La difícil sucesión del Presidente Napolitano

España · PaginasDigital
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18 noviembre 2014
En las últimas semanas ha sonado cada vez con más fuerza la posibilidad de que Giorgio Napolitano, Presidente de la República italiana al que popularmente se conoce como ´Il Re Giorgio´, podría presentar su renuncia anticipada a la presidencia de la república. La razón más evidente, su avanzada edad: Napolitano se dispone a cumplir novente años en sólo unos meses. Además, el político italiano ha sufrido hace poco una crisis de cansancio totalmente lógica para un hombre que lleva mil batallas políticas en el cuerpo y que ya estuvo en la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial. Pero la pregunta que viene a continuación es de muy difícil respuesta: ¿y a quién poner entonces en su lugar? No hay que olvidar que Napolitano renovó mandato en la primavera de 2013 porque las principales fuerzas políticas fueron incapaces de ponerse de acuerdo en buscar un candidato alternativo. Sin embargo, el tiempo no pasa en balde y la salud del veterano Napolitano, tampoco.

En ese sentido, conviene recordar que ya la primera elección de Napolitano, en el año 2006, fue consecuencia de la falta de acuerdo. Napolitano no era, ni mucho menos, el primer candidato de los que se manejaban entonces, pero, tras varias votaciones fallidas, entonces hubo que buscar un nuevo candidato (el mismo Napolitano) que, si lo logró, fue no obstante con mayoría simple cuando su antecesor, Carlo Azeglio Ciampi, había obtenido siete años antes los dos tercios que exigía la Constitución italiana.

Y debe recordarse que el Presidente de la República en Italia, a diferencia de otros jefes de Estado (como el de España, Alemania o Reino Unido, sin ir más lejos), sí goza de importantes prerrogativas. Entre ellas hay que destacar que debe ser él quien encargue formar gobierno; quien sancione las leyes aprobadas por el Parlamento (eso sí, con un límite de veto); y, lo más importante, decidir cuándo deben convocarse elecciones generales. Por ello no resulta de extrañar que el Presidente de la República haya asumido en ocasiones un papel relevante, como le sucedió a Francesco Cossiga al final de su mandato (en pleno estallido del asunto de corrupción múltiple conocido como Tangentopoli), a Oscar Luigi Scalfaro en los años 1992-99 o a Carlo Azeglio Ciampi entre 1999 y 2006. El propio Napolitano tuvo que intervenir de manera decisiva en la política al exigir, en noviembre de 2011, al entonces poderosísimo Silvio Berlusconi, la dimisión de la presidencia del Consejo de Ministros cuando a éste aun le quedaban año y medio de mandato.

Para Matteo Renzi, la permanencia de Napolitano al frente de Il Quirinale resulta indispensable ya que necesita el apoyo de la primera figura política del país en un momento tan delicado como el actual, en que intenta sacar adelante la controvertida reforma laboral como manera de lograr la llegada de inversiones a Italia. En los últimos meses Napolitano ha salido en más de una ocasión en defensa de Renzi, lo que el joven político toscano siempre ha agradecido públicamente. Pero, más allá de ello, habrá que ver qué sucede con la salud del anciano Presidente de la República italiana.

Es posible que estas Navidades sepamos algo más, ya que se espera con interés su tradicional mensaje navideño, en el que podría anunciar su retirada de la política. De ser así, habría que buscar un recambio, y a día de hoy, el hombre que suena con más fuerza es el de Romano Prodi: Primer Ministro entre 1996 y 1998, y entre 2006 y 2008 (el único hombre capaz de derrotar en las urnas a Silvio Berlusconi, y además por dos veces), en este momento cuenta con 75 años de edad, es decir, seis menos de los que tenía Napolitano cuando fue elegido Presidente en 2006. De no salir adelante la candidatura de Prodi, entonces sí que podría llegar a Italia una auténtica crisis institucional, ya que a día de hoy no hay prácticamente ningún político de envergadura que pudiera concitar suficientes apoyos. Y ello podría llevar a una nueva convocatoria electoral que no haría más que sumir todavía más en el caos a un país ya de por sí suficientemente caótico. En todo caso, esperaremos a Navidad y a esa trascendental mensaje de Navidad del todavía Presidente Napolitano, porque al final puede que no sea más que un mero pensamiento erróneo. El tiempo lo dirá.

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