19 a.C), bajo el imperio del emperador César Augusto. Unificación que comenzó en la antigua Tarragona, y que finalizó con la destrucción de los valientes astures y los bravíos cántabros, que por algo se llama Mar Cantábrico.

Durante la mayor parte del período 24 a.C a 2023 d.C este territorio que ahora llamamos España, antes Hispania, y que se expandió durante cuatro siglos por todo el mundo, ha sido regido con mayor o menor éxito, con más o menos influencia, conformando parte de alianzas más o menos estrechas… por diversos poderes: Roma, Damasco, Córdoba, León, Aquisgrán, Madrid, París, Moscú, Washington, Bruselas,… Por reyes buenos y malos, por gobiernos mejores y peores. En 2000 años es imaginable que la amalgama de gentes, el solapamiento de genes, la mezcla cultural, haya generado un pueblo con su idiosincrasia. Una que nos llevó al mayor legado que hemos tenido en siglos de existencia: la Constitución de 1978, que nos situaba a los españoles bajo una promesa de reconciliación y concordia, y de una efectiva amnistía histórica en 1977 (y no inédita en nuestra historia política), requisitos ambos para la vida en común, de todos los españoles, desde Ampurias a Finisterre, desde Zarauz a Pollensa, desde Cartagena a Las Palmas, y en libertad.

En el siglo XXI el monarca, y su heredera, juran lealtad a la Constitución, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española. De esta vieja nación emana todo el poder. Y es bueno que sea así, y no al revés.

Una nación de ciudadanos libres e iguales, bajo el imperio de las leyes justas, sobre la herencia de un pasado común, sobre la esperanza de un futuro en común, con doña Leonor, como heredera de la Corona, destinada a ser una monarca en el siglo XXI, representación de la nación soberana, y símbolo de ella. Símbolo también de estabilidad y continuidad, que son esenciales para el progreso social, económico y moral de los españoles. Para facilitar las políticas verdaderamente comprometidas para arreglar la vida de los españoles, asediados desde hace años por el desempleo juvenil, por la inflación, las hipotecas, la brecha salarial, las pensiones bajas, el precio de las casas, la ausencia de hijos,…

En estos momentos que vive España, en que se pone en cuestión y se arriesga la vida en común, la mismísima unidad ante la ley y la del territorio que unificó Augusto, es difícil vivir el juramento con normalidad, con sana indiferencia, incluso republicana, o simple curiosidad mediática. Es por eso por lo que hay que gritar a la rosa de los vientos, los mismos que llevaron a Aragón hasta los confines del Mediterráneo, y a Castilla a descubrir un Nuevo Mundo, los mismos que nos han hecho ciudadanos libres e iguales ante la ley, sin que nadie sea más que nadie, que hay y siempre habrá una conquista moral en la unidad de España, que permite la convivencia en paz y en libertad.

Existe progreso moral en defender todo esto y la sociedad civil española, así como su comunidad política, y el Estado, han de preservarla. Se puede vivir con sana indiferencia, o se puede vivir con normalidad, o todo lo contrario, pero el juramento de hoy consolida la pervivencia del compromiso en esta unidad.

S.A.R. la Princesa de Asturias, doña Leonor, como su padre, S.M. el Rey, no es más que nadie, sino el símbolo de todos nosotros en defensa de nuestras libertades, derechos y obligaciones en un mundo cambiante, en una sociedad global compleja.

 

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