La libertad que no llega

Laocasión es de oro. Desde que España volvió a la democracia, todas las leyesvigentes han sido redactadas por los socialistas. La LOCE impulsada por Aznar,que pretendía corregir los efectos desastrosos de la pedagogía comprensiva,nació muerta. Zapatero la derogó por vía reglamentaria antes de que pudieraaplicarse. El cambio impulsado por el ministro José Ignacio Wert corrige ladispersión de los contenidos en las diferentes Comunidades Autónomas, refuerzalas matemáticas, la lengua y otras materias básicas. Recupera las reválidas.Tiene el buen criterio de acabar con Educación para la Ciudadanía. Pero nocambia la regulación de los conciertos, deja intacta la regulación de la LODE,la ley de 1985.
Enesa regulación hay un elemento perverso. La organización y la planificación delnúmero de colegios es una decisión que puede tomar la Administración sin teneren cuenta la demanda social. Eso se traduce en que los gobiernos puedan poneren marcha centros públicos en una determinada zona, a pesar de que los padresno estén solicitando plazas en esos centros. Eso provoca situacionesrocambolescas: los alumnos acaban en los centros públicos cuando los padreshabían demandado colegios concertados.
Paraque existiera una auténtica subsidiariedad educativa el principio deplanificación tendría que someterse a la demanda real. La ley blinda losconciertos de los colegios de educación diferenciada, en ese campo, que esimportante, tutela la preferencia paterna. Es una cuestión que atiende lademanda de un cierto sector social. Lo que hubiera sido necesario es dar unvuelco completo a la mentalidad estatalista que siempre miró y sigue mirando ala iniciativa social con sospecha. Queda por delante todo el trámite parlamentario,un buen momento para cambiar de criterio. También sería una ocasión para que elestatus de la clase de Religión cambiara y tuviera, por fin, la dignidadacadémica que se le ha negado demasiado tiempo.