La soledad, una cuestión de Estado
A muchos ha sorprendido el anuncio de Theresa May, primera ministra británica, sobre la creación de una Secretaría de Estado de la Soledad. Tracey Crouch, titular de Deportes y Sociedad Civil, se encargará a partir de ahora de buscar solución a esta enfermedad que acecha al mundo y que en Reino Unido –y en otros países de Europa– es una epidemia desde hace ya mucho tiempo.
El Gobierno británico ha tomado esta decisión a raíz de un estudio que había llevado a cabo la comisión a la que pertenecía la diputada laborista Jo Cox, asesinada en 2016. El propósito es desarrollar una estrategia para enfrentar el problema, darle visibilidad y destinar fondos a las organizaciones que se encarguen de conectar personas entre sí. ´Para demasiada gente la soledad es la triste realidad de la vida moderna. Quiero hacer frente a este desafío tomando medidas para abordar la soledad de los mayores, cuidadores, de aquellos que han perdido a un ser querido, de la gente que no tiene a nadie con quien compartir sus pensamientos y experiencias´, eran las palabras de la primera ministra.
Nueve millones de personas en Reino Unido se sienten solas. Algunas reconocen pasar varios meses seguidos sin hablar con nadie. Pero el problema no afecta solo a la tercera edad; cada vez son más los jóvenes que la sufren. En un mundo cada vez más conectado, en el que no hay barreras para comunicarse con alguien que está lejos, en el que la información está a nuestro alcance a golpe de clic; el compañero que se sienta al lado en el trabajo o en clase se ha convertido en un gran desconocido.
La decisión de hacer de la soledad un problema de Estado ha levantado un gran revuelo porque, aunque muy común, siempre se ha llevado en silencio. Más que una circunstancia no elegida, que lo es en muchos casos, es una forma de concebir la vida: yo me levanto, yo tengo que sacar mi trabajo adelante y hacer frente a los desafíos de cada día. Los pensamientos, sensaciones, incomprensiones, límites y también alegrías se quedan de puertas para dentro. A veces parece que nuestro mejor amigo es el smartphone, decía Cox en su estudio. ¿Pero esta forma de vida es también soledad o el problema es estar solo físicamente? Es una gran discusión estos días.
Habrá que ser honestos a la hora de identificar bien el problema y encontrar sus causas. No es nada fácil. Tampoco basta con promover medidas políticas para paliarlo. Pero independientemente de que las medidas anunciadas por el Gobierno británico sean acertadas o no, el hecho de que reconozcan que tienen un problema es un gran avance.