¿Hacia dónde va Cuba?

Mundo · Clara de Haro
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14 enero 2014
En 2008, Raúl Castro sustituye a su hermano Fidel al convertirse en presidente del Consejo de Estado, y en 2011 en primer secretario del PCC. Al inicio de su gobierno Raúl era consciente de que no tenía el liderazgo carismático de Fidel y apuesta por un discurso realista y pragmático que incide en la importancia de resolver las dificultades económicas que vive la isla.

En 2008, Raúl Castro sustituye a su hermano Fidel al convertirse en presidente del Consejo de Estado, y en 2011 en primer secretario del PCC. Al inicio de su gobierno Raúl era consciente de que no tenía el liderazgo carismático de Fidel y apuesta por un discurso realista y pragmático que incide en la importancia de resolver las dificultades económicas que vive la isla. En 2008 ya anunció ciertas reformas económicas para afrontar los problemas internos que hacen insostenible el sistema, aunque estas serán de poca importancia. Es tras el estallido de la crisis económica mundial cuando Raúl Castro se ve en la necesidad de plantear reformas estructurales de mayor calado para evitar el hundimiento del sistema.

La crisis económica actual ha complicado los fallos del sistema económico cubano y ha provocado, según Mesa Lago, la crisis económica interna más grave que ha tenido desde 1993-1994, cuando Cuba se quedó sin el apoyo económico de la URSS. El salario medio no cubre las necesidades básicas de los cubanos y el racionamiento que otorga el Estado sólo cubre las necesidades de los primeros 10 días del mes. Para resolver las necesidades del resto del mes hay que acudir a agromercados y TRD (tiendas de recuperación de divisas); todo a precios muy altos en comparación con el salario percibido. Esto genera grandes desigualdades sociales entre los que reciben remesas en dólares y los que no. Los datos macroeconómicos de Cuba presentan un déficit comercial que provoca la necesidad de importar bienes básicos y alimentos; esto se debe a la poca productividad de la agricultura y del sector industrial. El déficit en la balanza comercial se compensa con el superávit en servicios generados por el turismo y los servicios sanitarios exportados a Venezuela. El intercambio comercial con Venezuela supuso en 2011 el 18,3% del PIB, reflejo de la gran dependencia cubana a la política y economía de dicho país. Intercambio coyuntural ya que en 2009 Venezuela redujo su aportación debido a la crisis económica interna, y podría hacerlo de nuevo dada la situación económica en la que se encuentra. A ello habría que sumarle el enorme gasto del Estado, la poca productividad de las empresas estatales y el problema de las pensiones, para explicar la vertiginosa situación en la que se encuentra la economía de la isla.

El proceso de reformas comienza en 2008 con medidas administrativas y reformas no estructurales, y es a partir de 2011, con la aprobación en el VI Congreso del PCC de los Lineamientos de la Política Económica y Social cuando se ponen en marcha las reformas estructurales, que son las más ambiciosas desde el inicio de la revolución. Estas pretenden acabar con la improductividad del sistema económico actual para asegurar la supervivencia del “socialismo cubano”. Raúl ha asegurado que en 2018 dejará el poder, y para entonces las reformas tendrán ya que haberse ejecutado y procurado un cambio significativo en la situación actual de la isla. En los Lineamientos, aunque se declare la “actualización del modelo económico”, se acaba manteniendo el sistema de planificación central, sin aprender de las lecciones históricas de su fracaso. Aun así, se reconoce cierto papel al sector privado, que se traduce en el permiso al desarrollo del “cuentapropismo”, como llaman los cubanos, a los trabajadores que han abierto una actividad propia con capital propio. Suelen ser actividades de baja cualificación y con un número pequeñísimo de empleados. En los Lineamientos se han concedido licencias a 178 actividades nuevas, aunque éstas siguen siendo de baja cualificación. Este sector incipiente se ve afectado por otros problemas: las altas tasas impositivas al desarrollo de la actividad y a la contratación de empleados, la dificultad de acceso al mercado de insumos y la imposibilidad de obtención de créditos bancarios, así las remesas se convierten en la principal fuente de financiación. A pesar de ello el sector ha crecido considerablemente en los últimos años y supone una fuente importante de ingresos para las familias. En el sector agrícola, la reforma ha consistido en la entrega de tierras en usufructo a campesinos privados y a cooperativas, porque, de nuevo, han resultado ser más eficaces que los productores estatales. La reforma migratoria ha eliminado la necesidad de pedir un permiso a las autoridades para salir del país y ha aumentado el periodo de estancia en el extranjero, de once meses a veinticuatro. Otras dos reformas claves que están en los Lineamientos, aunque todavía pendientes, son la supresión del racionamiento y la eliminación de la dualidad monetaria.

Otras de las reformas aprobadas en estos cinco años son las medidas administrativas y las reformas no estructurares. Las primeras tenían como objetivo mejorar la eficiencia y reducir el coste fiscal del sector público y las segundas buscaban alcanzar una cierta mejora socioeconómica sin la transformación del sistema. Algunas de ellas fueron: el cumplimiento de pagos estatales debidos a cooperativistas y campesinos, el aumento del precio de los productos vendidos al Estado (precio de acopio), la fusión y cierre de entidades estatales y las campañas contra la indisciplina laboral y la corrupción.

Las medidas administrativas y las reformas no estructurales han tenido efectos positivos, pero las estructurales, que son las decisivas para el propósito de Raúl Castro, no han conseguido el éxito que pretendían. Las trabas burocráticas y el fallo en el diseño y en la profundidad de las reformas explican parte del fracaso. También sus propias contradicciones, porque por un lado se despide a empleados públicos no necesarios y por otro, se aumentan las tasas impositivas al incipiente sector privado que puede acoger a esta mano de obra. Y por último, la falta de voluntad de una parte importante de la cúpula directiva que ve en las reformas una amenaza a sus posiciones de poder. Son necesarias unas reformas estructurales de mayor profundidad porque las actuales no podrán invertir la situación actual en menos de cuatro años. Ya se ha visto cómo el Estado sin la iniciativa de la sociedad consigue poco. Por eso es necesario que paulatinamente se pase de una situación donde el Estado es el propietario y el administrador central, a otra donde sea la sociedad, ayudada por él, la propulsora de la actividad económica, política y social del país. Favorecer y fomentar el desarrollo del “cuentapropismo” puede ser el inicio de este camino.

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