La moral no salva ni a la economía
El FMIha dejado claro en las reuniones que han tenido lugar en las capitales que laobsesión de Merkel por reducir el déficit rápido y a toda costa en el sur deEuropa es muy peligrosa. Se ha producido un interesante debate sobre el papelde los bancos centrales en la crisis. Y, a pesar de los recelos del BCE, se hallegado a cierto consenso sobre la conveniencia de seguir políticas como lasque practican la Reserva Federal, el Banco de Japón y el Banco de Londres.Políticas para inyectar dinero en el sistema aun a riesgo de provocar másinflación o una nueva burbuja.
Berlín,a pesar de la cercanía de las elecciones de septiembre, ha consentido alGobierno de Rajoy dos años más para reducir el déficit al 3 por ciento. Muy mallo han visto para cambiar de criterio. Se han dado cuenta de que la medicinaaplicada a Portugal, el buen discípulo, era un suicidio. Letta ha dicho desdeel minuto cero que rechaza más recortes.
Afortunadamentecambian las tornas. Pero queda en el aire un discurso hipermoralizante quesostiene tanto la izquierda como la derecha. Las políticas de austeridad hanestado acompañadas por una pública confesión de los pecados del pasado que seha hecho algo patológica. Como en ciertas devociones poco equilibradas lamemoria de la culpa se hace recurrente. Una y otra vez se repite que hemosvivido por encima de nuestras posibilidades. La izquierda insiste en que lacodicia y la avaricia han dado al traste con todo. Y la derecha insiste en la faltade cultura del sacrificio, de meritocracia, de afán de superación. Unos y otrosseñalan que estamos ante una crisis de valores. Luego, cuando llega el momentode decir cuáles son esos valores y cómo es posible desarrollarlos, generalmentese hace el silencio.
En elcine es fácil seguir el rastro de esta especie de confesión general. ///http://www.youtube.com/watch?v=NfqZa1oKMoM///InsideJob///, el excelente documental de CharlesFerguson, nos contó la "exuberancia" de unas finanzas que se justificaban a símismas y que acabaron destruyendo la economía real. ///http://www.youtube.com/watch?v=etTAfGIPb_0///ElCapital/// de Costa Gravasapuntaba en la misma dirección, aunque era menos redonda. Hemos tenido otro ///http://www.youtube.com/watch?v=873PrTZkLsI///WallStreet/// de Olliver Stone. ///http://margincallmovie.com///MarginCall/// de Chandor era, sin duda, mejor.
¿Yahora? Probablemente todos los pecados económicos confesados son ciertos. ¿Ahoracómo seguimos? Estamos saturados de moral y de análisis. Se nota demasiado que gran parte de laeconomía moderna se ha construido sobre la base de una concepción negativa delhombre. El estatalismo se fundamenta en la necesidad de poner coto a laspulsiones destructivas. Y el liberalismo en el sueño de que el egoísmo privadopuede transformarse, gracias a la mano invisible del mercado, en beneficiopúblico. Pero en realidad la energía que mueve la vidaeconómica se apoya en un principio positivo. Ante el reto de tener que resolveruna necesidad, se dispara la capacidad de innovar, de crear, de encontrarrecursos. Y ese movimiento es socializante, genera redes, confianza. Quizás haya que empezar por tener estoclaro y por rescatar aquellas experiencias de cualquier sector que lo haganevidente.
MientrasEuropa sigue tumbada en el diván del psiquiatra, describiendo su culpa, Brasil, India, China, México,Rusia despliegan una capacidad de desarrollo sorprendente. Es verdad que es elcrecimiento propio de países pobres queeran pobres y que cuando sus rentasse acerquen a las del ViejoContinente la velocidad de crucero disminuirá. Es verdad que sus desequilibriosy sus injusticias no son deseables. Pero lo que sí se puede aprender de elloses el empuje, la energía que despliegan. Su capacidad para entrar rápido y confuerza en los sectores más competitivos que generan empleo. Su avidez por la creación y elconocimiento. Ahí fuera hay unmundo vibrante, sometido a unfascinante proceso de mestizaje (también eso es energía), que está enexpansión. Puede enseñarnosmucho.